La Junta de Extremadura tiene previsto comenzar a trabajar en los próximos meses en la elaboración del plan de recuperación del lobo ibérico en la comunidad autónoma, después de que la pasada semana se confirmase que una de las muestras de excrementos que se habían enviado para su análisis genético en un laboratorio de Portugal correspondía a un ejemplar de canis lupus signatus, lo que supone la vuelta ‘oficial’ de esta especie a la región tres décadas después de que dejara de detectarse en ella.

La Dirección General de Sostenibilidad, a raíz de esta constatación, ya ha mantenido esta semana una primera reunión con responsables de la Dirección General de Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica, con el fin de comenzar a adoptar las medidas incluidas en la Estrategia nacional para la conservación y gestión del lobo aprobada en 2005 (actualmente hay una nueva en fase de borrador) y para establecer las bases del futuro plan de recuperación. Este se elaborará a partir de los datos que se recojan desde ahora tanto de Extremadura como en las zonas limítrofes de Castilla y León y Portugal. Desde la Consejería para la Transición Ecológica y Sostenibilidad se confirma que la elaboración de este documento comenzará a corto plazo, si bien se asegura que es pronto aún para saber qué medidas concretas puedan empezar a adoptarse dentro de él.

«Esto es una buena señal y demuestra que hay expansión al sur, pero de aquí a que se consolide su población, aún falta mucho»

Carles Vilà - Vicedirector de Investigación de la Estación Biológica de Doñana

Una vez verificado el análisis genético de la muestra, se ha intensificado la búsqueda en la zona donde fue recogida en julio pasado y en sus alrededores (en la Zona Especial de Conservación Sierra de Gredos y Valle del Jerte, en el término municipal de Villanueva de la Vera), sin que de momento se hayan encontrado más evidencias de la presencia de ejemplares. «Hay observaciones recientes en otras áreas próximas a Extremadura, en territorios limítrofes con Portugal, al sur de la Serra de Malcata, y de las provincias de Salamanca y Ávila», se informa desde la consejería. No obstante, no hay certeza de que exista una manada compartida con Ávila, ya que Castilla y León de momento no tiene acabado su censo de manadas «y hasta final de 2022 no se compartirá la información a través del grupo de trabajo estatal del lobo ibérico», se aclara. 

El resultado del análisis, que fue efectuado por un equipo de investigación de la Universidad de Oporto, corresponde a una hembra reproductora. y su haplotipo genético (conjunto de variaciones del ADN) con una especie lobuna del centro/norte de España, distinta de la portuguesa.

Los últimos ejemplares

La última gran manada de lobos de la que se tiene noticia en Extremadura estaba conformada por nueve ejemplares. Fue observada y seguida por agentes del medio natural extremeños desde 1985 hasta 1987 en la en la Sierra de San Pedro, en el término de Alburquerque. Este grupo familiar, junto a otros ejemplares que sobrevivían en la parte cacereña de esa misma sierra (Sierra de Santiago y Valencia de Alcántara), en el límite con la Serra de São Mamede en Portugal, fueron eliminados paulatinamente de forma ilegal. La última hembra en ser avistada en la región tenía su territorio de cría en fincas alburquerqueñas, y murió en la primavera de 1989 atropellada en una carretera dentro de la provincia cacereña. Cuatro años más le sobrevivió aún un macho, encontrado muerto por un disparo, furtiveado en 1993 ilegalmente en Cáceres.

Evolución de la distribución del lobo en España.

«Todo lo que sea la expansión del lobo hacia el sur, es una gran noticia», asevera Carles Vilà, estudioso del lobo desde hace más de tres décadas, cuando realizó su tesis doctoral sobre el comportamiento de este predador. «Ya se sabía que por Ávila había unos cuantos grupos y que se estaba estabilizando la población al sur de Duero. Esto es una buena señal y demuestra que se ha producido un poco más de expansión, aunque de aquí a que se consolide su población [en el norte de Extremadura] aún falta mucho», prevé este experto, que es vicedirector de Investigación de la Estación Biológica de Doñana. En otras poblaciones europeas, explica, ha habido individuos que se han dispersado a más de mil kilómetros desde el límite de su área de distribución», pero en el caso del lobo ibérico «parece que le está costando mucho recolonizar zonas donde estaba antes».

