La caída de Teodoro García Egea y, sobre todo, de Pablo Casado en Madrid va a tener gran trascendencia en Extremadura en un PP que se veía abocado a un proceso de primarias con dos candidatos. Fundamentalmente porque quienes dirigían el proceso desde la calle Génova, y tenían en Extremadura sus satélites o delegados, de pronto se han quedado sin sillón y éstos últimos sin poder. Desde el lunes vuelve a mandar José Antonio Monago, actual presidente del PP regional, en el proceso extremeño, quien había desaparecido del panorama de sucesión por orden expresa de García Egea. A partir de este momento Monago adquiere el peso específico que ha decidido concederle el futuro líder del partido, el gallego Alberto Núñez Feijóo, a los barones territoriales.

La apuesta clara desde ahora se llama Fernando Pizarro, alcalde de Plasencia, en una candidatura de integración. Mientras tanto, la segunda opción, la de la concejala de Cáceres María Guardiola, auspiciada por los presidentes provinciales de Cáceres y Badajoz y acordada con Génova, pasa a mejor vida.

El presidente del PP cacereño, Laureano León, y el de Badajoz, Manuel Naharro, habían pactado una candidatura ‘oficial’, al margen de la de Fernando Pizarro, aprovechando la debilidad de Monago en Madrid. Para ello se habían apoyado en el diputado por Cáceres Alberto Casero, también secretario de organización del partido y mano derecha de García Egea; y en Víctor Píriz, diputado nacional por Badajoz y amigo personal de Pablo Casado. Todos ellos ‘mandaban’ en el partido dando de lado a Monago y esperando su retirada.

Sin embargo, todo cambió el día que había que votar en el Congreso de los diputados la reforma laboral del PSOE y Podemos. El azar quiso que el diputado nacional Alberto Casero errara a la hora de introducir el voto telemático y Sánchez saliera airoso. Desde ese momento todo han sido problemas para la dirección del PP: desde la victoria pírrica en Castilla y León cuando se esperaba una mayoría absoluta, hasta la crisis de Madrid con Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado tirándose los trastos a la cabeza en horario de máxima audiencia.

La caída de la cúpula de Génova ha puesto en primera línea a José Antonio Monago y el lunes ya quiso dejarlo claro en una comparecencia en rueda de prensa con los dos presidentes provinciales cabizbajos y diciendo que el congreso regional lo convoca él y que, de momento, se retrasa hasta que se apacigüen las aguas en Madrid. Era la forma de constatar que cogía las riendas del proceso y que los candidatos debían cesar su precampaña. Todo hace entrever que se irá a un proceso con un único candidato y que Pizarro cogerá el relevo de la presidencia del partido.

En el mes de julio 

El congreso nacional extraordinario se espera para el mes de junio y el regional extremeño para julio. Aunque se vaya tarde, --quedará menos de un año para las elecciones en Extremadura--, en el PP extremeño se respira cierta tranquilidad por la llegada de Feijóo a la presidencia. «Es la manera de plantarle cara a Sánchez», dicen distintos sectores, los cuales todos coinciden en la idea de que Pablo Casado debe marcharse. De hecho, ayer, en redes sociales y públicamente, Víctor Píriz ya lo indicó: «Llegados a este punto, (Pablo) tienes que saber irte» y lo mismo ocurrió con Manuel Naharro: «Por todos los afiliados y simpatizantes pido un congreso extraordinario del que salga un nuevo liderazgo que nos permita afrontar con garantías los próximos comicios». Es la tónica común en el resto de España: sumarse a la expulsión de Casado y su gente. Y parece que no hay vuelta atrás.