Arrastra el cansancio de meses y meses al frente de la pandemia. Hace justo un año, el vicepresidente segundo y consejero de Sanidad y Servicios Sociales de la Junta, José María Vergeles, concedía una entrevista a EL PERIÓDICO EXTREMADURA en la que apuntaba a aquellos «expertos en predecir el pasado» como respuesta las críticas de la gestión. En ese momento, a principios del verano de 2020, los contagios en la región estaban al mínimo, con días incluso sin nuevos casos. 

¿Esperaba las tres olas de covid que han venido después? 

Sinceramente no. No nos esperábamos llegar a esa situación. Por eso antes del puente de San José adoptamos una estrategia diferente, con el incremento en los cribados para adelantarlos al virus y siendo muy transparentes en la información. En ese momento estábamos aún con medidas no farmacológicas. Pero nadie en este país imaginaba que esto fuera a ser así.

Se empezó a complicar en Badajoz, donde hubo límites al comercio y la hostelería pero la actividad siguió. ¿Por qué no se cerró? 

Siempre hemos actuado pensando que la sociedad es madura. Y esa es una medida que se toma cuando no hay más remedio, porque a esos sectores los estás condenando a situaciones muy complicadas para su supervivencia.

¿Y no era más complicado mantener abiertos los bares y las tiendas a la vez que se decía a la gente que no saliera de casa? 

Pudiera ser más complicado que la gente lo entendiese, pero lo que está claro es que el Sistema Nacional de Salud había adoptado una serie de normas para hacer uso del comercio y la hostelería con todas las medidas de seguridad y por diferentes razones no sirvieron. Intentamos mantener en todo momento el equilibrio entre la protección de la salud y el desarrollo económico.

¿Influyó evitar tener que dar más ayudas a ambos sectores? 

Eso es presuponer que el empresario quiere vivir de subvenciones y nosotros entendemos que quiere trabajar. Mientras hemos podido, hemos mantenido el sector abierto. Y lo hemos hecho con todas las medidas de seguridad que, de haberse respetado, probablemente las cosas hubiesen ido de otra forma. Esta crisis ha tenido mucho escudo social de la Unión Europea, el Gobierno de España y el regional. Aquí el problema no es si se subvencionaba o no. No lo hemos hecho jamás por ahorrar un euro en subvenciones, sino pensando en la protección de la salud y el desarrollo económico. A pesar de las subvenciones, hay comercios que no han vuelto a abrir.

«El milagro fue que la sociedad respondiese como lo hizo»

El Plan de Navidad se tuvo que suspender casi antes de aplicarse por el repunte de casos. Si la decisión hubiera sido solo suya, ¿hubiera permitido las flexibilizaciones que se aprobaron?

Es que yo me siento responsable de haber adoptado ese criterio. Estábamos ante una sociedad con una fatiga pandémica importante, venían fechas en las que teníamos que permitir en la medida de lo posible cierta flexibilización de forma muy controlada y se puso en marcha (el plan de navidad) con el objetivo de ver si era posible. Cuando se comprobó que la incidencia iba creciendo, se dio marcha atrás. En esa época las comunidades estábamos perimetradas.

El consejero José María Vergeles este jueves durante la entrevista. Jorge Armestar

Menos para reuniones familiares, que es prácticamente para lo que se viaja en Navidad. 

Bueno, estábamos perimetradas con algunas salvedades. Probablemente sin esa flexibilización para reunirse la familia, hubiese habido otras consecuencias. Es que la salud no es solo lo físico, es un estado de bienestar en lo biológico, lo psicológico y lo social, así lo define la OMS. Por las cifras de incidencia que manejábamos antes de empezar la Navidad, se podían permitir esas medidas. Si por parte de la sociedad las hubiésemos utilizado de forma adecuada, hubiera sido de otra manera. Pero se produjo un incremento de la movilidad más importante del que esperábamos.

