El Periódico Extremadura

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Agricultura

El 'boom' de las almendras en Extremadura

La región ha pasado de contar con 2.000 hectáreas destinadas a este cultivo en 2010 a 8.500 en 2022. Su rentabilidad y la escasez de mano de obra son los principales motivos para que se apueste por el almendro

Un trabajador, durante la campaña de recolección de almendras del pasado año. EL PERIÓDICO

¿Qué tienen en común Extremadura y California, en Estados Unidos? Suele destacarse de los agricultores extremeños su capacidad de innovación, análisis y de estar a la vanguardia en un sector, el de la agricultura, en el que la capacidad de adaptación a las nuevas demandas del mercado pueden marcar la supervivencia y rentabilidad de una explotación familiar. Eso fue lo que vieron algunos productores hace algo menos de una década cuando comenzaron a observar que la rentabilidad de otros cultivos más tradicionales en tierras de regadío como el maíz, el arroz o el tomate escaseaba a final de campaña. Eso, unido a la escasez de mano de obra, llevó a algunos de ellos a apostar por un cultivo que pocos años antes ya venía dando alegrías por la vecina Andalucía: la almendra.

Volviendo al inicio, California es la mayor productora de este fruto seco a nivel mundial, pero coincide con la región extremeña en que aquí hay agua, suficiente sol y tierra para poder llevar a cabo el cultivo de la almendra y, además, producir frutos de gran calidad. De hecho, los datos de evolución de la superficie de almendro en Extremadura reflejan una evolución importante, pasando de apenas 2.000 hectáreas en 2010 a 8.500 en 2022, según datos de Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura. Además, para este año se prevé una producción de unas 6.800 toneladas de almendra en grano, lo que supondría un incremento del 32% respecto al 2021. Juan Francisco Blanco es gerente de Acopaex y tiene claros los motivos que han ayudado al crecimiento exponencial de este cultivo en la región. «Es un cultivo muy atractivo para el agricultor porque permite diversificar sus explotaciones y ofrece unas buenas rentabilidades», apunta.

Industria asociada 

Y es que una de las consecuencias asociadas a la elevada apuesta por este cultivo es la generación de nuevas actividades asociadas a su transformación. Un ejemplo es la cooperativa Casat, con sede en Don Benito, que el pasado año inauguró su propio centro de recepción de almendras ante la elevada oferta de este cultivo entre sus socios y también entre otros agricultores ajenos a la cooperativa. El director de Casat es Bartolomé Martínez, quien sostiene que el almendro resulta atractivo porque «no precisa una gran tecnificación». El propio Martínez recuerda que en Extremadura fue hace varios años cuando llegó con una mayor intensidad, sobre todo en la comarca de Vegas Altas, donde se dan las condiciones propicias. «Aquí se apostó más por el método superintensivo con patrones enanizantes para formar en seto», analiza. Se trata de un sistema que apenas necesita mano de obra para su manejo y requiere de una alta mecanización, mientras que en el caso de un sistema intensivo es necesaria la utilización de un vibro para llevar a cabo la recolección del fruto. En el superintensivo, en cambio, basta con una máquina cabalgante para recoger la almendra. 

Rentabilidad y mano de obra 

Precisamente la escasez de mano de obra fue lo que llevó a Ángel Borreguero, agricultor de Torrefresneda, a apostar por este cultivo. Borreguero siempre ha apostado por el tomate, el arroz y el maíz, pero contempló que la baja rentabilidad de estos cultivos, junto con los altos insumos, le obligaban a diversificar para mantener a flote su explotación. Ahí fue cuando decidió apostar por el almendro. En 2017 decidió dedicar 25 hectáreas al cultivo del almendro en superintensivo. «La dificultad para encontrar mano de obra me hizo apostar por este sistema. Es cierto que es más caro y que requiere de una mayor inversión inicial, pero tuve que apostar por él», dice. De hecho, cada planta de los 2.200 árboles que caben en una hectárea de superintensivo cuesta alrededor de cuatro euros, por lo que una sola hectárea requiere de alrededor de 9.000 euros solo en plantas. «El superintensivo también te permite que a los tres años ya tengas una producción decente y al cuarto una normal», agrega Borreguero, quien por ahora ha observado una buena rentabilidad del producto, a excepción de las dos últimas campañas, en las que la baja demanda a causa de la pandemia han lastrado los precios. Ahora, una vez recuperada la normalidad, prevé unos buena cotización para la próxima campaña.  De hecho, en años anteriores el precio de la almendra llegó a situarse en valores de hasta siete euros el kilo, también influenciados por problemas puntuales en la producción californiana. 

Estabilización 

Ahora se abre el interrogante de saber si la implantación del cultivo en Extremadura y el resto de España sigue creciendo exponencialmente o si aminora su marcha. Juan Francisco Blanco, de Acopaex, apunta a una «estabilización» en el número de hectáreas en los próximos años. Mientras tanto, los productores ya afrontan las últimas semanas antes de la recolección.

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