En la comarca de Tentudía ya se están tomando medidas. Esta próxima semana comienzan las restricciones de agua: habrá cortes parciales en instalaciones agrícolas y ganaderas y en las segundas residencias de los pueblos que se abastecen del pantano de la zona porque apenas tiene un hectómetro cúbico de agua, el 20% de su capacidad. 

Y entre los agricultores que se dedican a los cultivos de regadío empieza a cundir la incertidumbre más absoluta. No saben cómo podrá iniciarse la próxima campaña agrícola en zonas productivas tan prolíficas como las Vegas Altas del Guadiana. 

La causa de estas dos situaciones anteriores es sencilla y generalizada en Extremadura: la escasez de agua. La ausencia de precipitaciones en la comunidad durante este mes de enero tiene los pantanos de la región en cotas bajas y eso preocupa ya especialmente a varios sectores de la comunidad. 

Basta con mirar los datos del agua almacenada en los principales embalses extremeños para hacerse una idea de la situación. De forma generalizada, se encuentran más de un 30% por debajo de la media de los últimos diez años, con casi 3.000 hectómetros cúbicos menos. Prácticamente ninguno supera la media de la última década y muy pocos tienen más reservas de agua que hace justo un año. Entre los embalses más grandes destaca el de La Serena, el mayor del país, que se encuentra al 14% de su capacidad, con apenas 473 hectómetros cúbicos de agua de los 3.219 que puede llegar a almacenar. De hecho, la cuenca del Guadiana, al 27,9% de capacidad, se está viendo más afectada por esta situación que la del Tajo, que se sitúa actualmente al 51,7%.

La situación preocupa también en otros embalses que se emplean para el riego de cultivos, como el de Orellana, al 59% de su capacidad, o el de Valdecañas, al 51%; pero también para el abastecimiento de los hogares, como es el caso de la presa de Alange, que se encuentra al 21,6% en estos momentos. 

Y nada o poco ayuda a calmar la incertidumbre echar mano de la previsión meteorológica. «De momento, para la semana que viene vamos a empezar con la misma situación: más anticiclón. Y aunque se va debilitando un poco y se va alejando al centro de Europa, al menos en los próximos 4 o 5 días no se espera que nada vaya a cambiar», señala Marcelino Núñez, delegado territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Reconoce que el invierno «iba normal hasta diciembre, con alguna característica un poco especial porque ha llovido, aunque concentrando la precipitación bastante», pero enero puede que se salga de sus parámetros habituales. «Si la situación no se corrige en los días que quedan para acabar el mes, enero se va a ir seco», añade. ¿Es normal esta ausencia de lluvias? «Tampoco es algo extraño. El tiempo raso, las heladas y la situación de anticiclón suele ser la característica habitual de diciembre y enero, son los meses anticiclónicos por excelencia, lo que ocurre es que se ha extendido mucho en el tiempo porque ha habido un par de situaciones que se han empalmado y el anticiclón sigue estando fuerte», explica Núñez. 

«Si nada cambia, enero terminará más seco de lo habitual»

Marcelino Núñez - Delegado territorial de la Aemet

Y pese a que la ausencia de lluvias está detrás de la preocupación de agricultores y ganaderos especialmente, el experto en meteorología reconoce que este tiempo de heladas también es beneficioso para el campo porque detiene el crecimiento de algunas plantas, las enraíza y «eso es bueno; el problema es que si no almacenamos mucho, pues llegará el verano y estaremos con las reservas vacías». Aunque aún es pronto para adelantar acontecimientos. «Habrá que confiar en la primavera, esperemos que venga lluviosa y salvemos este periodo de déficit que hemos acumulado en enero». De momento, indica, la previsión estacional no detecta ninguna señal clara de que los próximos meses hasta marzo vayan a ser secos, ni tampoco húmedos, «pero no es tan precisa como nos gustaría». 

El campo mira al cielo

Las principales organizaciones agrarias de la región ya han dado la voz de alarma y reclaman medidas urgentes ante la «fuerte sequía» que atraviesa especialmente la cuenca del Guadiana, que concentra más de 60.000 hectáreas de regadío y cerca de 6.000 agricultores. Su producción, sean frutales, tomates, arroz o maíz, es vital para generar riqueza y empleo en la comunidad y avisan de que «está en peligro la próxima campaña». 

La situación le preocupa a Francisco Martín, un agricultor de las Vegas Altas. ¿Qué supone esto para él? Todavía nada, pero reconoce que ya empieza a reinar la incertidumbre entre los agricultores de la zona. «Normalmente la campaña de riego empieza en el mes de mayo, aunque si las condiciones son adversas y no llueve, se suele adelantar a abril con el riego de auxilio. El problema es que los pantanos están bajos también», cuenta. 

El cultivo del arroz, dice, es el que mayor consumo de agua requiere. «En el mes de mayo generalmente se empiezan a inundar las parcelas, aunque ahora está proliferando un nuevo método de cultivo de siembra directa, que permite retrasar la inundación un mes. Luego, el agua también es fundamental para la producción de los frutales, tomates, maíz y para el olivar». Él prefiere confiar en que las lluvias llegarán y las reservas hídricas aumentarán, «sino será un desastre no solo para el agricultor, sino para todo el sector que vive de esto, para las industrias y para la mano de obra tan importante que genera el campo. Espero que no tengamos que llegar a una situación de dejar secar los cultivos y que al menos, si la situación no mejora, nos den riego de mantenimiento para poder tirar para adelante».