Más de 600 muertos y las UCI al borde del colapso hasta varias semanas después de la Navidad han servido para que no se repitan los errores del pasado. Y si entonces Extremadura superó todos sus récords de contagios (1.541 en solo 24 horas el 16 de enero), hospitalizados (777 el 25 del mismo mes) y fallecidos (31, el máximo de la pandemia, el 27 de enero), ahora se puede decir que sí ha logrado contener el temido efecto de la Semana Santa. 

En estos momentos se están notificando los contagios que se produjeron en los días clave de la festividad (se cumplen justo 14 días del Sábado Santo) y gracias al plan de cribados, el «minucioso» rastreo de los casos para detectar cuanto antes asintomáticos y el primer impacto de la vacunación, la región ha conseguido rebajar de forma considerable sus tasas de letalidad y mantenerse entre las comunidades con menor presión hospitalaria del país: apenas un 2% de las camas de agudos ocupadas y menos de un 4% en las UCI, cuando en el conjunto del país ese porcentaje supera el 20%. 

«Los casos no deben asustar, en tanto que 15 días después de la Semana Santa el crecimiento está siendo muy controlado», ha dicho el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, respecto al repunte de los últimos días. «Cuando se da un brote la capacidad de reacción es la que mide el sistema. En estos momentos una parte de la capacidad que tengamos de vencer al virus está en nuestra capacidad de respuesta frente a los casos», ha insistido a preguntas de los medios en un acto en Badajoz.

En estos momentos, la tasa de incidencia acumulada de Extremadura es de 137 casos por cien mil habitantes a 14 días (este viernes volvió a bajar tras alcanzar el jueves los 142) frente a los 213 del resto del país. En la última evaluación practicada por el Ministerio de Sanidad Extremadura se mantiene en nivel de alerta 1 y el consejero de Sanidad, José María Vergeles, ha confiado en que se mantenga una vez finalizado el periodo posterior a la Semana Santa el próximo lunes.