La prostitución ha provocado este año una división entre los movimiento feministas de la capital cacereña. En concreto la Asamblea Abolicionista ha decidido, por primera vez, desmarcarse de la organización del 8M y no participar en los actos ni en la firma del manifiesto. Y se ha marchado a Mérida, donde sí secundaron la manifestación. El principal escollo se encuentra en que, tal y como explica Marga Sánchez, miembro del colectivo Abolicionista, hay colectivos que no condenan esta práctica. «Hay grupos que consideran la prostitución como un trabajo y no como una forma de violencia hacia la mujer», afirma Sánchez. En realidad esto no se llega a especificar en el manifiesto, pero en el documento simplemente se condena «la explotación y la trata», sin hacer referencia directamente a la prostitución, aclara Marga Sánchez.

Tampoco comparten la postura en relación a los vientres de alquiler: «no se condena la violencia de la explotación reproductiva», insiste. Ni la del transactivismo, otro de los puntos en discordia. En su plataforma está representado el colectivo LGTBI, sin embargo creen que la legislación a favor de la autodeterminación de género conlleva «una pérdida de derechos de las mujeres». Tal y como afirma Sánchez, con estas leyes «la frontera entre el sexo y el género se pierde, pretenden difuminar las diferencias de sexo».

Así, en el caso de la gestación, la mujer dejará de ser considerada como tal para referirse a ella como «cuerpo gestante» (podría gestar un transexual que tenga aparato reproductivo aun siendo un hombre). «A nosotras se nos borran derechos jurídicos adquiridos para pasar a ser simples úteros gestantes», asegura.

La plataforma se fijó esos mínimos infranqueables y, al no alcanzar un acuerdo con la organización, ha decido desmarcarse del movimiento 8M de Cáceres. Es la primera vez que la plataforma no participa de los actos en la capital cacereña, aunque no lo descarta más adelante. «Ojalá al año que viene podamos hacer un manifiesto conjunto».