Los precios no han dado respiro en 2021. El desbocado coste de la energía y las tensiones en las cadenas de suministro ocasionadas por distintos factores han dejado la inflación en unos niveles que no se conocían desde hace décadas. Las autoridades monetarias y políticas siguen insistiendo en que es un fenómeno temporal, aunque algunos expertos ya le ponen matices a esta condición pasajera porque, de momento, no se atisba el final de esta escalada. El dato adelantado de noviembre del IPC sitúa su variación anual ya en el 5,6%, dos décimas por encima de la registrada en el mes anterior. Y en cuanto a diciembre, con las fiestas navideñas en el horizonte, no parece el periodo idóneo para frenar los precios. 

En Extremadura, el IPC de octubre fue del 5,6%, una variación anual que en la comunidad autónoma no se registraba desde hace casi tres décadas (septiembre de 1992), superando así la media española, algo que se ha repetido en todos los meses que llevamos de 2021. En cuanto a la inflación subyacente (sin incluir los alimentos no elaborados ni los productos energéticos, que se consideran los artículos más volátiles) se situó en la comunidad autónoma en el 1,2% tras aumentar una décima. En España fue del 1,4%, de forma que la brecha con el IPC general alcanzó los cuatro puntos, algo que no se observaba desde el comienzo de la serie de datos, en agosto de 1986.

Si hay que señalar un culpable principal de que los precios estén en ‘subida libre’ ese es sin duda la energía. En el último año, la factura de la luz y el gas ha saltado por los aires, con una aumento del 52,3% en Extremadura. Según la Encuesta de Presupuestos Familiares de 2020, el gasto medio por hogar extremeño fue de casi 89 euros en este capítulo. Ahora el desembolso de ese mismo hogar para tener un consumo similar sería de unos 110 euros, descontando el impacto de las medidas aprobadas por el Gobierno para atenuar la subida, que puede rondar los 25 euros mensuales. 

En 2020, el gasto medio de un hogar extremeño en luz y gas fue de 89 euros al mes. El precio de estos suministros ha subido un 52,3%

Tampoco hay que dejar de lado la progresión que ha experimentado la bombona de butano, de la que los extremeños son los mayores consumidores per cápita del país, y que se aproxima a sus máximos históricos. A mediados del mes pasado, la bombona regulada enlazó su séptima subida consecutiva, que la llevó a costar 16,92 euros, rozando el 40% de incremento desde septiembre de 2020.

Acudir a los surtidores para repostar combustible se ha convertido a lo largo de los últimos meses en otra una fuente de disgustos (mayor de lo habitual) para el bolsillo de los conductores. A pesar de que el precio de la gasolina dio la pasada semana su primera pequeña tregua en España en un trimestre, con una caída del 0,3%, permanece en niveles no registrados desde 2012. Se vende a una media de 1,509 euros el litro, de acuerdo al último Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE), tras haber encadenado once subidas semanales seguidas con anterioridad.

El gasóleo también bajó, en su caso por segunda ocasión, pero igualmente se mantiene en un coste desconocido desde hace nueve años, con 1,376 euros por litro. Actualmente, llenar un depósito medio de 55 litros con gasolina cuesta 83 euros, mientras que con gasóleo se acerca a los 76 euros, en ambos carburantes cerca de veinte euros más que a inicios de año, cuando en la región la gasolina se despachaba a un promedio de 119,3 céntimos el litro y el diésel a 109.

Impacto en la cesta de la compra

Dentro de la cesta de la compra, el grupo de alimentos que lidera las subidas en este último año es el de aceites y grasas. Este incremento ha estado protagonizado por el aceite que tiene un mayor peso en el gasto de los hogares, el de oliva, que en origen ha llegado a dispararse alrededor de un 70% por la reducción de la cosecha de aceituna y al aumento de la demanda, sobre todo en el ámbito internacional. El impacto en los lineales, con ser muy fuerte, se ha quedado bastante por debajo, en torno al 20% en la región.

 Circunstancias particulares al margen, las tensiones inflacionarias derivadas del encarecimiento de materias primas, de la energía o del transporte, ya se están trasladando a la alimentación. A inicios de este mes, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) dio a conocer un análisis del comportamiento de los precios en los últimos 6 meses para una selección de 23 alimentos básicos. El estudio revelaba incrementos de entre un 8,3% y un 21,2% en este periodo para la margarina, la pasta, los lácteos, algunas carnes (pollo y ternera) y los huevos. Esta organización atribuía estas «espectaculares subidas de precios, no habituales en los últimos años» a la electricidad y los carburantes, «al tratarse de productos en los que la energía en sus diferentes fases de producción (elaboración, conservación, transporte y distribución)» supone un coste muy importante. 

Los datos del INE sobre los precios por comunidades autónomas llegan hasta octubre (en una semana se publicarán los de noviembre), pero ya recogen encarecimientos muy a tener en cuenta en algunos alimentos. Aparte de los aceites, destacan el de los huevos, con un 9,5% de crecimiento, la carne de ovino (+9,1%), y el epígrafe conformado por agua mineral, zumos y refrescos (7,8%) . En relación a estas bebidas, este año entró en vigor la subida del IVA de las azucaradas y edulcoradas, del 10% al 21%. Otro alimento tan básico como es el pan también sumaba en el décimo mes del año un incremento notable, del 3,2%, por un 2,8% del apartado de café, cacao e infusiones, un 2,6% de la carne de vacuno, un 2,5% de la leche y un 1,9% de la carne de ave.  

Un obstáculo para la negociación colectiva

De un lado, el rechazo frontal de los sindicatos a que continúe la pérdida de poder adquisitivo y el empobrecimiento de los trabajadores. De otro, tanto los empresarios, que arguyen que el aumento de costes que sufren no les deja con margen para subir los sueldos a sus empleados, como quienes aseguran que hacerlo abocaría posiblemente a una espiral inflacionaria muy perjudicial para la economía. La subida de precios puede ser un elemento que enquiste la negociación colectiva en los próximos meses en España.

Que el coste de la vida se eleve tanto será especialmente oneroso para los trabajadores con nóminas más bajas. Hay quien, de hecho, llama a la inflación ‘el impuesto de los pobres’, porque es a las personas de menor renta a las que les resulta más complicado escapar a los efectos de los incrementos de los precios. Y Extremadura es la región con el sueldo medio más bajo del país. 

Por lo pronto, hasta octubre, cuando el alza anual en los precios era del 5,6% en la región, la variación salarial media pactada de los convenios con efectos económicos durante este ejercicio se quedaba bastante por debajo de la mitad en Extremadura, en un 2,24%. También fue inferior a la previsión media del Gobierno para final de año (2,3%). Y eso que el dato regional era mejor que el promedio español, del 1,55%, de acuerdo a las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Economía Social. 

En total, en la comunidad autónoma han sido 51 los convenios con efectos económicos en los diez primeros meses del año (firmados en este o en anteriores ejercicios), que afectaron a 7.293 empresas y a 41.380 trabajadores. La revalorización ha resultado muy distinta en función del tipo de convenio. Así, en los de empresa (43 que han afectado a 5.803 trabajadores), el aumento pactado ha sido del 0,98%. En cambio, en los de ámbito superior (aquellos de sector y o de grupos de empresas), el alza se ha situado en el 2,45%. Estos segundos han sido 8 convenios, que comprendían a 35.577 empleados.