El precio fueron unos 700 muertos entre enero y febrero. Y se llegó al récord de incidencia en toda España: casi 1.500 casos. ¿Ha sido el momento más duro?

Los momentos más duros son cuando en el consejo de dirección te dicen que alguien ha fallecido por coronavirus. Y las olas te azotan emocionalmente porque ahí es donde se produce el máximo incremento de casos graves y de fallecidos. No ha habido momentos dulces en la gestión de la pandemia.

Justo después de Navidad sí se tuvo que cerrar el comercio y la hostelería. ¿Cree que ambos sectores lo entendieron entonces? 

En un primer momento probablemente no porque hubo que tomar la decisión de forma rápida; hubo un segundo momento en el que nos comprometimos a explicar por qué se cerraban sus negocios. Cuando reclamaban en la calle a voz en grito que ellos no eran los culpables, tenían toda la razón; pero en ese momento había que parar la movilidad. Si está cerrada la tienda, tú no sales de casa para ir a la tienda; si está cerrado el bar, tú no vas al bar. ¿Eso significa que ellos eran los culpables? No. Significa que eran un incentivo para la movilidad. Pero pasados los primeros momentos, yo tengo que agradecer profundamente el grado de colaboración tan magnífico. Pero claro que entiendo al comercio y la hostelería: yo hubiese protestado igual.

¿No cree que en esta pandemia se ha ido mucho a ciegas, aprendiendo solo de errores? 

Al principio era la única forma que teníamos de acertar. Las evidencias científicas tardan lo que tardan y en determinados momentos hemos ido tirando mucho del sentido común para generar el menor daño posible. Las medidas no farmacológicas son mucho más difíciles que las farmacológicas. Con la vacuna puede ser más o menos complicada la logística, pero es una medida con beneficios y poquitos efectos secundarios porque se hacen ensayos clínicos para saberlo. Pero no había ningún estudio que nos dijese qué beneficios íbamos a obtener de cerrar el comercio.

Igual que se llegó a ese récord de incidencia se logró que la curva bajara rápido. ¿Le molestó que se hablara del ‘milagro’ extremeño? 

Sí, porque no fue un milagro, fue un trabajo colectivo de la sociedad extremeña. Para mí lo que fue un milagro es que la sociedad respondiese como lo hizo.

«Cometeríamos un error si quitáramos las consultas no presenciales»

¿Por qué? ¿No lo esperaba? 

Me va a permitir que me sorprenda que la sociedad fuese tan madura como para seguir los consejos y confiar en el mensaje que le estábamos trasladando de bajar rápido la incidencia para evitar fallecimientos y sufrimientos en UCI. Yo creo que ese fue el verdadero milagro, que fuimos capaces de hacer un trabajo colectivo. No porque no esperase eso de la sociedad sino porque fuimos capaces de hacerlo de una forma ejemplar. Que se le achaque a algo externo como son los milagros, pues me parece injusto.

Hablemos de la vacunación y la polémica con AstraZeneca con los trabajadores esenciales. Primero se dijo que los usuarios tendrían autonomía para elegir, pero la realidad es que como no optaron por lo que quería el Ministerio, esto es, una segunda dosis con Pfizer en lugar de repetir con AstraZeneca, se les ha castigado con llamarlos más tarde. ¿Le ha parecido bien ese modus operandi? 

Rechazo que fuese un castigo y quiero matizar lo de la autonomía. En todo momento se dijo que se podría elegir pero que la indicada era Pfizer, porque era lo que nos había dicho la ciencia, nadie adoptó el criterio de forma arbitraria. Teníamos muy poca información científica de qué iba a pasar con la segunda vacuna de AstraZeneca. Reino Unido nos estaba diciendo que se estaban produciendo casos de trombosis graves. Se hizo un estudio, CombivacS, a diferencia de otros países en los que sí o sí se puso Pfizer y no se preguntó, como Francia. Aquí se dijo que primero Pfizer porque era la indicada. La opcional, AstraZeneca, había que programarla. Y eso llevado a la logística es complicado, porque ninguna de las vacunas que hay en el mercado tienen mucha durabilidad una vez puesta en las jeringas. No hubo ningún castigo. Una mayoría eligió la dosis opcional, sí. ¿Motivos? No lo sé.

