«La Junta sigue sin coger el toro por los cuernos». Con esta frase resume Emilio Salguero por qué en Extremadura el tabaquismo se mantiene en números muy superiores a otras regiones españolas. Médico y enfermero, Salguero es coordinador del Grupo de Trabajo de Abordaje al Tabaquismo (GAT) de la Sociedad Extremeña de Medicina Familiar y Comunitaria y delegado autonómico del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT). También es responsable de la Unidad de Estilos de Vida Saludables que funciona desde hace 14 años en el Centro de Salud de Valdepasillas, en Badajoz, onde ha tratado a más de 700 fumadores.

¿A qué atribuye que se mantenga tan alto el consumo de tabaco en Extremadura?

Aunque no es el único motivo, destaca el escaso esfuerzo institucional por parte de la Junta de Extremadura con el problema, pese a que es la primera causa de enfermedad y muerte en nuestra región. Ese escaso compromiso, esa manifiesta inacción, es para mí el elemento diferenciador con las demás regiones. En la encuesta de 2014 ya pasó lo mismo, todas las otras comunidades habían disminuido bastante la prevalencia de tabaquismo, mientras que en Extremadura apenas descendió. En esos años estábamos más a la par con otras comunidades, como Murcia, pero mientras allí la Consejería de Sanidad inició una batería de acciones, como la formación y sensibilización masiva de profesionales, actuaciones sobre la ciudadanía y en otros ámbitos, que han hecho disminuir sensiblemente el número de fumadores, en Extremadura hay una pasividad manifiesta hacia esta enfermedad. Se podrían hacer muchas más cosas de las que hacen, y prácticamente sólo se hacen aquellas ‘de obligado cumplimiento’, como la financiación de fármacos, pues vienen impuestas por el ministerio. Muy poco más.

¿Cree que es algo que esté vinculado a que Extremadura tenga un peso tan importante en el cultivo de tabaco?

Sin duda, tanto yo como los expertos sobre el tema que conozco, estamos convencidos de que la autonomía, la independencia del Gobierno extremeño, está hipotecada por los intereses derivados del cultivo, y la posterior venta, del tabaco en nuestra comunidad. Ya hace casi 3 años que un grupo de profesionales sanitarios colaboramos con la Dirección General de Salud Pública en elaborar el tercer Plan de Tabaquismo para la región. ¿Sabe usted dónde ha acabado? En el mismo sitio que el primero y el segundo, elaborados en años anteriores por otros compañeros: en un cajón, olvidado, sin ver la luz. Son ya tres los planes para luchar contra esta enfermedad, elaborados y no publicados, en la región con mayor prevalencia de tabaquismo de España. Mientras todas o casi todas las regiones tienen sus planes de lucha contra esta enfermedad desde hace años, con mayor o menor éxito, según el grado de ejecución, como es natural, los que peores cifras tenemos en tabaquismo carecemos de una estrategia para luchar contra este enorme problema. Es triste, injusto y poco ético el abandono al que están sometidas las personas que fuman en Extremadura, las que tuvieron la desgracia, en su adolescencia, de iniciarse en el consumo de tabaco y fueron atrapadas por esta potente adicción. Buena parte de ellos hubieran podido evitar un final dramático si se les hubiera ofrecido ayuda para vencer su dependencia. El tabaco mata cada día a entre cuatro y cinco extremeños. Somos los líderes en España en muertes por cáncer de pulmón y por enfermedad pulmonar obstructiva crónica, enfermedades directamente relacionadas con el consumo de tabaco. Por ello, es evidente que la lucha contra esta enfermedad debería ser la prioridad número 1 de la Consejería de Sanidad de la Junta de Extremadura. Y no parece que lo sea ni por asomo. Y eso, habiéndose demostrado que el tratamiento del tabaquismo, que lo podemos curar, es mucho más ‘coste-efectivo’ que el de otras patologías, como la diabetes, la insuficiencia cardiaca o la artrosis, en las que gastamos esfuerzos y mucho dinero solamente para intentar mantenerlas bajo control. Hay alguien que está presionando y que no permite que en Extremadura se luche contra el tabaco como debería lucharse contra la que es primera causa de muerte, enfermedad y discapacidad de los extremeños. Otro ejemplo: la Junta retiró al día siguiente de promulgarla la prohibición de fumar en las terrazas, reduciendo a 2 metros la distancia a la que las personas que fuman pueden bajarse la mascarilla y exhalar el humo, cuando las evidencias muestran que el humo así exhalado alcanza los 8 metros. Es anticientífico y una manera de poner en riesgo a las personas que no fuman de contagiarse del covid, que puede ir vehiculado en ese humo. No es pues sólo cuestión de no molestar a los que no fuman, sino de protegerlos del contagio del virus, que sabemos se transmite de esta forma, por el aire exhalado, preferentemente.