A su juicio, a partir de ahora las iniciativas para la recuperación de esta especie deben girar fundamentalmente en torno a dos ejes. Uno, que quede «claro para todo el mundo» que está protegida y que se evite su persecución directa «en fincas privadas» en las que habitualmente hay «poco control de lo que se hace». Una situación que ya pudo haber llevado a su extinción hace años en zonas de Sierra Morena. En este sentido, subraya la importancia de su inclusión desde el año pasado dentro del Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo que prohíbe su caza. «Antes había zonas en las que estaba protegido, pero era una protección más sobre el papel que práctica. Era una situación ambigua», alega.

La otra cuestión en la que hace hincapié es que «hace falta una política muy proactiva» por parte de la Administración a la hora de compensar a cualquier persona que pudiera sufrir un impacto negativo por la presencia del lobo. «Si se mata una oveja, que haya una indemnización rápida y eficiente. Me preocupa un poco que empiece a haber daños por ataques por no estar los rebaños más o menos cuidados y eso pueda llevar a problemas», anticipa. Antes de que se produzca ningún suceso de este tipo, recalca, «hay que tener muy claro cómo se van a gestionar».  La vuelta de lobo «no es un castigo, es una oportunidad», defiende este investigador, pero también recuerda que en otras zonas de la Península, como el País Vasco, en las que el lobo había desaparecido, cuando retornó «las tradiciones ganaderas habían cambiado», con una menor presencia de pastores y de perros guardianes, lo que facilita posibles ataques de este predador. 

«El problema suele ser que se matan lobos ilegalmente. Es la única explicación para que no hayan colonizado Extremadura ya hace muchísimo tiempo»

Pablo Ramos - Coordinador de Ecologistas Extremadura

«Es una gran noticia. Creemos que hace tiempo que está en comarcas como Gata o La Vera, pero certeza absoluta no había hasta ahora», coincide Pablo Ramos, coordinador de Ecologistas Extremadura, que subraya la necesidad de comenzar a redactar cuanto antes un plan de recuperación y de que por encima de todo se impida «su persecución o la caza ilegal». Cree que si se consigue «que se respete la normativa» el lobo se acabará extendiendo a buena parte de la región. «Por eso creemos que hace falta más vigilancia ambiental, de agentes del medio natural y del Seprona, porque el problema suele ser que se matan lobos ilegalmente. Es la única explicación para que no hayan colonizado Extremadura ya hace muchísimo tiempo. Supuestamente, al sur del Duero estaban protegidos, pero se han seguido matando», razona. Con la actual situación legal, pronostica que se irán asentando en territorio extremeño «aunque poco a poco, porque no es un animal que crezca explosivamente, y por eso tenemos que ir preparando todo para que no cree conflicto social, que es lo más importante que hay que hacer, para que la gente vea su llegada como una buena noticia, tanto para la población como para los ecosistemas».

Ejemplar de lobo ibérico.

Ramos considera perfectamente viable su coexistencia «pacífica» con la actividad ganadera, siempre que se tomen unas cautelas básicas de protección, como las que ya adoptan «muchos ganaderos» para protegerse «de los perros salvajes». «Lo que no se puede es tener el ganado abandonado durante meses sin ir a verlo o casi sin atenderlo», argumenta.

En cualquier caso, asegura que estos ataques del lobo al ganado no tienen por qué llegar a producirse, una vez que este carnívoro «normalmente» procura cazar solo piezas salvajes o come carroña, «y solo en el caso de que, por ejemplo, se mate algún ejemplar y se desestructure el grupo o quede algún individuo suelto, es cuando surgen los daños. Por eso es importante evitar que se cacen lobos. Entonces es cuando al grupo familiar le cuesta más trabajo cazar porque ya no tiene individuos suficientes», y se decanta por las piezas más fáciles, como las reses domésticas. Se trata de una especie, apostilla, que tiene «grabado a sangre y fuego que no debe atacar al ganado porque eso supone su muerte». Adelanta igualmente que habrá que tener técnicos y equipos de agentes del medio natural especialistas en determinar si un daño es causado por lobo o por perro. «Hay que evitar ambos, pero que no se le empiecen a echar todas las culpas al lobo, que es por desgracia lo que suele pasar».

