Llevaban desde el pasado mes de mayo buscando alojamiento en Roma, ciudad a la que Alberto Lara (25 años) y otro compañero decidieron marcharse de erasmus para estudiar el tercer curso de Enfermería. Les costó tres meses encontrar uno, porque todos los que veían en las plataformas de alquiler online terminaban por denegarles la petición. A finales de agosto consiguieron que un propietario aceptara alquilarles un piso sin amueblar, solo con la cocina. Y aceptaron. Cualquier cosa les valía. Hicieron todo el papeleo y se marcharon a Italia aún sin la confirmación. Cuando llegaron allí se encontraron con la sorpresa: El dueño se negaba también a arrendársela porque no quería erasmus.

«Sabía desde hacía dos semanas que éramos estudiantes erasmus. Nos quedamos con una mano delante y otra detrás», cuenta a este diario Alberto Lara. Es uno de los muchos universitarios españoles que han viajado a alguna ciudad italiana para continuar sus estudios y se han visto obligados a dormir en estaciones o en las facultades ante la dificultad de encontrar una vivienda. Al parecer, además de que los arrendatarios se niegan a alquilar a estudiantes, también ha habido un error de cálculo con las universidades italianas, porque han concedido más plazas erasmus que alojamientos hay en este país.

«Es una impotencia pensar dónde vas a dormir hoy. Nunca había valorado tanto volver a casa»

Cuando se enteró de que no tenían dónde dormir se puso nervioso: «Es una impotencia pensar dónde vas a dormir. Nunca había valorado tanto volver a casa», reconoce. Enseguida escribió en un grupo de Whatsapp que tiene con otros erasmus españoles explicando su situación y al momento unos granadinos les ofrecieron su casa. En un piso de tres habitaciones viven seis porque hay, además de él, otros dos acogidos. Lleva allí ya una semana. «Compartimos cama, dos incluso una individual», comenta. Su compañero de la Universidad de Extremadura está en otra vivienda acogido por otros estudiantes. Ellos comparten una cama individual entre tres personas.

Llevan una semana pateando Roma intentando buscar un piso. Y justo este jueves apalabraron uno con una inmobiliaria que tiene convenios con la universidad. Ya han entregado los papeles y el dinero de fianza, en cambio ayer debían haberles dado la confirmación y, de momento, no saben nada. «Hay compañeros que se han ido porque no lo han soportado, muchos tienen ataques de ansiedad porque no tienen dónde dormir», comenta.

Destaca la «solidaridad» de los estudiantes. «Nos intentamos echar una mano en todo, nos animamos cuando uno se hunde y piensa en volver a casa. Estar todos juntos ha sido la clave para que sigamos aquí», reconoce. No está siendo el erasmus que esperaba, por eso sabe que será una experiencia «inolvidable». «Estoy valorando muchas cosas en las que antes no reparaba, nunca he tenido tantas ganas de volver a mi casa a descansar», afirma.

La Uex se puso ayer en contacto con él para interesarse por su situación y ofrecer su ayuda. Según indican desde la universidad, tienen constancia de otros tres alumnos extremeños en la ciudad italiana de Ferrara, pero todos tienen ya alojamiento.