La escalada de precios de los carburantes de automoción no da tregua y sigue encadenando subidas sin freno. El de la gasolina se ha incrementado esta semana en un 0,2% hasta registrar el tercero más elevado de la historia, mientras que el del gasóleo lo ha hecho en un 0,1% y marca un nuevo máximo anual, según los datos publicados el pasado jueves por el Boletín Petrolero de la UE, que refleja que la gasolina se vende en España a una media de 1,513 euros el litro y a 1,385 el de gasóleo. Para ver el coste de los combustibles a estos niveles habría que retroceder hasta septiembre de 2012. 

Los informes mensuales del Ministerio para la Transición Ecológica, que llegan hasta octubre, recogen en Extremadura un alza del 25% para el gasóleo y de alrededor del 23,5% para la gasolina desde inicios de año, cuando se despachaban a un promedio de 1,09 y 1,193 euros el litro, respectivamente. Sin embargo, el pasado viernes el Geoportal de Hidrocarburos de este mismo departamento, con información recogida en su mayor parte en el transcurso de esta semana, revelaba que más de la mitad de los puntos de venta al público de la región ya están comercializando el diésel por encima de 1,4 euros el litro. Además, dos tercios de ellos superan el euro y medio o se quedan en la pírrica frontera de 1,499 en la gasolina 95. De esta forma, el encarecimiento de llenar un depósito medio (55 litros) se acerca a los 20 euros en lo que va de año, hasta rondar los 77 euros para un motor diésel y los 82,5 para uno de gasolina.

Paradójicamente, además del impacto que ha tenido en las economías domésticas y de haber puesto contra las cuerdas al sector de transporte, quienes venden el combustible también están acusando el efecto de sus altos precios, que «está siendo catastrófico». «El nuestro es un negocio de volumen y está comprobado que la demanda es elástica con respecto al precio. A mayor precio, menos ventas», precisa Nacho Rabadán, director general de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (Ceees) . Desde esta patronal se estima que en estos momentos se está «alrededor de un 20% por debajo de las cifras de ventas» de 2019 por estas fechas. «Por eso hemos pedido al Gobierno una rebaja temporal del IVA de los carburantes, de modo similar a lo que se ha hecho con la electricidad», lo que «supondría un balón de oxígeno para las familias y las empresas y ayudaría a estimular el consumo, no solo de carburantes, sino en general», arguye.

Número "alarmante" de cierres

Rabadán asegura que la progresiva pérdida de rentabilidad de estos negocios está derivando «en todo el país» en «un número alarmante de cierres, especialmente en zonas rurales». En ellas, «con una menor densidad de población, las cuentas no salen y no pocos empresarios están optando por echar la persiana definitivamente». «Ya hay muchas zonas de España en las que sus habitantes han de recorrer más de 60 kilómetros para llenar los depósitos de sus vehículos», esgrime Rabadán, que recuerda la «labor de servicio público» que en estas zonas desempeñan estas instalaciones, «suministrando gasóleo B a los agricultores y actuando como un polo de cohesión social. Cuando una gasolinera cierra, supone la partida de defunción de la comarca».

"Para las estaciones de servicio el impacto del alto precio de los carburantes está siendo catastrófico. El nuestro es un negocio de volumen y está comprobado que la demanda es elástica con respecto al precio. A mayor precio, menos ventas"

Nacho Rabadán - Director general de Ceees

Clausuras que en Extremadura se han producido durante los dos últimos años al menos en siete ocasiones, que son las que tiene contabilizadas la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad extremeña.

Cinco aperturas de nuevas estaciones de servicio este año

En lo que va de año, la Dirección General de la Junta de Extremadura ha tramitado cinco registros de apertura de nuevas estaciones de servicio en la comunidad autónoma (tres en la provincia de Cáceres y dos en la de Badajoz), y otros siete de ampliación o modificación de instalaciones ya existentes (4 y 3, respectivamente). 

Sumadas estas aperturas, el número total de gasolineras abiertas al público en las calles y carreteras extremeñas se sitúa en 471, casi dos tercios de ellas en la provincia de Badajoz (306).

Según se explica desde la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad, este registro de las instalaciones se efectúa una vez que las mismas han sido totalmente terminadas y certificadas por los técnicos titulados, empresas instaladoras y organismos de control que intervienen en su diseño, montaje y comprobación, como responsables de la ejecución y de certificar la seguridad de las instalaciones. 

Pero mucho antes de este registro y de que la gasolina comience a salir de los surtidores, una de las primeras decisiones que hay que tomar es la de donde se ubicará la gasolinera. ¿Con qué criterios se escoge la localización? En las estaciones de carretera, responde Nacho Rabadán, director general de la Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (Ceees), el factor determinante es la Intensidad Media Diaria (IMD), una magnitud que expresa el volumen de tráfico que pasa por un determinado punto. «No obstante, en la actualidad es muy difícil hacer cálculos en ese sentido, pues existe mucha incertidumbre. Si finalmente se aprueba la viñeta y hay que pagar peajes por circular por las autovías, es previsible que el tráfico se desvíe hacia carreteras que no son de alta capacidad», precisa, lo que podría hacer variar estas intensidades en determinados puntos. Y una estación de servicio, recuerda, es una instalación industrial, que requiere de inversiones muy elevadas y plazos de amortización dilatados en el tiempo. Para ello se necesita seguridad jurídica que permita hacer previsiones fiables».

Unas inversiones que para una estación con dos surtidores, que comercialice tanto gasolina como gasóleo, y con un almacenamiento de entre 80.000 y 100.000 litros, puede moverse entre los 200.000 y los 250.000 euros, obra civil incluida pero sin tener en cuenta el coste de suelo y tienda. Para esta última sería necesario invertir unos 100.000 euros adicionales «como mínimo». «El límite por arriba es inexistente», resalta Rabadán. Cuando llegue el momento de cerrar y desmantelar la instalación, eso también tendrá aparejados unos costes elevados, de entre 60.000 y 500.000 euros.

El tiempo que tarde en amortizarse la inversión dependerá del ritmo al que funcionen las ventas. En este punto, afirma el director general de Ceees, en España se ha pasado de una media por estación de servicio «de 3,5 millones de litros anuales en 2007 a 1,85 millones en 2020. Las ventas medias por estación descienden en picado y eso hace que las empresas del sector deban añadir nuevos productos y servicios a su catálogo para mejorar sus cuentas de explotación». La venta de carburante sigue siendo la actividad principal de estos negocios, pero les aporta «cada vez menos beneficio», por lo que «se ven obligadas a mejorar sus tiendas, áreas de lavado, etcétera», incide.