Extremadura cuenta actualmente con 29.775,35 hectáreas de barbecho. Serían suficientes, en teoría, para triplicar la producción anual extremeña de girasol o para incrementar más de un 60% la de maíz. Estas cerca de 30.000 hectáreas son las declaradas en la región en la campaña 2021 en el marco de la obligación de reservar una parte de las tierras de cultivo como superficie de interés ecológico, que impone la Política Agrícola Común (PAC), según los datos facilitados por la Consejería de Agricultura, Desarrollo Rural, Población y Territorio. El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, planteó ayer domingo pasado el aprovechamiento de esta superficie para «que la problemática derivada de la falta de maíz o de aceite de girasol en Europa» derivada de la invasión rusa de Ucrania «no repercuta en España».

Sin embargo, según explican distintas fuentes del sector consultadas por este diario, la mayor producción de ambos cultivos esta campaña en la comunidad autónoma estará limitada por varios factores, empezando por la escasez de agua a la que en principio tienen que hacer frente muchos agricultores, pero también por el aumento del coste de los insumos o por la no idoneidad de buena parte de estas tierras para las siembras. En el caso del secano, precisa José Cruz, secretario de Acción Sindical y Agricultura de UPA-UCE, «habría posibilidades» en aquellas «que puedan ser arcillosas y retener la humedad necesaria» para que el girasol se desarrolle «medianamente bien. Pero es algo que hay que valorar con los costes de producción que tenemos, de semillas, gasóleo, o fertilizantes, y echar números». 

«Estamos esperando y esperando a ver si el tiempo da un respiro para tomar decisiones, y optar por un cultivo que necesite más o menos agua»

José Cruz - Secretario de Acción Sindical y Agricultura de UPA-UCE

En cuanto al regadío, recuerda que en «estos momentos tenemos muchas restricciones, sobre todo en la cuenca del Guadiana», y que con las dotaciones que hay previstas actualmente, va a ser «muy complicado» sacarlo adelante. Ante la escasez de agua, el girasol sí podría ser una alternativa más viable que otras.

Es en las próximas semanas cuando habrá que decidir o no la siembra tanto de maíz como de girasol. Algo más de prisa corre en el primer caso, por su ciclo «más largo». Se trata de evitar que la siega «se meta mucho en el invierno» y arriesgarse «a una otoñada temprana». «Estamos esperando y esperando a ver si el tiempo da un respiro para tomar decisiones, y optar por un cultivo que necesite más o menos agua», explica.

Evolución de la superficie cultivada de maíz en la comunidad autónoma.

 «Es un año muy complicado. La gente tendrá que valorar los riesgos que asume» para «no tirar dinero en forma de semilla o de quemar gasoil», reitera Cruz, que incide en cualquier caso en que, dada esta situación excepcional, hay que flexibilizar la PAC. Desaprovechar tierras que son aptas sería «una aberración. Europa no puede permitirse un lujo de estas características», concluye este responsable de UPA-UCE, al tiempo que aboga por recuperar «la esencia» de la Política Agrícola Común, que era «abastecer a toda la ciudadanía de Europa».

En la Cooperativa San Agustín de Obando cultivan habitualmente unas 1.800 hectáreas de maíz, para una producción de entre 15.000 y 18.000 toneladas anuales. Este año, de momento, apenas si tienen previsto pasar de las trescientas hectáreas. La siembra «tenía que estar empezando ahora, pero con la sequía que tenemos hay zonas regables en las que no se va a sembrar nada», apunta Juan Manuel Masa, socio asesor de esta cooperativa, de la que ha sido gerente durante más de cuatro décadas. Aumentar la producción de maíz este año, «si nos falta la materia prima principal, que es el agua», lo ve «casi imposible». Y cuanto más tiempo se tarde en echar la semilla, «peor, porque necesitará más apoyo de humedad», cuenta.

«La siembra tenía que estar empezando ahora, pero con la sequía que tenemos hay zonas regables en las que no se va a sembrar nada»

Juan Manuel Masa - Socio asesor de la Cooperativa San Agustín de Obando

En zonas como las del Canal de Orellana, «si no hay aportaciones en los próximos días y cambia el panorama, no tenemos disponibilidad para la siembra de maíz», arguye. En otras como en el Canal de las Dehesas o en la Cuenca del Zújar hay algo más de recursos de riego «pero estamos hablando de cantidades muy por debajo de lo que estamos acostumbrados a sembrar en años normales».

En los últimos ejercicios, en esta cooperativa con sede en Obando, pedanía de la localidad pacense de Navalvillar de Pela, se ha dejado de cultivar girasol. Una alternativa que Masa considera que puede ser «importante» en momentos como este de falta de agua, pero de la que incide en que tiene «un grave problema, que es el de los pájaros. Como no haya una gran superficie concentrada de siembra es un cultivo muy difícil de recolectar. Se lo comen»

Por eso, esgrime, para decidirse por él «primero tendríamos que tener la seguridad de que va a haber una gran superficie de siembra», para que «se diluya» el impacto de los pájaros. En segundo lugar, agrega, se debería disponer de «al menos dos posibilidades de regar» el cultivo, «si no prácticamente tampoco se va a coger nada». Su consumo de agua sería, no obstante, «mínimo» en comparación con arroz, tomate o maíz.

