Dice José María Vergeles que la «incertidumbre» en las sucesivas oleadas de la pandemia ha sido lo más difícil de gestionar como consejero de Sanidad, y la llegada de la vacuna, la «gran alegría» que llegó gracias a la ciencia.

¿Hay algún momento que le haya marcado especialmente en desde el inicio de la pandemia? 

Muchos; por ejemplo cada vez que hay fallecimientos, muchos días a lo largo estos dos largos años; o cuando íbamos subiendo en cada una de las seis olas. Manejar esa incertidumbre ante la ciudadanía y ante los profesionales que lo han dado todo en este tiempo, ha sido y es muy difícil de controlar y, desde luego, inolvidable.

A estas alturas, en 2020 hablábamos aún de un extraño virus en China ¿Cuándo fueron conscientes de la gravedad de la situación?

Hubo un primer consejo interterritorial del Sistema Nacional de Salud el 25 de febrero de 2020 y entonces se nos dio una información del centro de alertas y emergencia sanitaria a partir de lo que estaba pasando en Wuhan (China). A continuación llegaron los primeros casos en Extremadura y ahí es cuando empezamos a ver la gravedad. Nunca sabremos a ciencia cierta el nivel de contagios de la primera ola, porque la escasez de medios nos llevó a afrontar solo los casos más graves y no los contagios. Cuando empiezan a subir las ocupaciones hospitalarias, nos dimos cuenta de que la información sobre la evolución del virus en China no valía para lo que estaba pasando en Europa. El virus era más contagioso y más grave.

Ante esos primeros casos en Extremadura y con lo que ya sabían del brote de Italia ¿Qué sintió?

Un exceso de responsabilidad. porque manejábamos una enorme incertidumbre. No había respuesta para muchas de las preguntas que nos hacían, ni protocolos para abordar la gravedad. Nos enfrentábamos a cambios de criterios continuos con la información que teníamos. Era algo desconocido.

¿Imaginaban que esta sería la situación dos años después?

La evolución ha sido sorprendente porque es cierto que, en un tiempo récord, la ciencia dio una respuesta a una situación de gravedad. La vacuna fue una inmensa alegría. Y lo que espera uno es que, con esa respuesta, en este momento no hubiéramos estado en los niveles de incidencia que estamos. Cuando estábamos administrando las vacunas pensábamos que podía ser el final. Es cierto que siempre hemos tenido claro que mientras hubiera un reservorio importante del virus, podría mutar; pero no que llegáramos a una sexta ola de estas dimensiones. Por fortuna tenemos un porcentaje de vacunación muy elevado y por eso el año pasado, con mucha menos incidencia, teníamos cuatro veces más ingresos.

¿Temieron que la gente no respondiera a la vacuna? 

Sí, y un primer barómetro del CIS nos dijo que el 70% de la población no se vacunaría. Había que darle certidumbre a la ciudadanía, y la enorme respuesta que hubo después es un mérito de la solidez de los cimientos del Sistema Nacional de Salud, no de los políticos. 

¿Está la endemia en el horizonte?

Confío en que en que en los próximos días alcancemos el pico de esta ola y, si son ciertos los datos de los estudios de Reino Unido y Sudáfrica, que baje la incidencia y podamos iniciar la endemia y prepararnos ante la posibilidad de una nueva variante. Confío en que eso y los nuevos tratamientos permitan dejar de someter al sistema sanitario a una prueba de estrés constante.