El Periódico Extremadura

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La atención a las personas vulnerables ante la escalada de precios

La solidaridad en Extremadura resiste a la inflación

Las oenegés mantienen las cifras de usuarios, aunque crece la cuantía y temen que lo haga más en el invierno. En septiembre el IPC alcanzó el 9,4% en la región, que tiene la tasa más alta de pobreza según el estudio Arope, 38,7%

Voluntarios, recogiendo una donación en las instalaciones del Banco de Alimentos de Cáceres LORENZO CORDERO

De momento las organizaciones extremeñas de ayuda van resistiendo sin mucho vaivén, más allá de un incremento leve y gradual de los usuarios que demandan ayuda y algo más intenso de la cuantía que necesitan. La escalada de la inflación también impacta en distintos frentes a la ayuda que las oenegés prestan a las familias que pasan más apuros: por un lado las personas tienen más dificultades para hacer frente al pago de los recibos, de la hipoteca o de una lista completa de la compra; y por otro lado, también ellos tienen más dificultades para prestar esa ayuda, ya sea porque deben estirar más los fondos disponibles o porque la ayuda que pueden ofrecer no es suficiente. Y lo que temen, en el fondo, es el horizonte de los meses que vienen por delante, en teoría los que tradicionalmente registran más incrementos de usuarios y más intensidad en las ayudas. 

«La demanda de ayudas se mantiene alta, pero se mantiene por el momento. Ahora bien, no aumenta el número de familias pero la cuantía sí que se ha incrementado en los últimos meses», dice Olga Salado, responsable de Comunicación de Cáritas Coria-Cáceres, que tiene 86 puntos de ayuda en toda la provincia. Los únicos datos correspondientes al 2022 son de la actividad en la ciudad de Cáceres, pero sirven de termómetro para ver la situación: en el primer semestre del año se repartieron 400 ayudas, las mismas que en los seis primeros meses de 2021, que mantiene el incremento que se produjo con la pandemia y no se ha dejado aún atrás: las ayudas se dispararon un 48% en 2020 respecto a los datos de 2019 y no han bajado aún. 

En 2021 atendieron a 1.643 hogares en la provincia y destinaron 300.000 euros. Para este año no esperan que la cifra de personas crezca en exceso, pero dan por hecho que sí la cuantía, «porque el precio de los alimentos no deja de subir, y tampoco el coste de los recibos de la luz, la hipoteca....», apunta. El inicio del curso ya ha supuesto un repunte en el uso de fondos por el aumento de precios en los libros, el material y la ropa. Y esperan que en los próximos meses, crezca también la factura en los recibos de suministros o vivienda, que suponen el 46% de las ayudas de Cáritas. El 33% corresponden a ayudas para alimentación.  

IPC en el 9,4%

El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha emprendido una escalada desde principios de año que ha hecho tambalear la economía de todas las familias, y en especial de las más vulnerables. El pasado mes de septiembre se situó en el 9,4% interanual tras más de tres meses por encima de los dos dígitos, según los datos definitivos que publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística. El dato se contrajo en nueve décimas en relación al mes anterior y recortó de golpe su tasa interanual dos puntos, tras encadenar tres meses rebasando el 10% (en agosto de 2022 el IPC alcanzó el 11,5%). 

Los pagos de suministros y del alquiler son los que más suben; y las ayudas para los alimentos cunden menos

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Pero este viernes también se daba a conocer otro dato que saca a la luz a los más vulnerables. El informe AROPE de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza publicaba sus últimos datos, que sitúan a Extremadura y Andalucía como las regiones con mayor tasa de pobreza, un 38,7%, a 24 puntos de las región con menor tasa, Navarra (14,7%). El informe refleja un acentuación del nuevo perfil de pobreza en todo el país, con un incremento de las personas pobres con empleo y con estudios medios y universitarios. 

«Los pagos destinados a alquileres y suministros se han incrementado un 25% en lo que va de año en el periodo de marzo a septiembre», dice Eduardo Márquez, de Cáritas Mérida-Badajoz. De hecho, de momento se ha mantenido el fondo diocesano extraordinario que se activó con motivo de la pandemia y que ahora se ha prolongado para atender las necesidades derivadas de la crisis energética y la guerra. De hecho, no duda de que en los próximos meses, la demanda subirá porque tradicionalmente es a partir de octubre cuando más crecen las peticiones. «Contamos con que habrá más personas y que la demanda de cada uno de ellos será también mayor», asume Márquez.

Junto a eso, de momento ya notan que los cheques que entregan a las familias para que puedan comprar en los supermercados «alcanzan menos porque para comprar lo mismo, necesitan más». «Pero los mantenemos porque es la forma de darles dignidad, que ellos compren y no que acepten una caja con la comida que les dan», asume. 

«Si ya nos encontramos con personas que les cuesta llegar a final de mes, va a ser más complicado cuando además ahora se dispare el pago de suministros con la llegada del frío», advierte por su parte José Aurelio González, coordinador de Cruz Roja en Extremadura. De momento continúan atendiendo a unas 8.200 familias en Extremadura, que además de recibir alimentos y productos básicos, siguen un itinerario para intentar insertarse laboralmente. 

