Corría el verano del 36. Apenas unos meses después de estallar la Guerra Civil, las tropas franquistas se cebaron con Extremadura. El 14 de agosto el General Yagüe bombardeó la capital pacense dando lugar a lo que se conoció como la ‘Matanza de Badajoz’ que dejó casi 4.000 muertos.   

Un poco más al suroeste de la capital, en el municipio Orellana la Vieja, una familia estaba a punto de romper sus lazos por culpa de las diferencias políticas. Un hombre, del bando de los falangistas, iba a permitir que mataran a su propio hermano, que no era militante pero su tendencia era claramente de izquierdas y republicana. Sin temblarle el pulso y dándole igual que corriera su misma sangre por las venas, así lo hizo y el menor de la familia, Juan Ramos Collado, fue fusilado. Tiempo atrás, un tercer hermano había salvado la vida del seguidor de Franco tras ser detenido por los republicanos. Este último, Antonio Ramos Collado, además se hizo cargo de los seis hijos del que entró en prisión. «Cuando Franco dio el golpe de Estado, los republicanos lo apresaron. Mi bisabuelo --el que sacó al falangista de la cárcel-- se plantó en el cuartel y pidió que no lo tocaran, que respondía por él». Una vez en libertad y sin importarle lo que su familia había hecho por él no titubeó al delatar a Juan y lo asesinaron.

La historia de la traición familiar la cuenta sorprendido Miquel Ramos, un periodista valenciano colaborador de TVE, la Marea y Cuatro, que no conocía este hecho del pasado de su familia en Extremadura hasta hace unos meses. La descubrió por casualidad, pero está seguro de que en el mundo rural debe haber muchas similares. «Comí con mi tía --nieta de Antonio, el hombre que salvó al traidor y hermana del padre de Miquel-- y me contó la historia que yo no sabía ni por mi padre ni por mi abuelo. Fue chocante. No me imaginé que en mi familia hubieran sufrido un trauma de tal calado», relata.  

En busca de sus raíces

Los Ramos Collado eran muy humildes. En el pueblo los conocían como ‘Los Forillos’. «Eran más pobres que las ratas. Tanto que tenían que robar habas y se comían hasta las vainas», relata el periodista. Antonio, su bisabuelo, murió en la posguerra y con su mujer, Teresa Fernández Collado, tuvo cuatro hijos: Víctor Ramos Fernández --abuelo del periodista--, Máxima, Juan y Antonio. Su abuelo se casó con ‘La Chata’ de la familia de ‘Los Corujos’. Vivieron en la calle Corredera del pueblo hasta finales de los años 50, cuando se vieron obligados a emigrar después de una durísima posguerra en busca de un futuro para sus hijos. Hasta entonces, convivieron en el mismo municipio con el asesino de su hermano. «Con miedo y en silencio, pero sin tener relación alguna con el delator».

Con la crisis, una parte se marchó a Mallorca, otros a Madrid y el resto a Valencia, ciudad que eligieron los abuelos de Miquel y a la que años más tarde tuvo valor de personarse el «traidor de la familia». Repudiado por el resto de miembros Ramos Collado, se presentó en casa de su sobrino --Víctor, el abuelo de Miquel--, pero jamás consiguió contactar con él. «Tenía más familia en Valencia, pero aprovechó la visita para intentar contactar con mi abuelo. Por suerte estaba trabajando en ese momento. Estaba mi abuela, que no quiso recibirle, ya que temía que mi abuelo apareciera y no respondiera de sí mismo. Mi tía, con tan solo 12 años abrió la puerta, le miró y le dijo: en esta casa no entras porque mi padre dice que aquí no vienen ni fascistas ni traidores». Estas palabras las aprendió de Víctor, que dolido por la pena que sufrió su padre durante toda una vida, se prometió repudiar cualquier acto fascista. «El bisabuelo Antonio murió muy triste por lo ocurrido con el pequeño de sus hermanos», le cuenta a Ramos su tía.

Al poco tiempo de conocer este doloroso suceso de su pasado, el periodista utilizó Twitter como altavoz y escribió un hilo contando el relato. No tardó en hacerse viral. «Han sido muchos los que han contactado conmigo. Tenían historias parecidas también sucedidas en Extremadura. Hasta creo haber descubierto a una familiar. Ella conocía la traición del hermano de mi bisabuelo. Se la contó su abuela y estamos intentando descubrir más al respecto», confiesa. «Mi tía también investigó. Llamó al ayuntamiento e incluso recurrió a los archivos. Le encantaría descubrir algo más», apostilla. Ahora es Miquel el que tiene el testigo e intentará atar cabos para resolver las dudas y que la información que tiene sobre sus raíces sea lo más exacta posible.

¿Será conocida esta historia de una traición en 1936 entre los ciudadanos de Orellana la Vieja?.