El Periódico Extremadura

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YA HAN RECIBIDO VARIOS PREMIOS DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA

Un extremeño tras un trasplante de intestino único en el mundo

El equipo de Cirugía Pediátrica de La Paz ha realizado un trasplante en asistolia de este órgano a una bebé. Le han devuelto la vida. El torrejoncillano Javier Serradilla participó en la operación y ha coordinado el estudio que ha logrado este hito científico

Parte del equipo médico de la operación, con el doctor Serradilla a la izquierda. EL PERIÓDICO

Cuando a los padres de Emma, una bebé de trece meses, se les ofreció la oportunidad de trasplantar el intestino a su hija, se les abrió una puerta de esperanza. La pequeña nació con el síndrome del intestino corto, una afección en la que el organismo no puede absorber suficientes nutrientes de los alimentos que se ingieren al carecer de la longitud necesaria. Esta situación había puesto ya en grave riesgo su vida. O recibía un trasplante en un corto periodo de tiempo o podía fallecer. Y aquello fue una esperanza, pero también un océano de miedos porque lo que los doctores estaban ofreciendo a estos padres no se había hecho nunca en el mundo: Querían trasplantar a Emma el intestino de un donante que había sufrido una parada cardiorrespiratoria, lo que se conoce como trasplante en asistolia. Algo que ya se utiliza en otros órganos pero que hasta ahora era impensable en el caso del intestino.

El doctor extremeño, Javier Serradilla. EL PERIÓDICO

En la intervención, desarrollada en el hospital La Paz de Madrid por el equipo de Cirugía Pediátrica, ha participado el doctor Javier Serradilla, extremeño nacido en Coria hace 34 años y criado en Torrejoncillo (Cáceres). Se llevó a cabo en junio pero se dio a conocer hace unos días, después de que la paciente ha conseguido recuperarse. La noticia ha corrido como la pólvora entre la comunidad científica porque es un hito a nivel mundial que abre muchas puertas a este tipo de enfermos.

Según explica este especialista, históricamente se consideraba que en el trasplante de intestino esta fórmula no podía usarse porque este órgano se deteriora mucho cuando el paciente sufre la parada cardíaca. Ya de por sí, añade el doctor Serradilla, el intestino sufre incluso en el caso de donantes por muerte encefálica, los que se hacen habitualmente y los únicos que se realizaban hasta ahora en el caso del intestino. Son los que proceden de personas que han sufrido un traumatismo que ha hecho que su cerebro deje de funcionar, pero sus órganos están perfectamente. En estos casos lo que se hace es plantear a sus familias la posibilidad de donar los órganos del paciente cuando se le desconecte de las máquinas, porque va a fallecer.

Un momento de la operación, que duró trece horas. EL PERIÓDICO

«El intestino sufre mucho con los cambios hemodinámicos, por eso incluso en los donantes en muerte encefálica muchas veces no son válidos los intestinos. Cuando un paciente está un tiempo en cuidados intensivos con muchos fármacos, con control de mantenimiento de tensión,… Todos esos cambios hemodinámicos de subir tensión, bajar tensión, pongo un fármaco, se lo quito,… hacen que la mucosa intestinal, que es la encargada de absorber los nutrientes, se dañe. Por eso se decía que, si ya de por sí en donantes en muerte encefálica el intestino no valía, al ser de un donante en parada cardíaca, que hace que se pare el flujo sanguíneo en los órganos, la mucosa intestinal se iba a deteriorar tanto que iba a ser imposible que fuera válido», señala.

«Hemos roto un mito científico porque siempre se había pensado que un intestino de donante en parada no iba a ser válido porque estaba dañado»

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Lo que este equipo ha conseguido desarrollar es un sistema para devolver a la vida a ese órgano, a ese intestino donado en asistolia. «Hemos conseguido devolver la circulación a esos órganos en el paciente que ha tenido la parada cardiorrespiratoria para poder resucitar ese órgano para que sea válido». Lo que hacen es conectar el órgano a una máquina de perfusión para que vuelva a tener riesgo sanguíneo y lograr recuperarlo. Esta maquinaria habitualmente se utiliza para las circulaciones extracorpóreas, necesarias en las operaciones de corazón (durante la intervención el corazón tiene que dejar de latir y para ello lo que se hace es enganchar esa máquina a los vasos sanguíneos del paciente para excluir este órgano). «Es como un motor que mantiene la circulación en el cuerpo sanguíneo del paciente, de tal manera que ningún órgano sufre la falta de riego, pero el corazón se excluye sin tener riego sanguíneo», aclara el doctor Serradilla.

Este equipo pensó en que se podía hacer lo mismo en el caso de los intestinos. «Enganchar la máquina a los vasos sanguíneos abdominales y hacer que el circuito sanguíneo abdominal vuelva a reiniciarse», argumenta. Por eso en la intervención, aunque liderada por Cirugía Pediátrica, ha participado también la sección de rehabilitación y trasplante intestinal, con médicos pediatras gastroentelógos, cirujanos cardíacos y los perfusionistas, enfermeros especializados en esta maquinaria.

Los padres y la bebé trasplantada posan junto al equipo médico que la atendió. COMUNIDAD DE MADRID

Referente en trasplantes

El hospital La Paz es referente en Cirugía Pediátrica y el único que realiza trasplantes de intestino en la población infantil, por eso tiene niños derivados de toda España. El problema es que el intestino es difícil de trasplantar. No es como cualquier otro órgano: «El hígado, por ejemplo, se puede trasplantar el de un adulto en un niño pequeño cortando un trocito de ese hígado y poniéndole un trocito pequeño al paciente. Pero en el caso del intestino el donante tiene que ser del mismo tamaño o peso del receptor que va a recibir el intestino», apunta el doctor. Esto lo que hace es reducir las posibilidades de un donante para los niños porque se necesita uno de un tamaño parecido y afortunadamente en España fallecen pocos menores.

