El extremeño Ángel Sánchez Baltanás, natural de La Garrovilla (Badajoz), lleva más de 30 años trabajando en Austria, uno de los países que en estos momentos presentan la tasa de contagios más alta de Europa y que ayer inició su cuarto confinamiento para intentar frenar la expansión del coronavirus. Desde la capital, Viena, cuyas calles están vacías, Ángel Sánchez reconoce que la situación «es bastante crítica», pues se ha producido «un retroceso», a pesar de que hasta hace poco estaba controlada gracias a «medidas rápidas e inteligentes» a las que los austriacos respondieron.

Dados los malos datos que presentan, este español entiende que el confinamiento «es una necesidad» a la que se ha visto obligado el gobierno de coalición. Las infecciones diarias en Austria superan las 14.000 en una país que no llega a 9 millones de habitantes y lo que más que preocupa es la ocupación hospitalaria, con más de 3.000 enfermos ingresados, las UCI llenas y el personal sanitario, además de cansado, enfadado por el bajo índice de vacunados. Solo el 66% de la población tiene la pauta completa. «Incluso se ha escuchado que en algún hospital están los fallecidos en los pasillos». Ángel Sánchez aduce que Austria es uno de los países donde se realizan más test, gratuitos y de fácil acceso, de ahí que se tenga tanta información sobre la evolución de los contagios.

Apunta que a esta grave situación se ha llegado por varios factores. Por un lado, cree que ha intervenido «la relajación» de la sociedad provocada por que al inicio de la pandemia se llegó a controlar. El confinamiento solo duró una semana. Posteriormente «se bajó la guardia» y la reacción por parte del Gobierno de coalición ha sido tardía. «Después del verano no ha hecho absolutamente nada, a pesar de que los expertos diagnosticaban una cuarta ola» y por eso hay cada vez más voces críticas con esta gestión. En la rueda de prensa en la que se anunció el confinamiento el pasado viernes, el propio ministro de Sanidad, Wolfgang Mückstein, que es médico, «se excusó y pidió disculpas por la gestión de las últimas semanas, lo que significa que ellos reconocen que no se ha actuado como exigían los datos». Por otro lado, ha influido que no hayan sido capaces de convencer a los austriacos de que se vacunen.

¿Podría extrapolarse lo que ahora vive Austria a un futuro próximo en España? Este extremeño piensa que no. «La situación es distinta: España a diferencia de Austria está en el otro extremo, entre los países con la tasa de vacunación más elevada; además la gente ha sufrido un confinamiento mucho más duro, ha habido muchos muertos y está más concienciada para afrontar esta situación». Aun así, advierte de que el virus continúa mutando, por lo que el «riesgo sigue estando ahí». Del mismo modo defiende que si los españoles se relajan en las medidas preventivas, «podría ocurrir de nuevo». De todas formas, «de momento la situación de España es más ventajosa» con lo cual, aunque suban los contagios, se confía en que no se colapsen los hospitales «y eso da un poco de ventaja». «Yo veo a España mejor, pero no se puede confiar».

No es tan estricto

El confinamiento que soporta Austria no es sin embargo tan estricto como el primero que se impuso en España. Se puede salir de casa para trabajar, a pasear, «estirar las piernas», hacer deporte al aire libre, asistir a oficios religiosos, comprar a la farmacia o en un supermercado. «Es un confinamiento light si lo comparamos con el de España», recalca. Además, en Austria está mucho más implantado el teletrabajo, sobre todo a raíz de la pandemia. Los colegios tampoco han cerrado, aunque se aconseja a los padres que los alumnos no acudan a clase. De hecho, la hija de Ángel Sánchez es profesora y ayer le comentaba que asistió un 60% de estudiantes.

Este extremeño cuenta que, como ocurrió en España con la temporada de verano, ahora en Austria preocupa la repercusión en el turismo invernal, que representa una importante entrada de divisas para el país. Esquiar está permitido, por ser un deporte al aire libre, pero los extranjeros no acudirán a practicarlo porque no tendrán dónde alojarse, dado que los hoteles están cerrados.

En principio el confinamiento se prolongará 20 días y en diez se revisará. A partir de esa fecha, si se levanta, los no vacunados seguirán confinados. Ángel Sánchez considera que la vacunación obligatoria va a ser el principal «quebradero de cabeza» por la oposición que ha surgido en las calles entre quienes defienden que choca contra el derecho a la libertad de elección. Este extremeño se vacunó con Janssen y ya ha recibido la dosis de refuerzo con Pfizer. Ha programado viajar a España en el puente de la Constitución, pero no las tiene todas consigo, pues aunque no hay restricciones para entrar o salir del país, depende de que las compañías aéreas cancelen vuelos porque baje la ocupación y de las medidas que adopten otros países para los viajeros procedentes de Austria. «Me apetece salir de aquí, la gente está cansada y enfadada». La evolución sanitaria dirá si puede hacerlo.