Elvas, localidad portuguesa por encima de los veinte mil habitantes, cerró abril pasado con 916 parados inscritos en las oficinas de empleo. Al otro lado de la frontera, a menos de media hora por carretera, la española Olivenza, por debajo de los 12.000 censados, tenía al acabar ese mismo mes 1.168 desempleados. Esta situación no es ninguna excepción, porque comparativas similares pueden obtenerse a lo largo de toda la raya y se repiten también a la hora de equiparar la extremeña con sus dos regiones portuguesas vecinas. Al norte, la región Centro cuenta con una tasa de desempleo del 5,4%, y al sur, en el Alentejo, es todavía más baja, del 5,1%, con datos del primer trimestre de este ejercicio. En ambos casos, acercándose a lo que podría considerarse como pleno empleo (entre un 3% y un 4%). En Extremadura, esos mismos tres meses se rozó el 19% de desempleo.

Durante la década pasada, en poco más de un lustro, Portugal pasó de ser objeto de un drástico rescate europeo y constituir uno de los principales riesgos para la supervivencia del euro a protagonizar una rápida recuperación que incluyó una drástica reducción de su tasa de paro. En 2013 llegó a superar el 18%, y en 2018 ya bajaba del 7%. Pero tras este ‘milagro’ económico han estado también la escasa calidad del empleo, con bajos salarios y condiciones laborales precarias, y un agresivo programa de ayudas públicas para atraer a firmas del exterior, a veces a costa de deslocalizaciones en otros socios comunitarios. 

 «Es una brecha que se ha registrado históricamente, no es nada nuevo. En los años setenta u ochenta ya era así y tiene que ver sobre todo con la estructura del empleo», apunta Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas y del observatorio Funcas Europe. 

«Es una brecha que se ha registrado históricamente y que tiene que ver sobre todo con la estructura del empleo»

Raymond Torres - DIRECTOR DE COYUNTURA ECONÓMICA DE FUNCAS

Ninguno de los dos mercados laborales tiene una situación equilibrada, pero mientras que en el español «el déficit de empleo se nota más directamente en la tasa de paro», en el portugués se percibe «sobre todo en la inactividad», con colectivos que se han insertado peor al mercado laboral, como los de los trabajadores jóvenes y los de mayor edad, que están «infrarepresentados» dentro de la población activa, explica. 

Extremadura, en la frontera del (casi) pleno empleo

Extremadura, en la frontera del (casi) pleno empleo

En esta misma línea, este experto señala que en el país vecino la emigración al extranjero siempre ha sido en mayor medida «una vía de escape» que en España, como se comprobó en la gran recesión. «Hay jóvenes cualificados, por ejemplo, que al no encontrar empleo en las condiciones que se corresponden con sus aspiraciones se marchan, y eso reduce la tasa de paro pero no resuelve el problema que supone el déficit de empleo cualificado», sostiene. 

Como rasgo positivo del mercado laboral luso, sí que menciona que en las zonas rurales tradicionalmente las mujeres han tenido un mejor acceso al empleo que en sus homólogas españolas. 

Círculo vicioso

Tanto en Portugal como en España, incide, existen problemas con sus respectivos modelos productivos. Los actuales «perpetúan» los bajos salarios, en «un circulo vicioso del que también forman parte, retroalimentándose, la reducida productividad y las malas condiciones de trabajo. «Eso se da en ambos países, pero es verdad que Portugal viene de más abajo», puntualiza.

Sobre si el menor nivel de protección social en Portugal, con unas peores prestaciones de desempleo, puede llevar a ocupar más los puestos poco remunerados que en España, este responsable de Funcas considera que el impacto que esto pueda tener «es pequeño». Aunque las prestaciones contributivas sean «algo más generosas» en España, estas percepciones «duran un tiempo limitado. Después el importe es mucho más reducido», razona.

En relación a la mejora económica experimentada en Portugal tras la crisis financiera, señala que se «han hecho cosas bastante bien a la vez que conseguían reducir el déficit». Entre los cambios destaca los implantados en el sistema educativo. «En Portugal aquella llegó a ser una crisis casi existencial. Se preguntaron qué podían hacer en un contexto en el que estaban con un rescate mucho peor que el nuestro y en ese momento pensaron que lo más importante era la juventud y formar bien a los jóvenes. Apostaron por eso en plena crisis y les ha dado resultado. Esto es algo que repercute también en el mercado laboral, en la inserción de los jóvenes».

