«Un ajuste fino» en palabras del propio presidente de la Junta, que se materializó ayer. Guillermo Fernández Vara ha querido cambiar su equipo de Gobierno de manera sutil. Isabel Gil Rosiña ya ha dejado de ser la portavoz del Gobierno y se queda únicamente con la Consejería de Igualdad, a la que se le ha añadido el apellido de ‘y Cooperación al Desarrollo’, una cartera en la que no faltan palabras bonitas y de compromiso pero donde el presupuesto y la repercusión son más limitados que en otros campos.

A Gil Rosiña la sustituye ya Juan Antonio González, que se estrena como portavoz de la Junta de Extremadura y entra directamente en el Ejecutivo extremeño (González también es responsable de comunicación del PSOE y hasta el pasado mes de octubre ejercía de portavoz del partido).

Es solo un cambio y Vara lo justifica reiteradamente con el argumento de que llegan ahora muchos fondos europeos (del programa Next Generation), que «vienen tiempos muy importantes para la región» y que hay que «ahondar en el trabajo transversal de las consejerías».

Esa es la versión oficial. Pero a veces el contexto y los hechos pasados (no tan pasados) ayudan a explicar el presente.

Gil Rosiña sorprendió presentando una candidatura alternativa para liderar el PSOE en la provincia de Badajoz: su número uno era el actual alcalde de Mérida.

Así, retaba a Rafael Lemus, que ostentaba ese cargo de secretario general del partido en territorio pacense. Se celebraron primarias y Lemus arrasó, sin que en el proceso se pudieran evitar las tensiones.

El movimiento de Gil Rosiña descuadró. Dos meses después de perder esas primarias, también ha perdido la portavocía del Gobierno extremeño.