Como el toro de Osborne, la botella de Tío Pepe o Bibendum (más conocido como ‘el muñeco de Michelin’), la silueta negra de un jinete que atraviesa a caballo la vegetación fue uno de los reclamos publicitarios más reconocibles en la España del siglo XX. Esta figura sobre fondo amarillo protagonizó la cartelería de Nitrato de Chile, creada a finales de la década de los veinte y que proliferó hasta convertirse en uno de los iconos de la sociedad rural y el campo españoles.

La imagen, plasmada en azulejos, se situaba en puntos estratégicamente visibles, como los accesos a los pueblos, iglesias, plazas o almacenes. Aunque muchos de estos murales consiguieron aguantar en sus emplazamientos originales aun décadas después de que el producto que anunciaban fuese reemplazado por otro nitrato, esta vez artificial y procedente de Noruega, la mayoría de ellos ha acabado por desaparecer, víctima de reformas y derribos de inmuebles.

En una calle de Fuente de Cantos.

Por eso, el pasado 19 de septiembre la asociación Adenex envió un escrito a la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes solicitando la protección para los murales publicitarios que quedan de este abono agrícola. La petición la acompañó de un inventario con los que sobreviven en Extremadura, apenas ya una veintena. Son una decena menos de los que había hace solo una década, calcula Antonio Díaz, coordinador del Grupo de Trabajo de Patrimonio Histórico de Adenex. «Bastantes de los que teníamos controlados hemos ido viendo cómo se perdían», lamenta. 

En localidades como Cabeza del Buey, Medellín, Miajadas, Monesterio (dos), Pozuelo de Zarzón o Jerez de los Caballeros ha ido dejando de leerse en los últimos años la exhortación «Abonad con» que precedía al nombre comercial del producto. «La mayoría de ellos» simplemente «se habrán quitado y tirado» cuando ha habido que reformar un inmueble, apunta Díaz, si bien tampoco descarta que alguno haya podido acabar en manos de un coleccionista.

Mural de Fregenal de la Sierra, algo deteriorado.

Dos son los principales motivos en los que este colectivo conservacionista argumenta la consideración de estas publicidades como parte del patrimonio histórico, artístico y cultural. Uno de ellos es su valor estético como testimonio de un movimiento artístico del momento, el art déco. Y el otro, el principal, es que «forman parte de nuestra memoria colectiva y nos hablan de un pasado agrícola donde el monocultivo extensivo de cereal era la base de la economía rural de amplias zonas de Extremadura en las que los anuncios murales eran unos de los pocos canales publicitarios». 

Este cartel fue diseñado por Adolfo López-Durán (1902-1998), cuando aún era estudiante de arquitectura, y fabricado por la cerámica valenciana Ramón Castelló. Se trataba de un mural de forma rectangular donde la figura en negro del perfil de caballo y jinete se separaba del fondo por una definida línea blanca. Extremadura, las dos Castillas, La Rioja, Aragón o Andalucía, regiones en las que el cultivo del cereal --que podía llegar a multiplicarse recurriendo al salitre-- era básico para la subsistencia, fueron en las que su presencia se hizo más habitual.

En la localidad pacense de Puebla del Maestre.

En la localidad pacense de Puebla del Maestre.

Ya ha habido varias peticiones similares en otros territorios españoles para salvaguardar estos anuncios y, en algunos casos, se ha procedido a su restauración. Este mismo verano, en la isla de La Palma, se acometió la de uno de estos mosaicos, compuesto por 270 unidades de azulejo, que sumaban una superficie de 10,8 metros cuadrados. Los trabajos duraron algo más de un mes, y tuvieron un presupuesto que sobrepasó los 18.000 euros. 

Conservación desigual

Entre las dos decenas que se mantienen en pie en las calles extremeñas, los hay que se conservan en buen estado, como los Fuente de Cantos y Puebla del Maestre. Otros, como el de Fregenal de la Sierra, presentan un estado más deficiente, aunque mucho mejor que el que ofrecen los de Talavera la Real, sin texto ya visible, o el de Don Benito, al que la puerta de una nave ha arrancado la mitad inferior. Entre los que se encuentran mejor mantenidos está también el de Trujillo, localidad que en 2015 visitó el entonces embajador chileno en España, Francisco Marambio, con motivo de la colocación de una placa de granito debajo del cartel publicitario, que simboliza, incidió, las históricas relaciones entre ambos países. También los hay en Alburquerque, Alconchel, Almoharín, Casas de Don Pedro, Granja de Torrehermosa, Madroñera, Montijo, Olivenza, Puebla de la Calzada, Siruela, Torrejoncillo, Valencia del Ventoso, Villamesías, Zarza de Granadilla y Zorita.

El que había en Medellín, ya desaparecido.

Desde la Dirección General de Patrimonio Cultural se confirma que se ha recibido la solicitud para declarar estas cerámicas bien de interés cultural (BIC) o bien inventariado y que se están «estudiando posibles formas» para protegerlas. No obstante, se puntualiza, «la figura de BIC incluye un entorno de protección del bien que en este caso plantea dificultades para aplicarse, ya que los carteles publicitarios están instalados en el espacio público y en ocasiones cerca de viviendas y propiedades privadas que se verían afectadas por la declaración».

Este de Cabeza del Buey fue quitado en 1986.

Un razonamiento que no convence a Díaz. «Ese argumento me llama mucho la atención, porque la mayor parte de los elementos del patrimonio histórico están en propiedad privada y se declaran protegidos», aduce. En cualquier caso, considera que «quizás la figura que aquí tiene más lógica es la del bien inventariado», al tiempo que agrega que también deberían incluirse dentro del catálogo de bienes protegidos de las corporaciones locales.