Ya en el año cinco, al marchar a la ciudad para lo del Bachillerato me avergonzaba ser de pueblo y que los profesores me preguntasen (sin indagar antes si yo era de pueblo o de ciudad): Isidoro, ¿de qué pueblo eres tú?». Escritas en los años 60 del siglo pasado por el insigne escritor Miguel Delibes, estas palabras nos devuelven a un tiempo de complejos infinitos. Basta cambiar pueblo por Extremadura para conformar una realidad aquí vivida que hacía renegar de la tierra hasta casi sentir vergüenza de ella, de lo que hicieron de ella. Fueron muchos los Isidoros obligados a buscarse la vida lejos. Entre 1951 y 1975 Extremadura se desangró, unos 668.000 extremeños dejaron la región para alcanzar un futuro mejor. Se fueron prácticamente con lo puesto, pero con un orgullo latente y un sentimiento de región, conscientes de las oportunidades que esta tierra ofrecía si de verdad se creía y se trabajaba en ella. 

La aprobación de nuestro Estatuto de Autonomía en las Cortes Generales en febrero de 1983 supuso un antes y un después en el desarrollo de esta región. Tal y como reconoce este texto, marco de nuestra convivencia y expresión jurídica de nuestra identidad como pueblo, ya no nos ataba el pasado, por duro que éste hubiese podido ser, porque éste al fin se ordenó para traernos hasta este presente esperanzado.

Ahora, que el Reto Demográfico ocupa una parte del debate público, conviene recordar la apuesta que Extremadura, a través de su Estatuto, ha realizado por el mantenimiento de sus pueblos, reconociendo desde su nacimiento como región el predominio del mundo rural como elemento diferenciador y la prioridad de mejorar y promocionar el bienestar de los extremeños y de las extremeñas a través de sus instituciones. Un fin que han perseguido y que se marcan como objetivo las diferentes leyes que en estos años de autonomía se han aprobado en la Asamblea de Extremadura. 

El camino no ha sido fácil ni ha estado exento de complejidades, pero Extremadura, y sus ciudadanos y ciudadanas, se han quitado sus complejos y miran de igual a igual para conquistar un futuro que les pertenece, que nos pertenece. 

El esfuerzo de generaciones enteras ha permitido dar la vuelta a las cifras de extremeños y extremeñas con estudios medios y superiores. Lejos quedan aquellos primeros años del siglo pasado en los que el 70 por ciento de la población de la comunidad era analfabeta. La Ley de Educación otorga una extraordinaria importancia a la escuela rural y obliga a promover las medidas necesarias para garantizar que el alumnado reciba un servicio educativo con independencia del lugar en el que viva. La Universidad de Extremadura, creada en el año 1973, se ha convertido en palanca de cambio y transformación de esta tierra. Un auténtico ascensor social que posibilita a alumnos y alumnas estudiar con independencia de su origen y condición social y económica. Hoy, nuestra Universidad se sitúa entre las 600-700 mejores del mundo, según el Ranking de Shanghai, un indicador que clasifica más de 2.000 universidades y en el que la Extremeña se ubica entre las 18-21 mejores de España. 

Allí, donde antes otros no veían nada, algunos ahora fijan su mirada para ubicar proyectos empresariales vinculados a los valores por los que siempre apostó esta tierra y que tan a gala recoge su himno: «El aire limpio, las aguas puras». La creencia en la necesidad de conservar los espacios naturales y generar energías limpias no es nueva para los extremeños. Juntos y juntas alzamos la voz para impedir la construcción de la central nuclear de Valdecaballeros. Unidos y unidas reclamamos y exigimos siempre que el aprovechamiento económico sea respetuoso con el medio natural y el entorno que siempre nos ha dado y permitido la vida. Cuando quizás nadie lo hacía, Extremadura mimaba sus campos, sus dehesas, su tierra. Un espacio ya preparado para no dejar perder la coyuntura que representa la economía verde y circular y las oportunidades laborales vinculadas a la misma. Estamos ante un cambio de paradigma y, ante él, en el mejor momento de nuestra historia para posibilitar un desarrollo sustentable que permita que los extremeños y las extremeñas puedan materializar aquí sus proyectos de vida. 