«Son ya tres los planes para luchar contra esta enfermedad, elaborados y no publicados, en la región con mayor prevalencia de tabaquismo de España»

La región es tras Asturias la segunda que tiene una mortalidad más alta en términos estandarizados por tumores y la quinta en la causada por enfermedades del aparato circulatorio, ¿hasta qué punto cree que esta situación está relacionada con el elevado consumo de tabaco? 

Asturias tradicionalmente ha tenido una tasa alta de tumores, entre otras cosas, por la industria tan contaminante que tenía. Pero Extremadura no tiene motivos para unas cifras tan altas, siendo como es probablemente la comunidad más verde de España. Ahí hay algo añadido. Y qué duda cabe que el tabaco, que es la principal causa de cáncer en el ser humano, es el primer sospechoso, aunque no pueda demostrarse fácilmente. Está claro que tiene una gran influencia. Y en cuanto a las enfermedades del aparato circulatorio, basta darse una vuelta por la unidad de Cardiología del Hospital Universitario de Badajoz o, en menor medida, por la de ictus, donde encontraremos un grupo de varones de treinta y tantos o cuarenta y pocos años que han sufrido un infarto o un ictus pese a su juventud. Si les preguntamos, son fumadores en su inmensa mayoría. El tabaco, desde el punto de vista cardiovascular, y no sólo como productos de neoplasias malignas, es un enorme tóxico. La persona que fuma tiene varias veces más riesgo de sufrir un infarto de miocardio respecto a una persona de sus mismas características que no fume.

«Hay alguien que presiona para que en la región no se luche contra el tabaco como se debería» SANTI GARCÍA

«Es el primer problema de salud de Extremadura. Cada día mueren por él entre cuatro y cinco extremeños»

Desde el 2009 tampoco ha bajado de forma apreciable la tasa de fumadores en Extremadura, ¿sugiere eso que mucha población joven está adquiriendo el hábito?

Puede que sí, pero también se debe a que menos personas están dejando de fumar. Cuánto aportan los nuevos ingresos en esa ‘cárcel’ que es el tabaquismo y cuánto aporta el que haya menos ‘presos’ que hayan dejado de fumar es difícil saberlo. Pero lo cierto es que hay muchísima gente que no ha dejado de fumar. Y quien lo ha hecho es la de más alto nivel socioeconómico y educativo. En el caso de los pueblos, lo ha dejado menos gente que en las ciudades.

¿Cuál es porcentaje de éxito entre quienes deciden dejar de fumar?

Una persona que es apoyada y tratada por un profesional ronda de media el 25% o el 30% de éxito. Es la proporción que no fuma un año después de haber tenido la intervención, cuando ya es más improbable volver. Porque la recaída es el talón de Aquiles del tratamiento del tabaquismo, pero después de un año sin fumar vuelven a hacerlo muy pocos. En nuestra consulta de tabaquismo del centro de salud de Valdepasillas tenemos tasas de éxito del 44% o 45% al año, mientras que los que damos de alta, tras haber conseguido dejar de fumar, rondan el 60% de los tratados.

«Lo de la ‘fuerza de voluntad’ es un mito. Lo importante es la decisión del paciente y que esté motivado a dejarlo, que encuentre recursos, en él mismo y fuera de él»

¿Dejarlo es sobre todo una cuestión de fuerza de voluntad?

Lo de la ‘fuerza de voluntad’ es un mito. De lo que depende es de la decisión del paciente, de que esté motivado a dejarlo, y de que encuentre recursos, en él mismo y fuera de él, que le ayuden a superar una adicción más potente que la que producen el alcohol, la cocaína o la heroína. Pero intentarlo es el primer y necesario paso, decidirse a dejarlo. Y si la persona comprueba que por sí mismo no puede, que pida ayuda a un profesional sanitario, en principio a su enfermero o médico de familia. Respecto a la fuerza de voluntad, es como la fuerza muscular, algo que se desarrolla con la práctica, con el esfuerzo. Es lo que el fumador necesitará después, cuando inicie el proceso de abandono del tabaco. Pero la motivación, las razones por las que quiere dejar de fumar, aunque por sí mismas no sean suficientes, son lo prioritario, el motor que le impulsará a lograrlo. Luego, si cuenta con un profesional sanitario experto y, cuando es necesario, del apoyo de fármacos, las probabilidades aumentan alrededor de 8 o 10 veces respecto a intentarlo solo.