Entre 6.000 y 9.000 trabajadores se estima «por lo bajo» desde la Fundación Laboral de la Construcción de Extremadura que será necesario cualificar en la región durante los próximos cinco años si se quiere dar respuesta a la creciente demanda de profesionales. No solo por la elevada edad media de estos empleados, la falta de relevo generacional y la ‘fuga’ de personal especializado a otras autonomías. También porque habrá que responder al previsible incremento de actividad que, entre otros factores, traerá consigo la ejecución de los fondos europeos. «Teniendo en cuenta que un oficial competitivo puede tardar en formarse entre 2 y 3 años, los datos son preocupantes, sobre todo en las zonas rurales, donde cada vez escasean más», esgrime Pedro Pérez Francés, gerente de la Fundación Laboral de la Construcción de Extremadura. 

Este déficit no es que sea precisamente reciente. «Las primeras reuniones con el Sexpe» para abordar este tema se celebraron «en 2002 o 2003», recuerda Pérez Francés. Entonces, en pleno proceso expansivo del sector, ya costaba encontrar determinados perfiles para dar respuesta a la elevada demanda. Luego, la crisis del ladrillo produjo un efecto contrario de expulsión «y se despidió al 40% o al 50%» de las plantillas, que en parte encontró acomodo en la agricultura o en la hostelería. Una pérdida que no fue compensándose con la formación e incorporación de jóvenes cuando la actividad se fue recuperando. 

La mayoría de los trabajadores especializados está ahora «por encima de los 35 o 40 años y una parte muy importante supera los 50 y les queda muy poco para la jubilación», avisa. La previsión es que uno de cada seis empleados extremeños de la construcción (en total eran unos 28.700 a fines del año pasado, sumando régimen general y el de autónomos) se jubile a lo largo de la próxima década. Unos 4.600 en números redondos. Y eso suponiendo, matiza, que logren aguantar hasta los 65, porque «a esta edad, se han subido ya muchos sacos de cemento al andamio».

«Teniendo en cuenta que un oficial competitivo puede tardar en formarse entre 2 y 3 años, los datos son preocupantes, sobre todo en las zonas rurales, donde cada vez escasean más»

Pedro Pérez Francés - Gerente de la Fundación Laboral de la Construcción de Extremadura.

«Se prevé que España va a tener crecimiento en la construcción en los próximos diez años», incide, con una importante progresión en ámbitos como la obra pública, la rehabilitación energética o la accesibilidad, por lo que Pérez Francés calcula que la cifra de trabajadores debería situarse en la comunidad autónoma entre «los 30.000 y los 40.000», y con una creciente especialización. «Cada vez la proporción de peones en una obra es menor», alega, lo que restringe la permeabilidad que tradicionalmente ha existido con otros sectores como la agricultura. Por si fuera poco, la marcha a otras comunidades donde se ofrecen mejores salarios agrava la situación: «Unos 6.000 trabajadores extremeños están fuera, en Madrid, Barcelona o Valencia», arguye. 

Gruistas, operarios de máquinas, montadores de prefabricados o encofradores están entre las ocupaciones más demandadas, pero la carencia es generalizada. Pérez Francés reconoce que no es fácil atraer a los jóvenes y que quizás parte de la solución pase por contar con personal de fuera. Y eso a pesar de que, subraya, son oficios que «no están mal pagados. En construcción, actualmente, el salario que gana un trabajador especializado es de 1,3 veces el de un equivalente en otros sectores». Y lo previsible es que, con esta escasez de profesionales, la tendencia salarial siga incrementándose. «Dentro de poco va a ser muy rentable trabajar en la construcción porque van a pagar muy bien», adelanta. «Ante la falta de profesores, a nosotros a veces nos sale más barato contratar a un ingeniero que a un albañil o un fontanero. Es la realidad del mercado, pero todos los padres quieren que su hijo sea ingeniero, ninguno que sea fontanero», alega.  

Es con los mandos intermedios donde el problema «puede ser más grave». Se trata de los capataces o encargados, el escalón entre el jefe de obra (arquitecto o arquitecto técnico) y el albañil, el encofrador o el ferrallista, los profesionales a los que más tiempo cuesta formar y donde las medias de edad son mayores.