La organización ha puesto en marcha la campaña ‘Reacciona’ para atender las «nuevas necesidades» que dan por seguro que llegarán con le invierno y están entregando además a las familias con las que trabajan kits de ahorro energético por valor de 80 euros (bombillas led, burletes, bolsas para reducir el consumo de la cisterna, dosificadores de grifos, regletas para desconectar electrodomésticos...) para ayudarles también a reducir la factura de la luz. 

¿Y cómo gestionan el incremento de las necesidades de ayuda los que ayudan? «Con la suma de pequeñas cuantías que nos permiten seguir ofreciendo apoyo a las familias», resume el coordinador de Cruz Roja. 

«Estamos redoblando los esfuerzos. Con el mismo dinero, haces menos» 

«La situación es complicada. Porque aunque la ayuda de las administraciones, empresas y entidades en general se mantiene, con sus aportaciones ahora compramos menos. Y los usuarios a los que atendemos a través de distintos colectivos tienen también más dificultades para completar lo que les damos porque también ellos llegan ahora a menos cosas con lo que tienen», dice Juan Carlos Fernández-Rincón, presidente del Banco de Alimentos de Cáceres. En los últimos meses les está tocando hacer malabares para intentar hacer lo mismo con menos. «No hay un gran aumento de usuarios, pero el dinero da para menos», resume de la situación.

«Aunque la ayuda empresas y de administraciones se mantiene, ahora compras menos»

Juan Carlos Fernández Rincón - BANCO DE ALIMENTOS DE CÁCERES

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Los dos bancos provinciales de alimentos atienden con sus 80 voluntarios a unas 23.000 personas en Extremadura: 15.000 en la provincia de Badajoz y 8.000 en la de Cáceres. Los usuarios se mantienen más o menos estables aunque vayan cambiando y el balance del verano es, como siempre, es más positivo porque es la época en la que más baja la demanda. «Muchas de las personas a las que atendemos consiguen en verano mantenerse con contratos temporales», dice Cristina Herrera, presidenta del Banco de Alimentos de Badajoz. Sin embargo en el último trimestre del año que se acaba de iniciar las necesidades se incrementan y los niveles en los que este año está la inflación hacen temer que el cierre del 2022 será complicado tanto por la demanda de ayuda como por la capacidad del Banco de Alimentos para encontrarla. Para intentar anticiparse a los posibles problemas, las dos entidades tratan de planificar muy bien las compras que hacen y tocar a más puertas en busca de ayuda. 

Anticiparse al problema

«Estamos haciendo un mayor esfuerzo para contrarrestar el problema. Por ejemplo, acabamos de hacer una gran compra de aceite ante la previsión de que el precio pueda subir mucho», dice Fernández-Rincón. 

En el momento de la conversación, están descargando un camión cargado con caldos procedente de la empresa Inpralsa; hace unos días recibieron otro de tomate procesado y otra empresa de limpieza les sigue enviando productos cada vez que lo solicitan. «Luego la gente te sorprende; porque a lo mejor algunos donan menos, pero luego llega otra persona y te da 100 euros, o viene alguien con el maletero del coche lleno de comida o con una furgoneta hasta arriba de productos», dice el dirigente del banco cacereño. «Es un goteo continuo con el que estamos consiguiendo mantenernos», subraya. Porque al margen de lo que llega a las instalaciones con la ayuda de empresa e instituciones, hay colectivos y entidades deportivas que sigan organizando recogidas solidarias en sus eventos. «No nos está faltando colaboración», recalca Fernández Rincón. 

«Nuestra esperanza es la ‘Gran Recogida’ de noviembre, que este año ya podrá ser presencial»

Cristina Herrera - BANCO DE ALIMENTOS DE BADAJOZ

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En los próximos días van a firmar un convenio con Mercadona para quedarse con las mermas de sus supermercados y tienen en vigor otro de la Junta de Extremadura por el que se les entrega la caza que se apresa en el Parque Nacional de Monfragüe. Un matadero de Alcántara se ocupa de prepararlo todo. Además cada dos semanas están repartiendo de 10.000 a 15.000 kilos de fruta y están buscando contactos para poder proporcionar más carne y pescado, los productos para los que las familias rienen más dificultades para acceder por el elevado coste.

140.000 kilos de comida

De momento, en los próximos días iniciarán el reparto a las entidades de los 140.000 kilos de alimentos que les han llegado del Fondo Europeo de Ayuda al Desfavorecido (FEAD), a través del Feaga del Ministerio de Agricultura. Se hará un reparto ahora y otro antes de Navidad. 

«Nuestra gran esperanza es la Gran Recogida que se hará en el mes de noviembre», dice Cristina Herrera. Es una iniciativa en la que los voluntarios recogen en los supermercados aportaciones voluntarias de los clientes. En los dos últimos años, la recogida no ha podido ser presencial por la pandemia y eso ha mermado la participación. «No es lo mismo que la gente te dé un paquete de arroz, que pedirle dinero para comprar», justifica Herrera. Sin embargo en 2022 volverá al formato tradicional y con eso confían en que, como sucedía antes de la pandemia, esta convocatoria les proporcione recursos para aguantar los seis próximos meses o al menos, una larga temporada.

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