Turno de la ‘desescalada religiosa’. Tras la suspensión de dos Semanas Santas, la tristeza de los entierros sin familiares y más de un año de misas y ceremonias con aforo limitado, las diócesis extremeñas derogan las restricciones y limitaciones que afectaban a los templos y otros espacios de la actividad pastoral, aunque el uso de la mascarilla sigue siendo obligatorio y se mantiene la recomendación de evitar las aglomeraciones.

La decisión llega tras decretar la Junta de Extremadura el fin de las restricciones por la pandemia, en una reunión celebrada este jueves en la sede del Arzobispado de Mérida-Badajoz con la participación de los obispos de Mérida-Badajoz, Celso Morga, y Plasencia, José Luis Retana; el administrador diocesano de la Diócesis de Coria-Cáceres, Diego Zambrano, y sus vicarios generales. De esta forma, se confirma oficialmente la vuelta de la Semana Santa, una decisión que todas las hermandades y cofradías de la región llevaban meses esperando escuchar. 

Ante el nuevo escenario epidemiológico de riesgo bajo, caen en desuso las normas dictadas con anterioridad con relación al aforo de los templos y otros espacios de la actividad pastoral, si bien se recuerda, con carácter general, el uso obligatorio de la mascarilla en espacios cerrados y la utilización de solución hidroalcohólica en los momentos necesarios, así como evitar las aglomeraciones. Con respecto a las procesiones y otras actividades de culto público en la calle, «podrán celebrarse siempre que se atengan a las normas y recomendaciones establecidas por la autoridad competente».

En esta situación de nueva normalidad, los obispos de la Provincia Eclesiástica agradecen públicamente, una vez más, a las comunidades eclesiales, «la colaboración en este largo período en que la vida pastoral se ha visto afectada y ruegan que sigan siendo responsables y, sobre todo, fortalezcan la alegría de la fe y la vida comunitaria». 

El comunicado conjunto de las diócesis es breve, pero supone la vuelta a la normalidad de la actividad de hermandades de penitencia y las cofradías, que de nuevo tienen vía libre para celebrar actos en la calle un año y medio después del estallido de la pandemia. La Semana Santa de 2020 quedó de facto en suspenso por el confinamiento decretado por el Gobierno para frenar la primera ola, una prohibición que después se extendió a la celebración de 2021 debido al empeoramiento de los datos epidemiológicos: por segundo año consecutivo, los pasos se quedaban en las iglesias, las cofradías y las bandas en casa y los hoteles y restaurantes vacíos de turistas. 

Ahora, con prácticamente el 90% de la población vacunada, la incidencia en mínimos y el fin de las restricciones decretado por la Junta de Extremadura, el escenario es bien distinto. En el seno de las hermandades extremeñas ya se daba por hecho el levantamiento de las medidas, tras hacerlo recientemente el Arzobispado de Sevilla, y las cofradías ya contaban con salir a la calle, siempre que una nueva ola no lo impida.

Así, en Cáceres las 17 hermandades ya habían iniciado los preparativos para la Semana Santa de 2022. En Mérida todas las miradas están puestas en el próximo mes de diciembre, cuando la patrona, Santa Eulalia, podrá volver a procesionar por las calles de la capital tras dos años confinada en su basílica.