El día que se dio cuenta que una de sus alumnas pequeñas era incapaz de expresar con claridad ni en español ni en inglés lo que le estaba pasando, que le dolía la barriga y sentía escozor al orinar, empezó a pensar que algo no se estaba haciendo del todo bien. «Venía llorando y solo sabía de decirme ‘my belly, my belly... ‘Yo le hablaba en español y solo me decía ‘estómago, duele’. Era como hablar en indio y me sorprendió mucho porque no era capaz de expresarme lo que le pasaba», cuenta Natalia García Gutiérrez, maestra y orientadora. Esa experiencia, que le ocurrió mientras trabajaba en uno de los ocho colegios bilingües que existen ahora en Extremadura, le hizo reflexionar y tras siete años dedicada a las distintas modalidades, con diferentes responsabilidades, del programa bilingüe en la comunidad se muestra «decepcionada» con el modelo actual para intentar que los alumnos extremeños mejoren sus habilidades lingüísticas dentro de los centros escolares, algo que por supuesto nadie duda.

¿Por qué? «Creo que no es el más adecuado. Lo más extendido es dar Naturales, Sociales o incluso Matemáticas en inglés y creo que lo adecuado es que dentro de la lengua extranjera que sea, en mi caso inglés, se saquen otras horas para dedicarlas a funciones comunicativas que es lo importante. Y hacerlo además en grupos reducidos, con desdobles, no con 25 alumnos en un aula. Porque en el futuro a estos niños no les van a pedir que cuenten la historia de España o cómo funciona el aparato digestivo en inglés, lo que van a necesitar es desenvolverse en situaciones cotidianas en una lengua extranjera. Hay que centrarse en la función comunicativa, es realmente lo que funciona, de la otra manera lo que se enseña es un vocabulario técnico que el alumno acaba aprendiendo de memoria», explica la docente, que también cree que al bilingüismo le faltan más recursos, incentivos y tiempo para que los docentes puedan afrontar este programa como se hace en otros países de Europa.

Estas podrían ser algunas de las razones por las que a su juicio una treintena de centros educativos extremeños se han ido saliendo del programa bilingüe en la última década. Son, en concreto, 27 colegios e institutos los que se han quedado por el camino desde el año 2011, a los que hay que sumar cinco centros más que el próximo curso harán lo propio. Algunos de estos centros han abandonado una sección bilingüe por voluntad propia (se requiere el visto bueno del claustro para la revocación), pero según explica la Consejería de Educación también hay centros que no tenían las condiciones para mantener esta enseñanza, ya que en 2017 la normativa cambió, se exigían mayores requisitos «y muchos de esos centros no los cumplían», señala. 

Fuente: Consejería de Educación y Empleo. J. L. B.

Implantado desde el 2004 en Extremadura

Las dudas sobre el modelo de bilingüismo implantado en España no son nuevas desde que llegó a los primeros centros. En Extremadura arrancó como experiencia experimental en el curso 2004-2005, se transformó en definitiva en 2017, y actualmente son cerca de 300 colegios e institutos los que enseñan inglés, francés y/o portugués más allá de la clase de Lengua Extranjera. Estos idiomas se cuelan también en las clases de Ciencias Naturales, de Sociales o de Matemáticas. Se explica la fotosíntesis en inglés o las divisiones en francés, por ejemplo. 

Dentro del programa lo más extendido en Extremadura son las secciones bilingües, en las que al menos dos asignaturas deben impartirse en una lengua extranjera. En la comunidad hay un total de 291 secciones bilingües: 280 de inglés, 6 de francés, 4 de portugués y una mixta inglés-francés. La mayoría son de Primaria (153) y Secundaria (117) y también existen 10 de Infantil, 2 de Bachillerato y 9 de FP, a las que se suman 7 más el próximo curso, según datos de Educación. Pero además de estas, hay ocho centros bilingües (imparten en lengua extranjera al menos el 20% del horario lectivo semanal en Infantil y el 40% en Primaria) y cuatro centros acogidos a un convenio con del Ministerio de Educación y el British Council (sería el equivalente al Instituto Cervantes en Reino Unido), con el que se busca difundir el conocimiento de la lengua inglesa y los cuales, según Natalia García, cuentan con los recursos necesarios y existe un mayor rendimiento porque precisamente sí se aborda la competencia comunicativa.

