En algunos laboratorios de la UEx y Cicytex trabajan desde hace años en proyectos vinculados a la transición energética y el desarrollo de energías limpias. Pero mientras que en Cicytex los estudios se centran más en el biogás y no hay de momento una línea concreta en torno al hidrógeno verde, en la universidad sí hay proyectos sobre el vector al que se fía el futuro energético de nulas emisiones. Muchos de ellos están en la Escuela de Ingenierías Industriales y tratan de mejorar la rentabilidad del hidrógeno verde, ahora aún por resolver. «No trabajamos en la generación de hidrógeno sino en el paso posterior, la recuperación para poder usarlo como energía», explica José Sánchez González, director del departamento de Ingeniería Mecánica, Energética y de los Materiales de la Escuela, y responsable de uno de los grupos de investigación sobre pilas de combustible. 

Ese proceso de recuperación del hidrógeno para convertirlo en energía es ahora un paso delicado en el que se pierde bastante rendimiento, y eso lo hace poco rentable. «Pero si el objetivo es descarbonizar, la tecnología del hidrógeno verde se tendrá que extender tarde o temprano», aventura el experto. 

Ha llovido ya desde los primeros trabajos en la escuela en torno al hidrógeno, en 2006. «Empezamos con pilas de combustible con sistemas muy sencillos, de monoceldas, porque lo que nos interesaba era conocer el funcionamiento de esos dispositivos. Si ahora es una tecnología nueva, imagínate entonces. No había ni mercado para abastecerse de los dispositivos que buscábamos», subraya Manuel Calderón, que fue el autor de la primera tesis que se presentó en la escuela en torno al almacenamiento de hidrógeno, es profesor de Ingeniería Eléctrica y uno de los componentes de la Mesa del Hidrógeno. 

Tras esa primera pila, construyeron un cuarto de ensayo a escala con un panel solar y un aerogenerador, y establecieron un modelo de funcionamiento para una instalación aislada, con el reto de almacenar todo el excedente de energía que generaran en una pila de hidrógeno para usarlo cuando las renovables no aportaban energía. «Queríamos demostrar la viabilidad técnica, porque la viabilidad económica estaba muy lejos entonces, mucho más que ahora», subraya el experto. 

Plantas piloto

Después llegaron dos plantas piloto más grandes y ahora otro de los equipos del departamento esta trabajando en una réplica digital de una smart microgrid basada en energías renovables e hidrógeno. Ese proyecto lo dirigen Antonio José Calderón e Isaías Pérez, profesores de Ingeniería de Sistemas y Automática. Lo que se pretende es monitorizar un prototipo que integra un generador fotovoltaico, una almacenamiento temporal de corto alcance con batería de litio y otro de largo alcance en hidrógeno. 

«Queremos automatizar todos los flujos energéticos de esa red para que se convierta en una red inteligente, que gestione la energía y optimice los recursos», explica Antonio José Calderón. El objetivo es que la red no dependa de ninguna fuente de energía externa y que desarrolle un modelo digital capaz de responder de forma automática a cualquier escenario de variaciones de demanda, incidencias climáticas o pérdidas de rendimiento de los componentes, ya sea por deterioro o suciedad. De momento han recogido multitud de datos sobre todas las posibles variables, pero la finalidad del proyecto es ensayar en un laboratorio, cómo sería funcionar en una red de energía basada en renovables e hidrógeno verde y cómo podrían interconectarse múltiples redes de este modo, como antesala de ese horizonte que se vislumbra en 2050.