«He tenido muchas idas y venidas pero ya sé lo que es bajar a los infiernos y va a ser la última. De esta ya me reinserto». Marcos está a punto de cumplir 45 años. «Darte cuenta de los bandazos que has estado dando, a esta edad, es jodido». A este cacereño se le juntaron «varias cosas» para acabar viviendo en la calle pero sobre todo lo achaca a su adicción a las drogas y al detonante de la muerte de su madre: «Ella siempre fue mi gran apoyo y, al faltarme, me quedé sin ese pilar». 

Hoy Marcos cuenta los días para mudarse a uno de los tres pisos de vida autónoma que Cáritas Diocesana tiene en la capital cacereña: «Me irán soltando la cuerdita, poquito a poco, para que vaya encauzando mi vida. Estoy bajando poco a poco la medicación. Yo soy una persona muy válida para trabajar, tengo cotizados 20 años en la limpieza. Lo que quiero es poder tener una vida, también formar una familia, a eso aspiro», cuenta. «Lo que me gustaría resaltar además es que gracias al Proyecto Vida de Cáritas hoy sigo aquí, porque la primera vez que llegué yo me estaba muriendo», añade.

La vuelta a la vida

Este domingo es el Día de las Personas Sin Hogar, una jornada para concienciar sobre estas realidades. La historia de Marcos es solo uno de los innumerables relatos que guardan cada una de las personas sin techo que se ven en las calles, aunque para el resto de quienes las concurren se hayan convertido casi en parte del mobiliario, invisibles: «Ojo, son personas igual que tú y que yo y en cualquier momento cualquiera de nosotros puede acabar en la calle», señala Pedro Garví, coordinador del Programa de Personas Sin Hogar en el centro de Cáritas Cáceres. Por esa razón, han empezado a organizar charlas en centro educativos: «Queremos acercar esta realidad a los más jóvenes porque ellos son la semilla para erradicarla», apunta.

Garví subraya la importancia de la empatía y la compañía: «Debemos pensar en cómo nos gustaría que nos tratasen si estuviéramos en esa situación. En la calle no tienen con quién hablar, alguien en quien apoyarse, a quien pedir un consejo», narra. Por ello, la de acompañamiento es una de las labores principales que realizan. 

Cáritas en Cáceres cuenta con tres recursos para las personas sin hogar: un centro de emergencias, de «mínima exigencia» para aquellos que no quieren o no pueden trabajar, a los que se les da alojamiento y «dignidad»; el centro de vida, que es un «recurso habitacional» en donde se trabaja «por objetivos» para «reeducar carencias» como un «paso previo a la integración»; y, en tercer lugar, tres pisos de vida autónoma, en el que las personas sin hogar puedan dar el paso de volver a vivir en sociedad; tal y como espera Marcos.

Garví recuerda: «Un alto grado de estas personas habían tenido una vida normalizada previamente, pero las crisis que hemos encadenado, una tras otra, les han puesto en una situación de vulnerabilidad que finalmente les llevó a quedarse sin techo». 

Las cifras

En los primeros nueve meses de este año el centro de Cáritas Cáceres ha atendido a 131 sin techo. La mayoría de ellos son hombres de nacionalidad española, con una edad comprendida entre los 45 y los 65 años, que cayeron en situación de desempleo y que tienen un nivel de estudios bajo. Una veintena de ellos sufren problemas de adicción y otra veintena tiene trastornos de la salud mental.

Según la Encuesta a las Personas sin Hogar que difundió la pasada semana el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la región hay casi 70 personas sin hogar por cada 100.000 habitantes.

De acuerdo al INE, las causas más comunes que les han llevado a esta situación son: por problemas de adicción (44,8%); porque no pudieron pagar más su alojamiento (32,8%); por pérdida del empleo (29,1%); por separación de su pareja (21,8%); y porque se acabó su contrato de alquiler (14,6%). Cabe resaltar que, en muchas ocasiones, estas razones se entrelazan y se retroalimentan entre sí.

En cuanto a los datos del conjunto del país, un total de 28.552 personas sin hogar han sido usuarias de centros asistenciales de alojamiento y restauración en el año 2022, lo que supone un 24,5% más que en 2012. El 76,7% de las personas sin hogar son hombres, si bien la proporción de mujeres que están en esta situación ha aumentado hasta el 23,3% respecto al 19,7% del año 2012.