En total, el programa bilingüe de la comunidad integra a casi 33.200 alumnos extremeños y a más de 1.300 docentes que se encargan de dar algunas de las materias curriculares en una lengua que no sea la castellana.  

Estudios a favor

Pero el sistema se ha encontrado a menudo bajo la lupa de expertos, docentes como Natalia García Gutiérrez y familias que no acaban de ver que este sea el mejor método para que los estudiantes mejoren sus habilidades y competencias en lenguas extranjeras. Detractores y defensores los ha habido siempre. Educación no es ajena a la polémica y recuerda que no hay que perder de vista que el objetivo principal de este programa «no pretende que los y las estudiantes sean realmente bilingües, sino que el alumnado incida en el aumento de la mejora de la competencia lingüística», señala desde la Consejería de Educación. Y esto hay informes que ya lo ratifican. «Estudios publicados en revistas de prestigio avalan los resultados de mejora sustancial de la competencia lingüística, de la motivación hacia el aprendizaje de las lenguas extranjeras y también demuestran que el uso de la lengua extranjera no incide negativamente en la adquisición de los contenidos curriculares», señalan los profesores de la Universidad de Extremadura (UEx) Rafael Alejo y Ana María Piquer, que admiten también que puede haber experiencias puntuales que no sean tan positivas por distintos factores. 

Ambos docentes de la UEx coordinan e imparten el Máster en Enseñanza Bilingüe para la Educación Primaria y Secundaria, que ofrece la universidad extremeña desde el curso 2014-2015 y destacan la importancia de la labor del profesorado, de la que también advierte el informe PISA. «Es muy importante para garantizar el éxito de estas experiencias incidir en la formación inicial y también en la actualización lingüística y pedagógica del profesorado implicado». 

«Faltan incentivos»

Precisamente esa es otra de las cuestiones en las que ahonda la docente Natalia García, que lamenta la escasa valoración de los docentes que se implican en los proyectos bilingües. Dice que buena parte del profesorado de estas secciones están en comisiones de servicio que les permiten establecerse en centros más cercanos a sus domicilios, pero «es lo único porque desde luego no hay incentivos económicos ni de horas para el proyecto, solo supone más trabajo». Y esa «falta de incentivos», opina, hace que falte profesorado y que haya centros que no puedan mantener el programa bilingüe. Y hace una última crítica al modelo actual: «clasifica» a los alumnos según su nivel de inglés (cuando hay más demanda que plazas para entrar en una sección bilingüe se atiende a la calificación del alumno en el idioma de la sección). 

En esta misma dirección apuntan también las familias, que reconocen que a menudo tienen que tirar de academias privadas para que sus hijos mejoren en inglés. Lo admiten desde la Federación de Ampas de centros públicos de Extremadura (Freampa), que considera se debe implementar un sistema de aprendizaje de idiomas «más potente, realista y capaz, escuchando a los profesionales, y dotado de medios materiales y recursos humanos especializados en todos y cada uno de los centros educativos de nuestra región», señala la presidenta de Freampa, Eva Rodríguez.