Esta cooperativa cuenta con unos 300 agricultores de los que unos 80 se dedican al maíz. Uno de ellos es Pedro Fernández Rodríguez, que tiene una explotación de 13 hectáreas en Navalvillar de Pela. Antes que él la gestionó su padre y este año va a ser la primera vez que se queda desierta. «Si no dan agua suficiente, en principio, no sembraré nada. Lo dejaré de barbecho», a pesar de que eso le va a suponer «mucha» pérdida económica, afirma. De momento, no contempla pasarse al girasol. Le frena, aduce, que es un cultivo que no conoce. «No quiero aventurarme en cosas que puedan salir mal y la pérdida sea superior todavía», justifica.

Juan Antonio Fernández Montero en su explotación, situada en la localidad pacense de Acedera.

El del maíz es uno de los cultivos en los que la región ha ido perdiendo superficie en los últimos años a causa de su menguante rentabilidad. En 2013 llegó a haber más de 76.600 hectáreas, según los datos del Ministerio de Agricultura. El año pasado, fueron 30.000 menos (casi un 40% de caída), aunque Extremadura se mantiene como la tercera región productora del país, tras Castilla y León y Aragón. Por lo que atañe al girasol, cultivo más que habitual en los campos extremeños hace unas décadas, también ha ido reduciendo su peso y el año pasado se situó en algo menos de 12.300 hectáreas. 

«El girasol lo he sembrado toda la vida, pero tuve que dejar de hacerlo porque en esta zona de Vegas Altas el gorrión común es un verdadero problema. Y no hablamos de cuatro gorriones, hablamos de fulminar literalmente las plantaciones», indica Juan Antonio Fernández Montero, cuya explotación se encuentra en el término municipal de Acedera (Badajoz). Y aunque es posible asegurar las pérdidas por este concepto, puntualiza, el capital que se permite cubrir está muy por debajo del precio de mercado y «las medidas que deja aplicar la Junta de Extremadura» para combatir este contratiempo «son menos que insuficientes».

Pedro Fernández Rodríguez, en su explotación dedicada al cultivo de maíz, en Navalvillar de Pela.

También ha ido cayendo la superficie que siembra de maíz. Hace diez años eran unas 50 hectáreas, que ha ido cambiando progresivamente a almendro y olivar. El año pasado fueron menos de la mitad, 21 hectáreas. La rentabilidad de este cultivo, muy vinculada tanto al coste de la energía –es muy intensivo en nitrógeno- como a las importaciones de terceros países, ha ido disminuyendo progresivamente, con un pequeño repunte en los «dos o tres últimos años». «Hace dos campañas vendí el maíz a 186 euros la tonelada, este año a 281, y ahora mismo está por más de cuatrocientos. Con la guerra ha sido una auténtica locura. Pero es que el nitrógeno se ha multiplicado por cuatro, con lo que está peligrando la rentabilidad. Y además, este excesivo precio del maíz al ganadero lo tiene completamente asfixiado», sintetiza. 

«Lo primero» que se plantea con vistas a esta campaña es reservar el agua que tenga disponible para los olivos y almendros, que es algo «intocable», lo que implicará reducir un tercio la superficie de maíz, que se quedará en unas 14 hectáreas. «El resto lo más seguro es que haga girasol y que no lo riegue», lo que dejaría agua para sus maizales y evitaría «contaminar la tierra con malas hierbas». También considera dedicar a esta planta herbácea las alrededor de cinco hectáreas de barbecho obligatorio si finamente se da la posibilidad de trabajarlas.

En cualquier caso, Fernández Montero, que es Ingeniero Técnico Agrícola de formación, puntualiza que el girasol no es adecuado para todas las tierras «aunque tú las tengas perfectas», por lo que «no tiraría para adelante» en un «porcentaje alto» de las hectáreas de barbecho obligatorio que hay en la región. Algo similar a lo que ocurre con los muchos arrozales que no se van a sembrar este año, y que serían aprovechables para otras alternativas solo en una porción «mínima», únicamente en zonas que son «vegas naturales, donde el fondo de tierra vegetal es profundo». En otras muchas «que se han nivelado posteriormente» y donde solo «parte del bancal» tiene fondo suficiente», no tendría viabilidad el girasol, que necesita mayor profundidad que el arroz. Además, al haber estado inundadas, «estas tierras van creando salinidad» procedente de los abonos y el «girasol es muy delicado para eso».

Intervención de caudal ecológico

Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura solicitó hoy que se intervengan 150 hectómetros cúbicos de caudal ecológico de los embalses de la Zona Occidental de la cuenca del Guadiana para asignarlos al Canal de Orellana con el objetivo de que los agricultores extremeños puedan plantar esta campaña maíz y arroz, ante los preocupantes efectos de escasez de cereales que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania. 

Así queda recogido en el escrito presentado por la federación extremeña de cooperativas a la Confederación Hidrográfica del Guadiana, a fin de que proponga al Gobierno de España esta medida. En una nota de prensa, Cooperativas señaló que la normativa hidrológica actual permite que, en caso de sequías prolongadas, pueda aplicarse un régimen de caudales ecológicos menos exigente de acuerdo a lo previsto en el plan hidrológico.