El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura Enrique Moradiellos advierte del "grave peligro" que supone el "revisionismo presentista", una "enfermedad" y "un anacronismo", dice, que puede llevar a ver la historia como "un deplorable catálogo de maldades".

Premio Nacional de Historia en 2017 y académico número 31 de la Real Academia de la Historia, Moradiellos (Oviedo, 1961) critica, en una entrevista con Efe, "la aplicación de parámetros morales o éticos del presente y solo del presente sobre el pasado", "sin tener en cuenta las mentalidades que operaban en aquel momento".

"Nuestros antepasados eran machistas y violentos" y para ellos "expandirse y ser colonial era un atributo de superioridad", argumenta sobre un pasado más lejano, aunque recuerda también que la industrialización de la primera mitad del siglo XIX no hubiera soportado ningún criterio medioambiental o que la idea de unas vacaciones pagadas de solo siete días en 1931 fue considerada por los empresarios españoles como una "medida comunista".

"Cuidado con estas cosas -advierte Moradiellos- porque si aplicamos este principio vamos a destruir hasta los sindicatos" tras explicar que estas organizaciones impedían hasta no hace tanto que las mujeres "entraran en las filas obreras".

El profesor Moradiellos, especializado en historia contemporánea española y europea, considera que "las polarizaciones ideológicas siempre son peligrosas en un grado extremo", cuando apelan a la violencia o a la insumisión generalizada.

En ese sentido cree que en España la pandemia "ha amortiguado mucho algunas tensiones políticas que básicamente tenían que ver con el modelo de organización territorial del Estado, derivadas del proceso secesionista de Cataluña"

El rey Juan Carlos

Reconoce también que la institución de la Monarquía está "en un momento difícil" por las informaciones en torno al rey emérito, que "han creado problemas de legitimidad y credibilidad".

Como historiador, sin embargo, tiene muy claro que la institución ha cumplido una función esencial en estos 40 años y que "históricamente sería inconcebible el paso de una dictadura al actual sistema democrático sin esa cobertura institucional que fue la Monarquía".

Además, Enrique Moradiellos destaca que cuánto más se conoce del golpe de estado del 23-F, más se sabe que "la figura del Rey entonces fue crucial" .

Por ello, considera que la historia juzgará a Juan Carlos I "de una manera diferenciada", en su etapa de rey, "donde tuvo tanto protagonismo y tan beneficioso para la concordia y la paz en España" y esta última etapa, "donde parece evidente que su comportamiento puede ser como mínimo discutible y quizás incluso censurable".

Sobre el hecho de que la Fiscalía del Tribunal Supremo sopese archivar la investigación sobre el emérito, Moradiellos reconoce que no tiene una "opinión formada y sustantiva", pero deja claro que confía plenamente en las instituciones.

"Yo no veo por qué un español no puede volver a su país, no veo por qué tenemos que tener exiliados que no tengan causa con la Justicia", dice en relación a un posible regreso a España de Juan Carlos de Borbón.

"¿Qué quiere venir a vivir a la costa gallega? estupendo ¿Qué mal hace?", se pregunta, y "si no, que los tribunales operen", añade, tras advertir que "no debemos permitir que el sesgo de la opinión pública, que es voluble y cambiante, domine la vida social, cultural o política del país".

El futuro de la monarquía

Según Enrique Moradiellos, el rey Felipe VI "todo el mundo está de acuerdo en que es impecable" y en que "está haciendo su función con arreglo al marco constitucional de una manera muy respetuosa".

A su juicio, "el futuro, con la Princesa de Asturias y su hermana, no podría ser mejor en el sentido de que son personas jóvenes, parece que muy serias y solventes".

El catedrático de Historia Contemporánea señala, no obstante, que en España siempre ha habido movimientos republicanos y que "los monárquicos de corazón, por así decirlo, son pocos".

"La mayoría somos posibilistas", reconoce, y en en ese sentido no cree que merezca la pena ahora discutir la forma de Estado, "introducir una nueva variable de división de opiniones" que "fuera lesiva del mínimo de concordia nacional" necesaria para afrontar los retos que el país tiene por delante tras la pandemia y en un contexto de debilidad de la Unión Europea frente a países como China, Estados Unidos o la India.

Sin embargo, Moradiellos sí se muestra convencido de que llegará "pronto" el momento de adecuar la Constitución Española a la realidad actual y plasmar, entre otras cuestiones, la igualdad de género en la sucesión a la Corona.

En ese aspecto, ve muy acertada la reforma legal en Holanda que permite a la heredera al trono casarse con una persona del mismo sexo.

A su juicio, "si existe igualdad de derechos con independencia de raza, género, credos u orientación sexual, es obvio que la persona que puede encarnar la cabeza del Estado tenga esas mismas características", ya que la única inhabilitación que tiene el monarca en España es que no puede votar.

Las lecciones de la pandemia

Para el profesor Moradiellos, los libros de historia contarán la pandemia de la covid-19 como "un gran cataclismo mundial que mostró la otra cara de los procesos de globalización".

Cree que ha dejado claro, como gran lección, que "la humanidad es una" y que "el imperativo de la cooperación internacional es un principio obligatorio de la vida en este estado de civilización".

Aunque reconoce que la Unión Europea "empezó a ciegas, como todos", considera que ha salido "muy reforzada" de esta crisis sanitaria y que la integración europea ha recibido un "enorme impulso" tras la "herida" del Brexit.

La otra gran lección de la pandemia, en su opinión, "es que no se hace frente a emergencias globales con soluciones meramente locales", sino que "se aplican localmente soluciones que deben de ser globales", una fórmula que también servirá para luchar contra el cambio climático, donde el camino, en su opinión, es "llegar a acuerdos y respetarlos".

Para Enrique Moradiellos, ante este y otros retos, siempre hay que aplicar "el principio de cooperación", porque, de lo contrario, se llega a la desunión y de ahí "se pasa al antagonismo y al conflicto como principio de la destrucción". Son, dice, las lecciones que nos enseña la historia.