«¿Por qué tanta miseria en la antes próspera Extremadura? En sus palacios y en sus dehesas había colocación antaño para cuantos no marchaban a otros mundos en busca de gloria y riqueza. Hoy no», podría ser unas declaraciones actuales relacionadas con la España vaciada de la que tanto se habla en estos días. Pero la emigración de tierras extremeñas no es algo nuevo, incluso en su bandera hay un lugar para tantos y tantos que se fueron. Esas palabras resuenan en el reportaje ‘Yunteros de Extremadura’, que fue emitido en 1936 por el Instituto de Reforma Agraria de la República Española. Iba acompañado de imágenes que acentuaban la situación de las personas dedicadas al campo y lo vacías que se encontraban las ciudades extremeñas. Se habla de la miseria de los jornales, del ahogo de los pueblos sin tierras –a manos de las élites-, y de una juventud extremeña que cada vez veía menos claro el futuro de su tierra.

El 25 de marzo de 1936 los campesinos terminaron por llenar el vaso de agua y este estalló en forma de ocupaciones. Estaban hartos de promesas vacías sobre una vida más digna para ellos. El 25 de marzo ha marcado la historia, pero ha sido acallado durante décadas. El 25 de marzo, para algunos colectivos, también podría ser el Día de Extremadura. 

Los jornaleros, al límite

Había antecedentes, pero pareció que nunca antes en la comunidad se había llegado a ese nivel de desobediencia civil. Una desobediencia justificada y alimentada por la enorme miseria de quienes trabajaban la tierra de otros, ya sea la Corona, la Iglesia, la nobleza o la burguesía. 

Con la llegada de la Segunda República en 1931, la Reforma Agraria fue uno de sus grandes compromisos (1932). Sin embargo, se vio frenada cuando en 1933 el triunfo de la CEDA –Conferencia Española de Derechas Autónomas- llevó al emprendimiento de una contrarreforma. Era tal la asfixia, que los damnificados campesinos determinaron realizar una huelga para junio de 1934. Esta fue prohibida y estuvo perseguida por el gobierno del momento. Como resultado, se encarcelaron a más de 600 jornaleros participantes. 

Antes, los campesinos en Extremadura ya habían protagonizado algunas manifestaciones y revueltas, clamando una mejora de sus condiciones de vida que se veían limitadas a la mera subsistencia a nivel económico, pese a lo extensas que eran sus jornadas laborales. Debido a la situación insufrible, se llevaron a cabo ocupaciones en otros momentos, como durante el conocido como Sexenio Revolucionario (1868-1874), surgió el bandolerismo social en Extremadura, se llevó a cabo la organización del Primer Congreso Obrero de Extremadura en 1902 (que este año cumplió su 120 aniversario) o los conocidos como motines del pan.

¿Qué pasó el 25 de marzo?

En 1936 la población volvió a acudir a las urnas. En ese momento, las izquierdas representadas en el Frente Popular fueron las ganadoras. Eso hizo que se tratara de recuperar todas las reformas que fueron frenadas durante los años en que la coalición de partidos católicos y de derechas estuvo al mando. Y eso incluía la Reforma Agraria, que se quiso revitalizar. Las élites económicas, no estaban conformes y eso dice mucho de lo que sucedió después. 

El 25 de marzo de 1936 marcó el devenir no sólo de Extremadura, sino, en parte, de España. Ese día, más de 60.000 campesinos procedentes de 280 pueblos extremeños se concentraron desde las cinco de la mañana para emprender un camino hacia 3.000 fincas que terminaron ocupando. Fueron convocados por la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra y esas ocupaciones fueron uno de los más altos niveles de desobediencia civil hasta la fecha y motivo de enfado e incluso miedo de aquellos terratenientes que veían peligrar sus tierras, su poder y sus fortunas. Se trata de uno de los levantamientos más importantes y que se ha tratado de condenar al ostracismo. Todo ello sirvió como otro desencadenante más de la cruenta Guerra Civil española, por lo que influyó en el cambio del devenir de la historia del país. Antes del estallido, el 2 de julio, se hizo una carta procedente de Badajoz que hacía legal el reparto de las tierras entre los jornaleros participantes de esas ocupaciones.

Lo que pasó después

La peor parte se la llevaron quienes se alojaban en los lugares donde el golpe militar sí triunfó. En Badajoz la represión adquirió un carácter sanguinario: en su plaza de toros se fusilaron entre 1.000 y 4.000 personas bajo el mando del militar Juan Yagüe, también apodado ‘el carnicero de Badajoz’. Este, amigo de José Antonio Primo de Rivera, jugó un papel fundamental en el golpe de Estado de 1936 y en la posterior guerra civil.

Hubo lugares en los que el golpe militar falló y fue ahí donde se colectivizaron las tierras. En algunos sitios, como en la zona de la Serena, la Reforma Agraria siguió su curso hasta la abolición de la propiedad privada. Colectividades en los lugares en los que predominaba la UGT y la CNT, pequeñas propiedades individuales donde lo hacía el PCE. En esas zonas de la Serena y la Siberia Extremeña, el bando republicano resistió hasta el final de la guerra. Una vez concluyó la misma y se dio por vencedor al bando franquista, derribando a la Segunda República Española, los vencedores tuvieron su momento de venganza tras la gloria. En esos lugares instalaron un total de siete campos de concentración durante los años 1936 a 1959. En Extremadura se contaban diecisiete: cuatro en Cáceres y trece en Badajoz.

Las consecuencias fueron demoledoras. Entre 1950 y 1977 numerosos extremeños se vieron obligados a abandonar su tierra en búsqueda de un futuro mejor –y sin el mejor-. Se produjo un éxodo rural sin antecedentes: se calcula que unas 645.000 personas de entre 20 y 40 años emigraron de Extremadura, lo que supone que la región perdió aproximadamente el 45% de su población. 

El valor simbólico

Esa injusticia social que sufrieron los campesinos y que fue tan dilatada en el tiempo dio lugar a que los mismos se levantaran en marzo de 1936, poco después de la victoria del Frente Popular. Se sentían decepcionados ante la Reforma Agraria por la que querían luchar. Es por ello que, para muchos, el valor simbólico del 25 de marzo lo convierte en un día a tener en cuenta a la hora de festejar la autonomía de Extremadura.