Dos días después, el arreglo de la carretera que une Cáceres y Badajoz sigue sin fecha. El delegado del Gobierno en Extremadura, Alejandro Mendoza, ha explicado este jueves que continúa la evaluación de daños, tanto en el punto kilométrico 45, donde se ha producido el gran socavón que ha partido la vía en dos, como en otros tramos de plataforma que se han visto afectados por balsas de agua. Es el primer paso, apunta, "para ver qué obras hay que hacer y hacerlas lo más rápido posible".

Socavón en la carretera Cáceres-Badajoz. EL PERIÓDICO

La N-523, que conecta Cáceres y Badajoz, es una de las carreteras más afectadas por el paso de la borrasca Efraín en Extremadura. La vía, que miles de extremeños utilizan cada día para sus desplazamientos (es la única carretera que conecta de forma directa ambas capitales) se cerró al tráfico el pasado martes por los numerosos saltos de agua, que finalmente provocaron el hundimiento de un tramo a la altura del kilómetro 45, entre Puebla de Obando y La Roca de la Sierra. Cuando se produjo, ya estaba cortada al tráfico.

La Junta insiste en que al tratarse de una vía estatal, su arreglo compete al Ministerio de Transportes. Y el delegado del Gobierno, en declaraciones a los medios este jueves en Badajoz, apunta que todavía se está realizando la valoración de daños. El corte de esta vía, según Mendoza, afecta sobre todo a municipios como La Roca de la Sierra, Puebla de Obando o Villar del Rey, para los que se establecerán itinerarios alternativos.

Por lo que respecta a Cáceres y Badajoz, el delegado ha recordado que tienen comunicación por las autovías A-5 y A-66. "Con un poquito más de trayecto, pero no supone un inconveniente grave", ha apuntado.

La autovía sigue pendiente

La borrasca Efraín ha vuelto a poner de manifiesto la necesidad de que haya una autovía para conectar Cáceres y Badajoz, una demanda histórica que según el propio Mendoza, "sigue con socavón y sin socavón". La A-58  se prometió en el año 2006 con fondos autonómicos y un coste cifrado en más de 360 millones de euros, pero 15 años después el proyecto apenas ha arrancado. El Estado asumió la inversión en 2019 tras la cesión de la carretera por parte de la Junta, si bien el compromiso de Pedro Sánchez de terminarla en esta legislatura no se cumplirá porque los pasos que se han dado han sido mínimos. 

El primer tramo, entre la A-66 y el río Ayuela, se ha adjudicado a la UTE Rover Infraestructuras y Gévora Construcciones por casi 78,6 millones de euros, con la previsión de que esté abierto y operativo a mediados de 2026.

Hasta ha fecha, tan solo se ha ampliado la rotonda de acceso a la capital cacereña, unas obras que en marzo de 2021 supusieron el primer movimiento de tierras tras 15 años de parón absoluto y que se acometieron para impedir que la declaración de impacto ambiental, que data de 2009 (cuando la Junta tenía previsto construirla con sus propios fondos), terminara caducando.