«En el área fronteriza portuguesa hay menos población activa que en la española porque el proceso de envejecimiento es mucho más fuerte»

Julián Mora Aliseda - CATEDRÁTICO DE ORDENACIÓN DEL TERRITORIO DE LA UEX

«En el área fronteriza portuguesa hay menos población activa que en la parte española porque el proceso de envejecimiento es mucho más fuerte», afirma Julián Mora Aliseda, catedrático de Ordenación del Territorio y Políticas de Sostenibilidad Ambiental de la UEx, que agrega que en «todo el Alentejo o en Beira interior» (parte de la región Centro) desde hace «mucho tiempo» ha habido un trasladado «en masa» hasta Lisboa y el Algarve. En el caso de algunas regiones españolas, la estructura autonómica del Estado ha frenado algo más este fenómeno «pues ha habido una transferencia de recursos para generar un cierto reequilibrio territorial». Por contra, Portugal cuenta con una organización centralizada, «y las regiones son meras circunscripciones administrativas», por lo que no han contado con este apoyo.

En este contexto, Mora Aliseda cita la puesta en marcha de Alqueva, la mayor presa de Europa, que desde 2002 «está generando una dinámica de sinergias económicas relativamente interesantes». La progresiva ampliación de los regadíos ha absorbido en «toda la zona alentejana de la frontera muchísimo empleo» y ha significado «un salto tecnológico importante».

Los bajos sueldos han sido una de las grandes bazas competitivas de Portugal para captar inversiones en los últimos años. Su salario mínimo interprofesional es uno de los más bajos de Europa. En enero pasado aumentó 40 euros, hasta los 705, unos 300 menos que el español. «Muchas empresas de call center, de transporte o de la construcción se llevan su sede a Portugal, incluso aunque tengan trabajadores españoles, porque los costes laborales son más bajos», indica Francisco Morcillo, secretario de Política Institucional y Empleo de UGT Extremadura.

Las estadísticas de Eurostat ratifican este diferencial. Un trabajador en Portugal gana 12,7 euros la hora de media, frente a los 17 de promedio español, con cifras de 2021. La brecha es del 34%, pero si se tienen en cuenta además el resto de costes laborales que tiene que afrontar la empresa en términos de cotización (contingencias comunes, por seguro en caso de accidente laboral y para el futuro derecho a desempleo o jubilación entre otros), la distancia es incluso mayor, del 43%. Es la que hay entre los 16 euros que debe asumir una empresa por trabajador en Portugal y los 22,9 de una firma española. Y eso a pesar de que España se sitúa a un abismo de países como Francia (37,9 euros la hora) o Alemania (37,2) y lejos de la media europea (29,1 euros).

Si bien los de empresa o de grupo también han ido creciendo, en Portugal los convenios colectivos sectoriales tienden a ser la base del tejido de los contratos colectivos. «En un país de pequeñas y medianas empresas, estos convenios sectoriales fueron objeto de fuertes ataques durante el periodo de la troika», lamenta Marco Oliveira, presidente de la União Geral de Trabalhadores (UGT) de Portalegre.

«Las empresas siguen necesitando mano de obra, que es muy escasa en la región debido a la falta de políticas asertivas para combatir la desertización del interior de Portugal»

Marco Oliveira - PRESIDENTE DE UGT PORTALEGRE

Con datos del Instituto de Emprego e Formação Profissional (IEFP), en el Alentejo la cifra de parados no llega a los 13.000, lo que sitúa a esta región a la cola entre las del Portugal Continental. «Esto se debe a que las empresas siguen necesitando mano de obra, que es muy escasa en la región debido a la falta de políticas asertivas para combatir la desertización del interior de Portugal», aclara Oliveira. Algunas de estas empresas buscan aumentar sus plantillas a lo que se suma que otras se han ido instalado en los distritos de Évora, Beja o en el Alentejo Litoral, apostilla.

A finales de 2021, en esta región limítrofe con Extremadura el 37,4% de los desempleados eran mujeres, lo que representa la proporción más baja del país, donde es del 50,8%. Esto puede deberse en unos casos, matiza este responsable sindical, «a que muchas mujeres deciden renunciar a su inscripción en las oficinas de empleo porque consideran que no hay puestos de trabajo disponibles para ellas», mientras que en otros obedece a que la falta generalizada de mano de obra les lleva a ocupar puestos tradicionalmente destinados a los hombres.