Sustentable, porque de nada sirven los crecimientos sostenibles si solo pensamos en ellos en términos económicos. Lo saben bien quienes siempre se han dedicado al campo, quienes han respetado la tierra, labrándola sin limitar sus posibilidades. Agricultores y agricultoras, ganaderos y ganaderas que escuchan el terruño, lo cuidan y otorgan a sus productos estándares altos de calidad sin comprometer el medio en el que viven. Se vuelve la mirada a lo ecológico, a lo que ellos y ellas siempre hicieron aquí y que contribuye, como poco, a aumentar el volumen de las exportaciones, pues los ojos se fijan cada vez más en el etiquetado para ver el lugar y el modo en el que se produce. 

Sí, podemos decirlo con orgullo, ese que siempre existió de manera latente pero oculto durante mucho tiempo, quizás demasiado. Somos referentes. Estamos a la vanguardia en el ámbito cultural y museos como el nuevo Helga de Alvear atraen cada día a cientos de personas interesadas en nuestro patrimonio. Un acervo cultural que periódicos internacionales de prestigio recomiendan a sus lectores y lectoras y que grandes productoras cinematográficas eligen para rodar sus series y películas.

Referentes y pioneros. Nos hemos situado entre las cuatro Comunidades Autónomas que antes han vacunado contra la covid-19 a más del 70 por ciento de su población con la pauta completa. No es casualidad, sino el resultado de una firme apuesta por la sanidad pública y una normativa sanitaria con la que se han superado los desequilibrios territoriales y aproximado los servicios sanitarios a toda la ciudadanía en su conjunto. Servicios sanitarios y de otra índole, como también los deportivos y culturales, favoreciendo el equipamiento de instalaciones en los pueblos para que hoy nuestros deportistas puedan llegar a lo más alto y nuestros actores y actrices sientan con orgullo Extremadura cuando se les premia por sus trabajos. 

Es hora de creérnoslo, sí, y de dejar atrás los estereotipos que han dibujado una Extremadura en blanco y negro. Porque Extremadura es plural y diversa y fue una de las regiones que antes legisló para garantizar la igualdad de las personas Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales. Una tierra comprometida con la defensa de los derechos humanos y las libertades, tolerante, abierta, respetuosa y solidaria. 

Nuestro pasado migrante forja carácter y vemos en los ojos del que viene la vida de los abuelos y las abuelas a los que la historia condenó a marcharse. Por eso, porque «Extremadura es tierra de paz», les ofrecemos cobijo y sin altos porcentajes de Producto Interior Bruto, nos situamos en la parte de arriba de la tabla en el índice de humanidad. Tendemos la mano al que sufre y huye de la guerra o la miseria a bordo de una lancha neumática o un avión de evacuados. Ese es el orgullo extremeño y la fuerza de esta tierra de gente humilde que cree en la igualdad de todos y de todas. De todos y de todas, de ellas que siempre supieron, como decía Beavoir, que basta una crisis, sea de la índole que sea, para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados y por ello lucharon y luchamos empuñando fregonas, bolígrafos, azadas o pancartas para exigir igualdad.

Sacudámonos los complejos y las vergüenzas infundadas. Somos «patria de glorias, suelo de historia y tierra de encinas». Lejos queda el Azarías de Delibes y su ‘Milana bonita’. Atrás la Extremadura de señoritos y vasallos, porque ahora Extremadura «libre camina». Camina hacia un futuro convertida en vanguardia y referente por primera vez en su historia. El mundo está cambiando, y a pesar de su complejidad, tenemos todos los elementos, la preparación, las fuerzas y las ganas para no dejar pasar una oportunidad única. Esta tierra es y será lo que los extremeños y las extremeñas queramos que sea. Todos y todas contamos, creámonoslo y trabajemos juntos y juntas porque, sin olvidarnos de él ni de quienes tanto hicieron por el presente, ya no nos ata el pasado. 

*Presidenta de la Asamblea de Extremadura