Ana Fernández Prieto (Mérida, 26 años) ha tenido «la suerte» de poder disfrutar dos becas Erasmus+ durante sus estudios universitarios. La primera la disfrutó en en el marco del Grado en Traducción e Interpretación que cursó en la Universidad de Salamanca; la segunda fue tras solicitar un doble Erasmus+ en a través del Máster Europeo en Traducción Especializada. «En ambos casos, mi objetivo era realizar una inmersión lingüístico-cultural que me permitiese seguir desarrollando mis competencias en calidad de traductora al mismo tiempo que viajar y conocer los países de destino», cuenta. Tres lugares de los que le seducía la oferta académica pero también el atractivo que ofrecían dos grandes capitales (ambas de la UE por aquel entonces) y una pequeña ciudad universitaria italiana.

«Erasmus+ es mucho más que un programa académico», resalta. Sus tres experiencias, detalla, le han hecho «’dar el estirón’ tanto a nivel personal como académico. Han sido periodos intensos de búsqueda y de encuentros, de descubrimiento y de aprendizaje. Considero que han sido una llave maestra que me ha permitido llegar a donde estoy hoy», por lo que recomienda «encarecidamente lanzarse a dar el paso».

De los tres lugares en los que estuvo se lleva «experiencias y personas inolvidables». Y, si tuviera que quedarse con un recuerdo, «sería cualquier día normal en Forlì, comer una piadina a medio día entre clase y clase, ir al Parco Urbano después de haber estado estudiando con mis amigos en la biblioteca Ruffini y terminar volviendo a casa en bicicleta tras pasar por Piazza Saffi». Aunque reconoce que le costó algunas semanas adaptarse por el «choque cultural», puntualiza a continuación «que fue mucho más fácil estando rodeada de las personas tan maravillosas que se cruzaron en mi camino».

En octubre comenzó unas prácticas Blue Book en la Agencia Ejecutiva Europea de Educación y Cultura (EACEA) de la Comisión Europea. «Aquí, apoyo a mi unidad en la gestión de proyectos europeos en el ámbito de la ayuda humanitaria y en la promoción del Cuerpo Europeo de Solidaridad, un programa que ofrece a jóvenes la oportunidad de llevar a cabo voluntariados dentro y fuera de Europa», aclara. En estos momentos se plantea seguir desarrollándose como profesional en Bruselas. «Creo que estoy en el mejor sitio para aprender cómo funciona la gran maquinaria europea. No obstante, no pierdo de vista España y, sobre todo, mi querida Extremadura. No descarto retornar en un futuro para seguir construyendo mi carrera en el ámbito que más me apasiona: la juventud». En cualquier caso, subraya, «esté donde esté, para mí es fundamental seguir vinculada de manera directa al proyecto europeo que se nutre de la riqueza y la diversidad de regiones como Extremadura y que, al mismo tiempo, Extremadura construye este proyecto europeo junto con otras regiones de la Unión. Tenemos un papel fundamental en la construcción de la cohesión europea y un potencial increíble para desarrollar proyectos de gran calidad».