Beneficio para el ecosistema

Aparte, el coordinador de Ecologistas Extremadura remarca el impacto beneficioso de este animal sobre el ecosistema «reduciendo determinadas enfermedades infecciosas que se sabe que allí donde está el lobo se reducen», al matar preferentemente a las presas más débiles y enfermas. Patologías que después «repercuten en la ganadería doméstica, con daños a veces catastróficos». Por último, Ramos menciona lo que puede aportar desde el punto de vista turístico: «Es un animal talismán por el que hay mucho interés por parte de los observadores de la naturaleza. Es un aliciente más para que la gente venga a visitar Extremadura y algo que también habrá que regular, para que sea compatible».

«Hay observaciones recientes en otras áreas próximas a Extremadura, en territorios limítrofes con Portugal, al sur de la Serra de Malcata, y de las provincias de Salamanca y Ávila», se explica desde la Junta

«Todo lo que sea una nueva especie dentro del extraordinario catálogo que tenemos, y siempre que se haga compatible con la actividad del resto de personas que vivimos en el mundo rural, pues evidentemente es algo bienvenido», defiende Victoria Bazaga, que preside la Federación Extremeña de Turismo Rural (Fextur). Si realmente se consolida la presencia del lobo en la región, «va a ser un recurso turístico más para quienes viven de esto, como los guías de naturaleza, y sobre el que habrá que trabajar», resalta. 

Preocupación en los ganaderos

El nuevo estatus de protección de este depredador no generó reacciones favorables en todos. Comunidades como Asturias, Castilla y León y Galicia han mostrado su clara oposición y los ganaderos temen que se disparen los ataques a sus reses. Las organizaciones agrarias Asaja, UPA y COAG aseguran que los daños provocados por el lobo han aumentado en los últimos años, y auguran que su protección provocará un incremento exponencial de los ataques con las subsiguientes pérdidas para el sector. Según los datos que manejan estas organizaciones, en Cantabria, por ejemplo, se contabilizaron dos ataques diarios en 2020. En Galicia fueron atacadas cerca de 4.000 reses, aunque solo se denunció la muerte de 2.300. Y en Castilla y León, de enero a septiembre de ese año el lobo mató a 2.660 animales.

«Evidentemente tenemos preocupación», esgrime Ángel García Blanco, presidente de Asaja Extremadura. «Si no se establece una estrategia de control del lobo, esto será un problemón gravísimo para los ganaderos del norte de Cáceres», añade, al tiempo que critica que «desde la Consejería de Transición Ecológica» se apueste por «el crecimiento» de este cánido «a costa de la desaparición de los ganaderos» y de facilitar con ello que continúe «el proceso de vaciar Extremadura».

«Hay mucha inquietud. El lobo mata animales que muchas veces ni se come y después las compensaciones no llegan»

Antonio Prieto - Secretario de Ganadería de UPA-UCE

«Hay mucha inquietud», sostiene en esta misma línea Antonio Prieto, secretario de Ganadería de UPA-UCE. «Lo idóneo es que hubiera equilibrio», pero por la experiencia en otras comunidades, asevera, «eso al final casi nunca sucede» de manera que «el lobo mata animales que muchas veces ni se come. Y después las compensaciones a los ganaderos no vienen». Porque, objeta, «una cosa es lo que está escrito y otra cómo se lleva a la realidad, porque luego te ponen mil trabas y te acaban echando para atrás multitud de solicitudes». Y sobre el control de las reses para evitar ataques, replica las dificultades de hacerlo en explotaciones de sierra o de dehesa como muchas de las que hay en la región. «Un ganadero que tiene doscientas hectáreas, ¿cómo va a estar viéndolas todas? Esto no es una granja de pollos, que si quieres pones unas cámaras y ves todo lo que hay. Si presumimos de nuestra ganadería extensiva, es algo que no puede ponerse en riesgo», remacha.