La sequía prolongada que vive Extremadura se refleja en la situación de los embalses de la región, cada vez más secos, lo que está provocando problemas para el abastecimiento de la población y para los cultivos de regadío. La escasez de agua también está repercutiendo en el sector de las empresas que ofertan actividades acuáticas en la región, pues este verano han visto cómo se ha reducido la clientela entre un 20 y 30%. Algunas de ellas incluso han tenido que cancelar parte de los cursos que llevan a cabo en los entornos acuáticos por no poder ofrecer al cliente la calidad necesaria, bien por la escasez de agua embalsada o por el mal estado que presentan. 

En la empresa Jalama Outdoor, con sede en el municipio cacereño de Carcaboso, llevan más de 20 días sin poder desarrollar las travesías en kayak ni el pádel surf en el embalse Gabriel y Galán, debido a que se encuentra al 15% de su capacidad, según los últimos datos de Embalses.net. «El pantano no está en condiciones para hacer actividades bonitas, el nivel del agua está tan bajo que parece aquello casi un desierto, además de que está más verdosa cuando siempre ha estado limpia y cristalina», destaca el dueño del negocio Francisco Javier Zamarreño. «Este verano hay bastante menos gente que otros años, hemos tenido casi la mitad de clientes que el año pasado», lamenta. 

«Este año la falta de lluvias y la mala gestión del agua han pasado factura para el sector del turismo activo. El aspecto desértico que da un embalse casi vacío no corresponde con la imagen de agua o verde que tenemos en el norte de Extremadura», sostiene José Ignacio Fernández, gerente de la empresa Phantos, dedicada al deporte y al ocio inclusivo en los espacios naturales, cuyas bases para las actividades acuáticas se encuentran en los embalses cacereños de Gabriel y Galán y Valdecañas. Este empresario señala que «el exceso de calor y el tener un embalse vacío» han provocado un descenso importante de turistas. «Prefieren irse a las piscinas naturales, a las gargantas o a los ríos, porque más o menos se los van a encontrar con un nivel similar, pero en el embalse el cambio es más drástico», añade.  

Los incendios

En este sentido, Fernández asegura que en comparación con 2019, el año previo a la pandemia de coronavirus, los números registrados en estos meses estivales son «bastante malos». «A falta de cerrar el verano, y según lo que he podido hablar con los amigos que tengo en diferentes empresas del sector, estamos hablando de un 25 o 30% de bajada de turistas», sostiene. «A nivel turístico este año ha sido malo y la sequía ha sido la gran protagonista, de hecho, hemos tenido cinco grandes incendios en el norte cacereño que también han repercutido en la caída de los visitantes», apunta. 

Por su parte, José Calvo, que es el coordinador del Centro Acuático ‘La Jarilla’, ubicado en el municipio pacense de Alange, también subraya el descenso significativo en cuanto al número de viajeros: «Este verano hemos notado que han venido muchos menos turistas que otros años por la percepción que hay de la sequía, además de que el calor también ha cortado mucho a la gente a la hora de salir a realizar actividades en la naturaleza». Prueba de ello es que esta empresa tuvo que cancelar a partir del pasado 15 de agosto las actividades de ‘kayak’, ‘wake board’ y ‘omnia board’ (estas dos últimas modalidades de esquí acuático sobre tabla) que desarrollaban en el pantano de Alange porque les costaba mucho acceder con la lancha de grandes dimensiones debido al bajo nivel del agua. «El turismo se ha reducido este verano en torno a un 20 o 30%, lo que se ha mantenido bien han sido las excursiones, los campamentos y los grupos cerrados», indica.