Reconoce que el programa bilingüe suscita «opiniones encontradas» desde el principio. «Ni todos los claustros ni todas las ampas han apoyado la implantación en sus centros». Y en parte porque parece extendido entre las familias que no son suficientes para que los alumnos mejoren sus competencias en lenguas extranjeras. «Una realidad es que aquellos padres que se lo pueden permitir, llevan a sus hijos a academias privadas, manteniéndolos fuera de las secciones bilingües donde rentabilizan mejor sus esfuerzos. La otra realidad es que aquellas familias que no pueden acceder a las academias privadas, por inexistencia de estas o por falta de medios, se conforman con las secciones bilingües o se resignan a una educación de idiomas diezmada y reducida, sin desdobles y con dificultades para obtener auxiliares de conversación en muchos de nuestros pueblos», añade Rodríguez.

Desde la Freampa aplauden la implantación de instrumentos como estos que den una mayor relevancia a otras lenguas dentro del sistema educativo, pero reconocen que las secciones bilingües «echaron a rodar en unas condiciones que no fueron las mejores con docentes con escasa capacitación lingüística y creándose ‘grupos de élite’ dentro de los centros que han generado luchas internas dentro de los departamentos y frustración entre los alumnos que no lograban entrar en ellas. Las secciones bilingües tal y como se han planteado hasta ahora han generado desigualdad e inequidad en nuestro sistema», concluye.

Laboratorios de idiomas

Algunos sindicatos docentes tampoco creen que se esté haciendo todo lo posible. Para PIDE el modelo actual debería replantearse pero contando con el profesorado que se ha esforzado para habilitarse, dándole «más protagonismo para avanzar en las capacidades idiomáticas de los alumnos», señala su vicepresidente, Alfredo Aranda. El sindicato tiene claro que es importante fomentar el estudio de idiomas dentro de los centros escolares, pero considera que hay otra manera más efectiva de hacerlo: compaginando lo actual con la creación de laboratorios de idiomas en los centros, con lectores nativos que complementen el trabajo de los profesores bilingües y con campamentos de inmersión lingüística. Todo ello, anota, permitiría a los alumnos avanzar en el aprendizaje de situaciones de comunicación coloquiales que son fundamentales para adquirir esas competencias y no solo estudiando los contenidos específicos de una materia «que a veces son hasta difíciles de aprender en español».

 Para ANPE el modelo tampoco es el más idóneo. «No compartimos ni el continente ni el contenido de cómo se está desarrollando el bilingüismo en Extremadura». Y considera que hacen falta estudios específicos que midan el nivel competencial real del alumnado por etapas, «pero mucho nos tememos por los resultados de las distintas evaluaciones tanto internas como externas, nacionales o internacionales, que no está arrojando el resultado deseado», apunta el presidente en Cáceres, Saturnino Acosta. Entre las deficiencias del modelo destaca que está «absolutamente en contra de que se utilicen las plantillas orgánicas actuales para implantar las secciones bilingües, pues están reconvirtiendo plazas de Primaria y colapsando tanto la movilidad del profesorado como el acceso a dichas plazas». Desde este sindicato solicitan que las plazas de sección bilingüe se sumen a las ya existentes y no que resten de las actuales para poder optar a ellas en concurso de traslados, «con plenas garantías y no cubiertas en comisiones de servicio, que están taponando el acceso a las localidades de docentes de primaria con más puntuación, y/o sumar en plantilla funcionales dichas secciones hasta su regularización en plantilla orgánica».

Extremadura tiene 3.606 docentes acreditados para dar clases bilingües

3.606 docentes extremeños cuentan con la acreditación y habilitación necesaria para impartir clases en las secciones y centros bilingües. Los requisitos para acceder a esta enseñanza están recogidos en un decreto regional del 2014 que fija dos condiciones:por un lado tener un nivel B2 o superior de competencia lingüística y por otro lado contar con una experiencia docente mínima de un año en centros o secciones bilingües o haber obtenido la formación metodológica necesaria, el AICLE (Aprendizaje integrado de contenidos y lenguas extranjeras).

Al margen del proceso, uno de los pasos pendientes de dar es la creación de plazas bilingües en las plantillas orgánicas docentes, es decir, plazas fijas, ya que hasta ahora se engloban dentro de la plantilla funcional de cada curso.