El propósito de instalar una macrovertedero de residuos industriales en Salvatierra de los Barros ha puesto en pie de guerra a la población. Los 1.600 habitantes de la población pacense han constituido una plataforma para luchar contra el complejo industrial, que ocuparía 89 hectáreas y con una capacidad para gestionar 68.501 toneladas anuales de residuos peligrosos y 221.195 toneladas de no peligrosos.
Un vertedero de residuos es una instalación de eliminación de basuras mediante un depósito subterráneo o en superficie. Se entiende que el tiempo de almacenamiento es superior a seis meses (en el caso de vertederos de residuos peligrosos), un año (si su destino final es la eliminación) o dos años (vertedero destinado a la valorización o reutilización de productos).
Tres tipos de vertederos
Pero, ¿qué significa esta instalación? Los vertederos cumplen un papel fundamental para el medio ambiente, que consiste en evitar que los residuos lo dañen. Actualmente, existen tres tipos:
El de residuos inertes: en ellos se depositan escombros de construcción o demolición. Los restos que no sufren transformaciones químicas, físicas y biológicas.
La segunda categoría es el de los residuos no peligrosos y a ella pertenecen los residuos de los domicilios mezclados, industriales y los existentes en las zonas urbanas.
Por último, los peligrosos. En esta categoría se incluyen los oxidantes, aquellos que sufren una reacción exotérmica cuando entran en contacto con otras sustancias. También explosivos, residuos cancerígenos, inflamables, nocivos, tóxicos e infecciosos.
Estefanía Díaz González, experta en diseño de vertederos, reconoce que, desde hace años, se detecta una preocupación medioambiental, que exige condiciones estrictas en la ejecución de los vertederos y que implica la encapsulación definitiva de los residuos. "Esto conlleva no sólo la pérdida de una superficie útil que podría ser utilizada para otros usos o recuperada medioambientalmente, sino también la obligatoriedad de un control y vigilancia continua durante 30 años (tiempo excesivamente largo que lleva en ocasiones a que estos vertederos queden prácticamente abandonados y que en el mejor de los casos sólo supone un control rutinario respecto a qué impacto ambiental está produciendo este vertedero, sin una mejora de las condiciones ambientales)".
En opinión de Díaz González, que plasma en su tesis doctoral, el tratamiento y destino final de los lixiviados (líquidos que circulan entre los residuos que se encuentran en los vertederos) resultan vitales porque son la causa de mayor contaminación en el tiempo. Ella estudió tres casos y comprobó que "en dos casos, se plantea actuar en los lixiviados ya en origen (cuando la instalación se diseñó), pero en el vertedero en fase de clausura, la actuación se plantea en su vertido. Un problema común a todos que por su ubicación en la mayoría de los casos no hay red de saneamiento próxima o cauce público, lo que lleva a la necesidad de buscar otras condiciones u formas de vertido".