Su pasión por el fútbol no tiene límites y le ha llevado a lo más alto. «Llegó el momento en el que tuve que decidir si jugar o arbitrar porque no podía tener dos licencias federativas y opté por lo segundo». Así cuenta Guadalupe Porras Ayuso (Badajoz, 1987) cómo se convirtió en árbitra profesional hace 13 años. Al mismo tiempo ejercía de militar en Valdebótoa. «A los 19 años me metí en el ejército. Estuve hasta los 28 y lo dejé para dedicarme al arbitraje», recuerda. Subió a Segunda División hace cinco años y compaginó su trabajo con estudiar Educación Primaria. En esta categoría compitió dos años y en 2014 consiguió la escarapela internacional. «Fue una experiencia inolvidable en la que crecí a todos los niveles. En lo profesional, trabajar con Paloma Quintero --asistente también extremeña-- me hizo querer conseguir más objetivos en este mundo y no rendirme», señala. 

No tardó en tocar la cima y en la temporada 2019-2020 hizo historia. Fue la primera mujer en debutar en un partido de Primera División masculina. El encuentro entre el Mallorca y el Eibar se convirtió en un hito gracias a la pacense. Sin embargo, para ella el logro no distingue de sexos. «En el momento en el que empieza a rodar el balón da igual lo que seas. La satisfacción que sientes es profesional y demuestra la constancia y la lucha que hay detrás al obtener una grata recompensa», apunta. 

«No tiene que ser noticia»

El nombre de Guadalupe Porras copó las secciones de deportes de todos los medios de comunicación. ‘Histórica’, ‘La árbitra que derriba muros’ o ‘La asistente que hará historia’ fueron algunos titulares de prensa. 

Hace solo poco más de dos años de este antes y después en el deporte. Pese a lo gratificante que supuso esto para Porras, la extremeña tiene clara su postura: «Que una mujer arbitre un partido de hombres ya no tiene que ser noticia». La pacense lamenta que en pleno siglo XXI exista esta desigualdad, aunque asegura que si estos hechos tienen que trascender y hacerse visibles para que en un futuro desaparezca la brecha: «Bienvenidos sean». «Espero que esto suponga que en poco tiempo se pueda normalizar la presencia de la mujer en la élite del arbitraje. Así como en otros aspectos», reivindica. «Nosotras estamos ahí porque somos unas profesionales», añade.

«Llegará el día en el que esto no sea importante. Cuando deje de aparecer en los medios como algo a destacar o novedoso me daré por satisfecha», sentencia.

Su tesón al llegar a Primera no cesó y en abril de este mismo año fue asistente en la final de la Copa del Rey entre el Athletic Club de Bilbao y la Real Sociedad. Repitió como pionera y volvió a ser histórica. No fue la última vez.

Hace dos semanas protagonizó de nuevo los informativos deportivos. ‘Histórica designación con la extremeña Guadalupe Porras de protagonista’ fue el titular de este periódico. La pacense asistió en el partido entre el Getafe y la Real Sociedad, con Marta Huerta como cuarta árbitra. Fue inédito que dos colegiadas entraran en el cuarteto en Primera. Lo hicieron con Jorge Figueroa Vázquez y Yeray Carreño Cabrera. «Tuve la suerte de contar con Marta. Es una chica extraordinaria y me alegro muchísimo de que esté ahí luchando y demostrando que puede su valía como cualquier compañero», recalca. «Me gustaría creer que este partido supuso un antes y un después. Hoy en día en todos los trabajos pueden ser desempeñados por chicas y chicos», aclara.

Machismo en el campo

Las noticias sobre el arbitraje femenino no solo son positivas. De hecho, los ataques a las asistentes por parte del público son habituales. «Pon la escoba y el recogedor», entre otros. «Los árbitros reciben insultos siempre, pero tengo que decir que los ataques que recibimos las árbitras en el campo de fútbol son machistas. Discriminan a nuestro sexo», desvela. «A los hombres los insultan en otro contexto», añade. «Algún día dejará de ser así», confía Porras. 

El futuro de la pacense es prometedor. Por el momento ya ha sido preseleccionada por FIFA para estar en el próximo Mundial de Australia y Nueva Zelanda que se va disputar en 2023. A nivel profesional perseguirá sus metas «partido a partido» y en su lucha por la igualdad seguirá dejando huella, sobre todo en las más jóvenes, a las que alienta a perseguir sus sueños: «Luchen sea por lo que sea». 

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