Por eso hay una alta mortalidad en este tipo de afecciones intestinales: El 30% fallece en lista de espera para un trasplante porque el donante muchas veces llega tarde. O, cuando llega, el paciente ya está muy deteriorado, lo que hace que la recuperación sea mucho más difícil y puedan surgir complicaciones. Ellos lo que buscaban precisamente era acortar ese tiempo en lista de espera consiguiendo más intestinos para trasplantar. Y se les ocurrió intentar el trasplante en asistolia, para contribuir así a paliar la mortalidad que hay en esa lista de espera.

«La repercusión puede ser infinita, se pueden evitar muchas muertes porque damos la oportunidad de tener más intestinos disponibles»

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Todo esto es el resultado de un experimento científico que comenzó en 2019 y que coordinó precisamente el extremeño Javier Serradilla. «Esta idea la teníamos desde hace unos años porque veíamos que muchos pacientes pasaban años en lista de espera y eso conlleva que algunos acaben falleciendo. Y otros, no llegan a fallecer, pero durante esos años van empeorando, por lo que llegan al trasplante en una situación francamente mala, lo que no ayuda a que vaya bien», justifica este cirujano pediátrico. El estudio lo realizaron a través del Instituto de Investigación del Hospital Universitario La Paz (Idipaz), financiado por la Fundación Mutua Madrileña. Y los resultados fueron esperanzadores desde las primeras fases.

Justo cuando lo terminaron surgió la oportunidad de un donante. Y en esa lista de espera estaba Emma, la receptora idónea según los parámetros médicos. «Fuimos a trasplantar a esta niña en una situación muy límite. Sabíamos todos que era ahora o nunca. Son palabras que nunca quieres decir a las familias pero ellos son conscientes de cuando el paciente está llegando a su situación límite, porque se ve. Se nota. Y ella estaba en esa situación», apunta. Estuvo trece horas en quirófano. «Cuando salimos de la cirugía e informamos a la familia de que todo había ido bien fue un momento muy emocionante, tanto para ellos como para nosotros», recuerda.

Aún así fueron cautos. Era la primera vez que hacían algo así y el equipo médico quería constatar primero que no hubiera rechazo por parte del organismo de la bebé. Estuvo dos meses ingresada pero ya está en su casa y su evolución es muy favorable. «No ha vuelto a reingresar, está perfecta, viene a sus revisiones y el intestino está funcionando perfectamente. El intestino se está nutriendo y ella está creciendo», asegura el doctor Serradilla. Ya es como una niña de su edad: mucho más activa y ha empezado incluso a gatear. Antes no podía casi moverse. «Al estar bien nutrida empieza su desarrollo neurológico y se mueve más. Está desarrollándose muy bien. Ha sido algo muy exitoso y muy satisfactorio», reitera.

El equipo ya ha recibido dos premios por este hito, uno concedido en un congreso en Praga de la Asociación Pediátrica de Trasplante Internacional. Y otro en Oporto, en un congreso iberoamericano de cirugía pediátrica. «Se ha derribado ese mito de que el intestino no iba a ser capaz de recuperarse después de una parada cardíaca. Hemos visto que sí», añade. Esto, dice, puede tener una repercusión infinita porque se puede poner en práctica también en adultos. «La repercusión de esto puede ser infinita, desde evitar muchas muertes a evitar muchas complicaciones que sufren los pacientes y que colapsan las unidades de hospitalización, lo que repercutirá en una menor tasa de hospitalización y, por tanto, en un ahorro del sistema sanitario», incide este cirujano. «Y no solo aquí, sino a nivel mundial, porque se empezará a utilizar en muchos países», advierte.

Esperan más donantes

Por eso ya lo han puesto en conocimiento de la Organización Nacional de Trasplantes, con el objetivo de seguir utilizándolo desde ya en más pacientes. «Los que nos dedicamos a esto somos unos locos a los que nos encanta la cirugía y nos encantan los niños. Y darles la oportunidad de vivir, una oportunidad que se les ha negado de base por sus enfermedades, es una satisfacción que compensa cualquier cosa», reconoce este extremeño, que vive literalmente pegado a su teléfono desde que decidió dedicarse a los trasplantes.

Estudió Medicina en Salamanca. Allí se enamoró de la Cirugía Pediátrica pero fue durante su residencia en el hospital La Paz donde se introdujo en este mundo. Viaja poco a Torrejoncillo porque su trabajo le exige permanecer siempre en un radio cercano a Madrid. A cualquier hora del día puede surgir un donante y recibir una llamada para que acuda al quirófano. Reconoce que es difícil compaginar su vida familiar y profesional pero dice que compensa «no al 100% sino al 200%».

«El mundo del trasplante, y el infantil específicamente, es un mundo precioso pero muy duro. Son pacientes que están mal y tenemos la capacidad no solo de darle una vida nueva a los niños, sino a la familia, porque en la cirugía pediátrica no solo tratamos a los niños, sino a las familias. El adulto es independiente y sabe perfectamente a qué se está sometiendo. Pero en los niños hay que tener en cuenta que hay una familia detrás tremendamente preocupada y que, en muchísimos casos, se ve obligada a interrumpir su actividad laboral, a trasladarse a otra comunidad e interrumpir completamente su vida durante muchos meses. Cuando por fin llega el momento de trasplantar y el trasplante va bien y el niño y la familia pueden volver a su vida normal, es algo súper satisfactorio», reconoce. Ahora solo esperan a que les llegue un nuevo donante para conseguir devolverle la vida a más niños como a Emma. 

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