«El compromiso del Gobierno es que se haga en la próxima legislatura». Fueron las palabras de los diputados socialistas extremeños Valentín García y Belén Fernández cuando aún eran candidatos para las elecciones generales del 28 de abril de 2019 (las cuales hubo que repetir el 10 de noviembre). En ese momento aseguraron que la autovía Cáceres-Badajoz sería una realidad si Pedro Sánchez ganaba los comicios y se convertía de nuevo en presidente. Pero casi a mitad de esa citada legislatura, los avances son mínimos.

Cierto que la pandemia del coronavirus ha sido un obstáculo para todos los proyectos, que hay voces en contra por el impacto que tendría esta nueva vía en la Sierra de San Pedro y que ya se han dado los primeros pasos, pero el remarcado compromiso será difícil de cumplir.

El Estado, que ya es el titular de esta carretera, de momento ha ampliado la rotonda de acceso a la capital cacereña. Estas obras supusieron el primer movimiento de tierras tras 15 años de parón absoluto. Además, tiene previsto licitar este año un primer tramo de 13 kilómetros. 

Pero habría que recordar que el trayecto hasta Badajoz son 81 kilómetros de vía con, en numerosas ocasiones, abundante tráfico.

Esta autovía no es la única que no llega. El déficit de infraestructuras en la región se completa con otras dos que están en el aire y sin proyecto a la vista.

«Mejorar el trazado actual»

Por un lado, la futura A-43. O lo que es lo mismo, la conversión de la N-430, que uniría la provincia de Badajoz con Ciudad Real y desde ahí con el Levante. Una resolución firmada en julio por la dirección general de Carreteras del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana ha evidenciado que el Gobierno aparca esta autovía. A cambio, plantea «mejorar el trazado actual con distintas actuaciones entre Santa Amalia y Ciudad Real». Así queda recogido en el documento oficial.

En el mismo también se explica que se propone un plan alternativo a la conversión en autovía, entre otras cosas, «porque el trazado no supera los 5.000 vehículos al día y tiene dificultades ambientales». Argumentan que ni la opción norte de la A-43 (que implicaría el desdoblamiento de la N-430 hacia Ciudad Real) ni la opción sur (que sería pasando por Castuera y Cabeza del Buey hasta Puertollano), suponen las «alternativas más eficientes». 

Este proyecto se planteó por primera vez hace dos décadas. La última vez que estuvo sobre la mesa fue cuando el entonces ministro de Fomento, José Luis Ábalos, dijo en el foro de ‘Los Desayunos’ de El Periódico Extremadura y La Crónica de Badajoz que debían ser Extremadura y Castilla-La Mancha quienes se pusieran de acuerdo para elegir el trazado más conveniente. Las respuestas de los alcaldes de la zona fue al unísono: «No deben ser los pueblos, las comarcas o las comunidades las que decidan por dónde pasa una carretera de titularidad nacional. Esta división le viene muy bien a Fomento para no hacer nada».

Ahora los pueblos de la N-430 se han vuelto a levantar tras el último anuncio: «No vamos a dejar de reivindicar», advierten. Creen que las actuaciones de mejora de la actual carretera planteadas van a reducir la siniestralidad pero también aumentarán el tráfico, «lo que dará más razones para la reconversión».

Sin el tramo extremeño

Y por otro lado está la autovía que une Zafra con Huelva, la llamada A-83, cuyo tramo extremeño sigue sin materializarse sobre el papel.

A finales del pasado mes de septiembre el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana sacó del cajón del olvido el antiguo plan para conectar las provincias de Badajoz y Huelva por vía rápida. 

De momento lo que se ha iniciado es la tramitación medioambiental, pero además solo del recorrido por el territorio onubense. De manera que, además de ser un mínimo avance, Extremadura se queda fuera.