«Nos hemos venido sin los dientes». Es lo primero que dice Antonio Azabal, un vecino de 86 años de Aceitunilla, alquería de Nuñomoral, que este lunes tuvo que ser desalojado de su vivienda junto a su mujer, Eladia Crespo, de 81 años.
Ella solo piensa en la compra que ha dejado en el congelador. Justo lo había llenado porque «van a llegar mis hijos a primeros de agosto, a ver si se estropea la compra, no dejo de pensar en si la luz se va», repite.
"Nos dijo la Guardia Civil: vamos, vamos, que luego subimos a por las cosas, pero al final no pudieron"
Sentada ante una mesa de la terraza del hostal Las Minas, en Montehermoso, está preocupada y nerviosa. Los ojos se le empañan cuando recuerda el desalojo que han vivido, por primera vez en su vida. Tuvieron que salir tan rápido de su vivienda que lo hicieron sin sus dentaduras postizas y ella señala su brazo para decir que solo pudo coger una chaqueta de manga larga, «lo que pillé. Nos dijo la Guardia Civil, vamos, vamos, que luego subimos a por las cosas, pero al final no pudieron».
Precisamente, Antonio subraya que tiene que tomar «siete pastillas» al día y tampoco las ha llevado consigo, pero ya les han comprado los medicamentos. Eladia no sabe quién, pero lleva una bolsa con las medicinas y está agradecida.
Trasladados a Azabal
Han pasado la noche en el hostal. Su propietario, José Luis Rubio, tenía 11 habitaciones libres de 17 totales. «Cruz Roja me llamó y se las ofrecí, hay que ayudarse unos a otros», explica. Sin embargo, las tiene ocupadas ya este martes, por lo que los once vecinos, mayores y dependientes, que han dormido en el hostal, han sido trasladados en su mayoría a Azabal con la ayuda de Cruz Roja.
Otro matrimonio también de Aceitunilla, Jesús Martín e Inmaculada Iglesias, con su hija dependiente de 31 años Elisabeth, se han marchado en su coche. Habían ido de vacaciones al pueblo y fueron trasladados a Nuñomoral y después a Montehermoso. Ahora, su preocupación es que el fuego no entre en Aceitunilla. «Nos han dicho que no, pero nunca se sabe».
Además de estos matrimonios, según la Junta, en el polideportivo de Montehermoso se ha habilitado un albergue con 160 plazas para los desalojados y otro en Coria con 200.
Al de Montehermoso llegaron en autobús una treintena la noche del lunes, según ha explicado la concejala de Cultura, Rocío Domínguez. Cruz Roja se encargó de la cena y el desayuno. Este periódico no pudo ayer hablar con ninguno de los alojados porque un policía impedía el paso a la prensa.
No obstante, la concejala explica amablemente que «tienen las necesidades cubiertas y están bien». Además, el personal sanitario del centro de salud ha acudido a verles porque algunos tienen «patologías previas».
Pero a pesar de la buena atención, Antonio resume el sentir de todos: «Lo principal es poder volver a casa». ¿Cuándo? «Cuando lo digan los que mandan».
