La mitad de las familias extremeñas reconoce que tiene alguna dificultad para llegar a fin de mes y casi un 7%, un punto más que antes de la pandemia, se encuentra en una situación de «carencia material severa»: no pueden encender el aire acondicionado o la calefacción, no se pueden permitir una comida a base de carne o pescado cada dos días ni afrontar un gasto imprevisto de 750 euros. Los datos se recogen en la Encuesta de Condiciones de Vida que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE), que una vez más sitúa a Extremadura como la comunidad con menor renta del país: 22.947 euros anuales, casi 8.000 menos que la media nacional, en 30.552.
La tasa de pobreza escala tres puntos en solo un año y se eleva al 32,3%, la más alta del país junto a Andalucía y Ceuta
El informe del INE, elaborado con datos de renta de 2020, constata que tras la irrupción de la pandemia la calidad de vida de los extremeños ha empeorado. La región se mantiene con la renta más baja del país y su tasa de riesgo de pobreza escala casi tres puntos en solo un año, hasta el 32,3%, también la más elevada de España con la de Andalucía y Ceuta. Así, el 50% de los hogares entrevistados para la muestra manifiesta que tiene alguna dificultad para llegar a fin de mes, siendo esta carencia muy grave en el 8,3% de los casos.
Las mayores dificultades se dan a la hora de afrontar los gastos energéticos y llenar la cesta de la compra: el 19% de los extremeños reconoce que no puede mantener su hogar a una temperatura adecuada y otros 39.000 (el 4%) no se puede permitir una comida a base de carne o pescado cada dos días. En ambos casos se trata de las cifras más elevadas desde 2013. Y el aumento es especialmente llamativo en los gastos energéticos, pues la cifra de hogares que tiene dificultades en este sentido crece un 7% en un año.
Cada vez más jóvenes
Cáritas y Cruz Roja, dos de las entidades que trabajan por la lucha contra la exclusión social en Extremadura, son testigos de esta situación cada vez más ahogada de las familias. José Aurelio González, coordinador autonómico de Cruz Roja, explica que si la entidad atendió el año pasado a cerca de 22.000 personas con dificultades para cubrir sus necesidades básicas, en lo que va de este son ya más de 23.000. De ellas, 1.390 han acudido por primera vez a la ONG.
González alerta además del cambio en el perfil de los usuarios que piden ayuda a la entidad, que son fundamentalmente mujeres (el 65%) y cada vez más jóvenes: hasta 2021 la edad media rondaba los 55 años, pero entre los nuevos usuarios el porcentaje de personas atendidas de entre 18 y 20 años pasa del 13% al 22%, y del 25% al 30,8% para la franja de 31 a 44 años. «Cada vez son más jóvenes, si hay familias a las que antes les costaba llegar a fin de mes, ahora más», dice González.
A estas familias Cruz Roja les facilita cestas de alimentos o kits de higiene para aliviar el presupuesto mensual, pero también otras ayudas para el pago de los suministros o hacer frente a gastos imprevistos como una rotura de gafas.
Generalmente es la mujer la que acude a pedir la ayuda «por su rol asumido de cuidadora y responsable del hogar»
Se advierte una mayor demanda de las ayudas para pagar facturas energéticas, «sobre todo a principios de año», antes de que los ayuntamientos activen los mínimos vitales, y Cruz Roja ha puesto en marcha una línea de ayudas con fondos propios: 120 euros por familia que incluyen un estudio para implantar medidas de ahorro en el hogar, como la sustitución de bombillas por led, reguladores de agua o el arreglo de ventanas que no ajustan bien.
Pero en última instancia González explica que no se trata solo de dar alimentos o ayudas económicas: cuando llega un nuevo usuario a Cruz Roja, se pone en marcha todo «un itinerario para una atención integral», que incluye por ejemplo capacitación para reinsertarse en el mercado laboral si está en paro. Según González, por esta vía se ha atendido a 1.800 personas en la región, con una tasa de inserción del 41%.
Cronificación de la pobreza
Por su parte, Jesús Pérez Mayo, director de Cáritas Diocesana Mérida-Badajoz, alerta de la «cronificación» de la pobreza en Extremadura. La entidad no ha notado en 2021 un aumento significativo en el número de personas atendidas, pero sí advierte que los usuarios «acuden cada vez más veces» y que también crece la necesidad entre las familias con niños y jóvenes. «El porcentaje de familias que llevan más de tres años siendo atendidas por Cáritas, que había bajado tras la recuperación de la Gran Recesión, ha vuelto a crecer», dice.
Frente a los «estereotipos», el responsable apunta que un 77% de los usuarios a los que atiende Cáritas son de nacionalidad española y al igual que en Cruz Roja, mayoritariamente tienen rostro de mujer (67%): generalmente es ella la que acude a pedir la ayuda «por su rol asumido de cuidadora y responsable del hogar». El grupo de edad que más ayuda recibe son los mayores de 45 años debido a la gran dificultad que tienen para lograr un empleo. Sin embargo, las personas entre 25 y 44 años son también numerosas (37%).
«Vemos que tras la pandemia no todas las personas han podido mantener su nivel de ingresos, bien porque han perdido el empleo, porque han estado en erte o porque han pasado a tener una ayuda publica. Y es algo generalizado de los últimos años: se piensa que trabajar protege del riesgo de pobreza y no es así, puedes trabajar y tu familia estar en situación de pobreza», concluye.
Indicadores de calidad de vida
- ALIMENTACIÓN: Un 4% de los hogares no puede comer carne o pescado cada dos días, el porcentaje más alto desde el año 2013.
- TEMPERATURA: Un 19%, la cifra más alta del país, no puede mantener su casa a una temperatura adecuada. Hace solo un año el porcentaje era del 12%.
- DEUDAS: Un 10% (frente al 7% de la pandemia) acumula retrasos en el pago de la hipoteca o el alquiler.
- VACACIONES: El 44% de los hogares extremeños afirma que no puede permitirse una semana de vacaciones al año. Es el único porcentaje que mejora: antes era del 47%.