En el inicio de la crisis del covid, Salvador Illa ostentaba el cargo de ministro de Sanidad. El ahora líder del PSC dice que la pandemia fue el momento «más intenso y excepcional» de su carrera política.

¿Recuerda cómo decidieron aplicar el estado de alarma?

El viernes 13 de marzo de 2020, a primera hora, tuve una llamada del presidente. Me hizo tres preguntas. Una, si debíamos aprobar el estado de alarma: mi respuesta fue que sí. La segunda fue por qué: mi respuesta, porque la agilidad con la que debíamos tomar decisiones era incompatible con un sistema como el que tenemos ahora, que nos obliga a llamar y consensuar las medidas con 17 autonomías. Y la tercera pregunta fue si el Ministerio de Sanidad podía dirigir toda la sanidad en España, y yo le dije que no. Podía dirigir la crisis de salud pública, pero no toda la sanidad. Fue unánime la opinión de todo el Gobierno de convocar un Consejo de Ministros y adoptar un estado de alarma. El presidente hizo las llamadas de rigor, al jefe del Estado y de la oposición, y lo anunció ese mismo viernes a primera hora de la tarde. Y ya estuvimos toda la tarde del viernes y madrugada del sábado trabajando en el texto del estado de alarma, que entró en vigor el 15 de marzo.

¿Le preocupaba cómo transmitir este mensaje a la población?

Siempre tuve claro que a la ciudadanía hay que explicarle las cosas tal cual son, con transparencia. Hay que decir lo que sabes y lo que no. Teníamos plena conciencia de que pedíamos unos sacrificios muy relevantes y, por tanto, lo mínimo era contarle las razones que nos llevaban a tomar estas decisiones. Por otra parte, todo el mundo veía que esto estaba ocurriendo en todas partes, donde se tomaban decisiones similares. Había cuatro criterios que desde el principio tuvimos muy claros: ciencia, trabajo conjunto con las comunidades autónomas, coordinación con todos los organismos multilaterales a nivel europeo y a nivel internacional y transparencia.

Fue doloroso ver cómo algunos geriátricos dejaron morir a sus ancianos. ¿Por qué España permitió eso?

No, no, no se permitió. Fíjese, en todo el mundo las residencias de mayores lo pasaron muy mal, no solo en España. En todo el mundo vimos que había unos colectivos más vulnerables, en concreto los centros de mayores. Desde el principio hicimos unos protocolos y creo que todas las comunidades, en el curso de la primera ola, tomaron la, a mi juicio, correcta decisión de poner las residencias bajo el mando de las autoridades sanitarias. Me parece que esto tiene que llevarnos a unas conclusiones y aprendizajes para mejorar el modelo que tenemos de atención a los mayores.

¿Cómo fue su relación con las comunidades autónomas?

De mucha complicidad. Todos fuimos muy conscientes desde el primer momento de lo que se nos venía encima potencialmente, y he de decirle que fue una relación de mucha complicidad no exenta de algunos momentos de discrepancia o tensiones; normal, por otro lado, cuando gestionas situaciones de este tipo. Quiero poner en valor el muy buen trabajo que han hecho con carácter general todas las autonomías.