¿Esperaba esa respuesta? 

No. En el proceso de vacunación, en todos los grupos de edad, se ha ido de acuerdo a la evidencia científica. Yo esperaba que una parte de la sociedad, bastante informada, iba a tomar en consideración los estudios científicos.

Bueno, la Agencia Europea del Medicamento recomendaba la segunda dosis de AstraZeneca. 

La Agencia Europea del Medicamento lo único que decía es que se pusiesen las dosis en función de la disponibilidad.

Curiosamente se empezó a informar de nuevo de los trombos. Usted ha vuelvo a hacer mención a ellos. Si tan claro estaba el riesgo, ¿por qué se dio la opción de elegir y no se hizo como en Francia, poner Pfizer directamente? Usted siempre ha defendido que no se podía elegir vacuna. 

Entendimos que había bastante información y no existía una prohibición expresa de esa vacuna.

¿Pero hubiera preferido una estrategia como la de Francia? 

No. Me siento muy satisfecho de cómo ha funcionado la estrategia nacional. ¿Cómo voy a estar en contra de un país que ha hecho una inversión tan importante en buscar las mejores evidencias científicas para recomendar a la población el tipo de vacuna que se puede poner?

¿La población lo ha entendido así?

No lo sé, con el tiempo lo entenderán.

Ahora estamos en el momento de ir sin mascarillas en el exterior, ¿es precipitado?

Lo dice la ponencia de alertas, que son epidemiólogos, que saben de lo que hablan, y yo tengo que hacerme caso, como siempre. A mí no me va a encontrar con criterios políticos en una cuestión técnica. Ahora, mi opinión personal, que no vale nada, es que el Ministerio está siendo muy prudente.

José María Vergeles en su despacho en la Consejería de Sanidad. Jorge Armestar

La pandemia ha trastocado el sistema sanitario. ¿Cuál es la realidad actual de las consultas presenciales en los centros de salud?

Es dispar. Hay centros que no han cerrado nunca, sobre todo los rurales, y otros donde había más riesgo de aglomeración que han tenido que hacer un cribado telefónico. Actualmente debemos estar muy cerca del 70% en consultas presenciales. Y lo que sí digo es que la no presencialidad ha llegado para quedarse. ¿En qué porcentaje? Ya lo veremos, bien por teléfono o bien a través del centro de salud online. Me parece un avance. Si me han hecho un análisis, está bien, y era solo para control, ¿por qué tengo que perder un día de trabajo para ir al centro de salud si me lo puedo bajar por internet? Hay otros canales de comunicación. Un ejemplo: habrá renovaciones de tratamiento que se puedan hacer online y otras presenciales. ¿No aprovechamos las bondades de la tecnología? La pandemia ha hecho de catalizador. Cometeríamos un error si quitáramos las consultas no presenciales.

Abordemos la ansiada inmunidad de grupo. ¿Mantiene que la habrá a finales de julio en la región?

Es que la inmunidad de grupo no es vacunar al 100% de la población. Es a partir del 60%.

¿Ahora es el 60%? Se ha hablado siempre del 70%.

A partir del 60%. En la campaña de la gripe, si tenemos una cobertura vacunal por encima del 60% en mayores de 65 años, ya se considera inmunidad de grupo. Ahora mismo tenemos un porcentaje de cobertura del 42%. Si seguimos el criterio de edad, ¿no vamos llegar?

Preocupa la variante india. ¿Las vacunas actuales son igual de eficientes? 

También se lo están preguntando los científicos. Es el peaje por haber conseguido una vacuna eficaz en tan poco tiempo.