Cultivar en el interior de una fábrica en pocos días lo que la naturaleza es capaz de crear por sí misma en cientos de años. Esta es la idea de una empresa estadounidense que ha puesto sus ojos en Extremadura, y en las 3.000 horas de sol que ofrece al año, para fabricar una de las piedras preciosas más cotizadas del mundo: el diamante. Ya lo hace en Estados Unidos, pero ahora Diamond Foundry, compañía estadounidense surgida en Silicon Valley hace una década que tiene al actor Leonardo DiCaprio como inversor, quiere abrirse al mercado europeo desde la localidad cacereña de Trujillo.

Aquí plantea una inversión de 670 millones para construir en más de 30.000 metros cuadrados una industria en la que implantará tecnología puntera para ‘cultivar’ este caro y codiciado mineral que puede suponer un revulsivo en el sector tecnológico. Porque aunque Diamond Foundry se ha dedicado hasta ahora a la fabricación de diamantes sintéticos para joyería (tiene su propia marca de joyas), los ‘extremeños’ se destinarán a uso industrial. Se harán en láminas y se usarán como semiconductores para circuitos o chips, lo que permitirá mejoras en el campo de la electrónica y la alta tecnología, especialmente el 5G y los coches eléctricos, por sus excepcionales propiedades de dureza y conductividad térmica. «La demanda es cada vez más grande e internacional», destacó el CEO de Diamond Foundry, Martin Roscheisen, en la presentación del proyecto el pasado 25 de junio. Podría convertirse, incluso, en una buena alternativa a los microchips tal y como se conocen hasta hoy, escasos y muy demandados en la actualidad, que se fabrican fundamentalmente con silicio.

¿Cómo se forman?

El diamante, sin embargo, está formado por otro elemento químico: el carbono (presente en todos los compuestos orgánicos). En la naturaleza se crea con átomos de carbono sometidos a temperaturas elevadas y altas presiones durante décadas en el interior de la Tierra, a cientos de kilómetros de profundidad. Son muy codiciados y abundantes en zonas de África o Rusia, pero su extracción es cara y casi siempre han estado ligados a guerras, conflictos y esclavitud. Una solución es ‘cultivarlos’ artificialmente y ya se han hecho incluso a partir de pelos famosos o césped de campos de fútbol, pero ¿cómo se consiguen? «Hay varias maneras de fabricarlos, pero lo más obvio es imitando a la naturaleza», explica Jesús Díaz, titular del área de Química Orgánica de la Universidad de Extremadura (UEx). Existen dos métodos para obtenerlos, uno es a través de la técnica High Pression, High Temperature (Alta Presión, Alta Temperatura), que recrea el proceso natural partiendo de carbono o de una semilla de diamante colocada en un entorno que contiene carbono y un líquido metálico que hará que el diamante empiece a crecer, átomo por átomo, molécula por molécula, como en la naturaleza. «Todo el proceso culmina después de algunas semanas en un diamante bruto», apunta Antonio Macías, catedrático de la Escuela de Ingenierías Industriales de la UEx. 

Luego hay una segunda técnica, Chemical Vapor Deposition (Deposición Química de Vapor), que permite un proceso más controlado y es la que los expertos creen que probablemente se utilice en Trujillo. Con este método el elemento clave sigue siendo el carbono, que se deposita en forma de diamante en un reactor de plasma (el cuarto estado de la materia junto con el sólido, el líquido y el gaseoso) a partir de gases ricos en este elemento, como el metano o el hidrógeno. No obstante, «el proceso al detalle es difícil de conocer porque en este tipo de cuestiones hay mucho hermetismo y se evita dar pistas», reconoce Macías. 

Obleas de diamantes

El profesor de Química apuesta también por esta última técnica, partiendo de algún gas o mineral rico en carbono (el grafito, por ejemplo), que llevado a forma gaseosa gracias al plasma y añadiendo otros elementos como el boro, el fósforo o el nitrógeno, con calor y presión, genere finas capas de diamante dopado, explica. «De esta forma lo que saldrá de la fábrica de Trujillo no será un diamante para una joya, sino una oblea de diamante, una pastilla pequeña que ya puede utilizarse bien como semiconductor o como soporte de los semiconductores, debido a las excepcionales propiedades de dureza y conductividad térmica, tan importantes en el sector de la electrónica para disipar el gran calor que se genera», apunta Díaz.

Interior de uno de los reactores de plasma de la empresa promotora. DF

Pero imitar esas condiciones de alta temperatura y elevada presión necesarias supone un «coste energético brutal, lo que hace que no compense fabricarlos artificialmente». Se habla de que para emplear cualquiera de las dos técnicas posibles hay que alcanzar temperaturas que oscilan entre los 800 y los 1.600 grados. Y esto se hará en Trujillo con reactores de plasma desarrollados y construidos por Diamond Foundry y de forma sostenible, utilizando solo energías limpias y renovables, lo que abarata su coste además de no producir emisiones al medio ambiente. Para crear los diamantes extremeños se instalarán 600 reactores que funcionarán gracias una planta fotovoltaica de autoconsumo de 120 megavatios con 60 megavatios de baterías que construirá Powen Energías Renovables, promotor también del proyecto, junto a la fábrica. «Es algo absolutamente puntero y una oportunidad para reindustrializar España», destaca Rafael Benjumea, responsable de Powen. Serán, en definitiva, diamantes que crecerán gracias al sol de Trujillo. "Estos procesos con tan altos costos energéticos serán suplidos con energía barata gracias a las renovables", apunta el profesor Jesús Díaz.

El proyecto industrial extremeño cuenta con el apoyo de la Junta de Extremadura y el Ministerio de Industria, necesitará en torno a un año y medio de trámites administrativos y permisos y dos años de construcción, pero podría empezar a funcionar antes del primer año de obras, ya que se edificará por módulos. Estiman unos 300 empleos directos en la zona. «Si sale adelante nos va a cambiarla vida en Trujillo y la comarca», concluye Manuela Ortega, concejala de Industria.