«Está siendo un viaje duro, pero muy emocionante. La gente nos aplaude cuando paramos, nos pide fotos y hasta nos han dado algún donativo para que nos tomemos un café. Todo el mundo está muy sensibilizado con esta situación y nosotros estamos deseando llegar y completar la misión», cuenta Juanjo Plata, emocionado, al otro lado del teléfono. Junto a su compañero Pedro Burgos, ambos cacereños y voluntarios de la organización sin ánimo de lucro DYA Extremadura, conduce una ambulancia habilitada como furgoneta cargada con dos toneladas de productos para ayudar a quienes más lo necesitan en estos momentos. Son dos toneladas de solidaridad donadas por los cacereños en menos de 48 horas, que partieron la tarde del lunes de Cáceres y que Juanjo y Pedro se encargan de llevar hasta uno de los campos de refugiados de ucranianos que están en la frontera entre Ucrania y Polonia. 

Hoy al mediodía estaban ya a unos 400 kilómetros del destino y la previsión era llegar al caer la tarde tras tres días de intenso viaje y más de 3.000 kilómetros desde Cáceres. «El trayecto es largo y está siendo agotador, pero solo pensamos en llegar», cuenta Juanjo durante el trayecto. Y es que desde que salieron el lunes de Cáceres solo paran para estirar las piernas o repostar gasolina. 

Conducen a turnos de tres horas cada uno durante todo el día y apenas duermen cuando uno descansa. «La conducción está siendo difícil. En Francia nos pillaron retenciones y en Alemania había mucho tráfico de camiones; ya hemos cambiado hasta cuatro veces la ruta inicial y cuesta mucho conciliar el sueño, pero merece la pena». 

«Nadie está preparado para esto»

Sabe que va a ser duro el momento de llegar y enfrentarse de cerca a los estragos de una guerra. «Nadie está preparado para eso y hay que tener mucha motivación. No sentimos miedo, pero sí estamos expectantes por ver qué nos vamos a encontrar y contentos a la vez por poder ayudar, poner nuestro granito de arena y entregar toda la mercancía que han donado los cacereños, que se han volcado», añade Juanjo. 

En Cáceres: Una voluntaria clasifica el material donado antes de cargarlo a la furgoneta que viaja hacia la frontera. DYA EXTREMADURA

Ambos voluntarios cacereños de DYA Extremadura forman parte de un convoy formado por otros cuatro vehículos de DYA Cantabria, País Vasco y León, que también llevan material y además se traerán de vuelta a España a refugiados que tengan familiares en el país. Hay un segundo convoy de DYA con otros cinco vehículos también en ruta (llevan en total 10 toneladas de ayuda humanitaria) y todo se ha organizado a través de DYA España junto a una asociación de ucranianos en el país. De hecho, cada convoy lleva una interprete para facilitar la misión.

«En principio nosotros solo tendríamos una plaza disponible en nuestro vehículo y no está previsto que viaje nadie con nosotros, aunque en función del grupo que traiga todo el convoy se irá viendo, a lo mejor sí podríamos viajar con una persona más», apunta Juanjo, que no dudó en prestarse voluntario para esta aventura humanitaria. «Soy técnico en emergencias, ahora mismo no estoy trabajando y no se me ocurre mejor manera de aprovechar el tiempo; esto me llena más que muchas otras cosas». Pedro, por su parte, trabaja en una empresa cacereña pero admite que su jefe se lo ha puesto muy fácil para concederle estos días libres. 

Juanjo y Pedro son los protagonistas, los pies y las manos extremeñas que están pisando el acelerador esta misión, pero hay otra veintena de voluntarios de DYA en Cáceres que han sido también vitales para recoger y clasificar las dos toneladas de material donados en solo dos días: 500 kilos de material sanitario, un centenar de esterillas y sacos de dormir, 500 paquetes de pañales, 300 kilos de alimentos infantiles, 200 chupetes y ropa para bebés y niños. Dos toneladas de solidaridad extremeña para quienes ahora más lo necesitan.