El Periódico Extremadura

Amistad contra la soledad

‘Grandes Amigos’ pone en contacto a voluntarios y a personas mayores para que se den compañía mutua. En Navalmoral de la Mata y Trujillo son ya alrededor de cuarenta los participantes

Marian Rosado

Llueve afuera pero el café del miércoles por la tarde no falla. «Aunque sea de máquina está bastante bueno», dice José Luis García, residente en el centro de mayores Real de Navalmoral de la Mata. Si se le pregunta si va a conseguir dormir después, su acompañante se apresura a responder: «Él siempre lo toma descafeinado». Quien contesta es Lorenzo Martínez, su amigo desde hace aproximadamente dos años. Ambos se conocieron gracias a la iniciativa de una fundación que los convirtió en lo que son hoy: grandes amigos. Ellos y alrededor de 40 voluntarios y personas mayores en Navalmoral de la Mata y Trujillo. ‘Grandes amigos’ es una organización que pone en contacto a personas mayores y a voluntarios para que se den compañía mutua y evitar así la soledad no deseada. En Extremadura, por el momento, opera de manera presencial en estos dos municipios, pero también tiene un servicio telefónico para cualquier otra localidad.

García (76 años) y Martínez (72) tuvieron, en sus propias palabras, feeling, desde el primer momento. «Asignamos a una persona con otra según sus intereses», explica Nuria Verdiguier, dinamizadora de la organización en Navalmoral. «Desde diferentes organismos, como los servicios sociales de base, nos derivan a las personas mayores que pueden necesitar acompañamiento. Nosotros a los voluntarios les hacemos una entrevista previa también», añade. Así se da el primer paso de lo que será una amistad como pocas: «Nosotros al final somos facilitadores, luego son ellos los que hacen que su relación crezca», dice Verdiguier.

Lorenzo Martínez y José Luis García.

Lorenzo Martínez y José Luis García.

En el caso de García y Martínez, ambos aseguran que no han faltado a su cita semanal en estos dos años: «Si algún miércoles alguno no puede, quedamos otro día, pero siempre nos vemos», dice el segundo. García aprovecha sus quedadas con Martínez para salir de la residencia y, además de tomar el café, pasear por la localidad y charlar. Ambos ríen cuando reconocen que les gusta pararse a ver obras de edificios y rememoran todas las experiencias vividas en este tiempo: «Dos años dan para mucho», expresa García. «¿Te acuerdas cuando me caí y me rompí la dentadura?», interpela a Martínez. «Por eso ahora siempre voy con este», dice señalando a su bastón. Salir a pasear, hacer la compra o charlar sobre toros, de los que García es un gran aficionado, son los planes que suelen hacer, como cualquier otra pareja de amigos. «Hablamos de todo, de cuando éramos mozos, de las chicas que hemos conocido, de su tiempo en Vitoria... El otro día fuimos a los 100 Montaditos, ¿verdad?», dice Martínez. Una relación del día a día tan simple y a la vez tan valiosa como lo es una amistad.

Los churros

Esas pequeñas rutinas también son parte de la relación entre Amalia Talavante (82 años) y Mario Raúl Gajate (68), que la acompaña junto a su esposa Graciela (62). «Todos los domingos por la mañana me traen el café y el churro», dice sonriente Talavante. Cuenta que se quedó viuda a los 48 años, que tiene dos hijas y tres nietos, una de ellas en Estados Unidos, tal y como subraya orgullosa. Y de América procede también la pareja de quien se ha hecho amiga, Mario y Graciela, ambos argentinos pero que llevan más de 15 años viviendo en Navalmoral. «Algunas veces os tengo que decir que no hace falta que vengáis», dice Talavante a Gajate, aunque reconoce: «Si dejaran de venir yo les echaría mucho, mucho de menos». 

Y si Talavante presume de las aventuras de su nieta en Estados Unidos, también lo hace la pareja que tiene seis hijos y diez nietos. «Es una satisfacción y un aprendizaje de experiencias de vida que nos vamos sumando. Yo desde chiquito quise ser médico y trabajé en salud toda mi vida, mi esposa es enfermera y tiene don de gentes», narra Gajate, quien con su acento de Mar de Plata cuenta el accidente que sufrió años atrás para animar a Talavante, en silla de ruedas tras una operación de cadera y actualmente en rehabilitación. «Yo vivía en mi casa pero como ahora no me puedo valer por mí, estoy aquí (en referencia a la residencia)», dice resignada mientras Gajate la anima.

Empatía, cariño y una relación de igual a igual en la que la base sea el afecto es el objetivo de ‘Grandes amigos’. Desde el propio colectivo se organizan además actividades conjuntas, como meriendas, talleres o, por ejemplo la pasada semana, una comida de Navidad para mayores y voluntarios en la que se hicieron regalos.

Mario Gajate lleva a Amalia Talavante en la residencia Real de Navalmoral. Carla Graw

Cercanía

«Lo que nosotros hacemos no es un servicio asistencial ni doméstico, para eso ya están las auxiliares de ayuda a domicilio o la teleasistencia, nosotros ponemos el foco en lo afectivo y en paliar esa soledad no deseada», explica José Ángel Palacios, portavoz de ‘Grandes Amigos’. Subraya que la soledad no es una enfermedad ni una epidemia pero sí un problema de salud pública: «La OMS ya ha dicho que es un factor de riesgo para la salud. Estar solo sin quererlo puede ser tan malo como fumar 15 cigarrillos al día», expone.

Palacios advierte de que la percepción de la soledad es complicada y subjetiva: «Una persona puede vivir con su familia y sentirse sola, o vivir sola y estar bien. Por eso se habla de soledad no deseada. Nosotros intervenimos en esa soledad no deseada con compañía, apoyo mutuo y recíproco. Sin paternalismos ni infantilizar a las personas mayores, algo en lo que se cae con frecuencia. Lo que aquí tenemos es un trato de igual a igual y dos personas que se aportan. Una amistad que se hace», expone. «Y es una relación que no se basa solo en el pasado. Siempre se valora a las personas mayores por su experiencia de vida, que está bien, pero también tenemos que ser conscientes de que siguen teniendo sueños, inquietudes y ganas de hacer cosas», añade.

Por este motivo Palacios insiste en que la felicidad es compartir tiempo con gente querida: «Muchas veces se criminaliza a las familias pero en nuestra experiencia vemos que no tiene que ser así. Vivimos en una sociedad con un ritmo de vida que no para, con cada vez más distancias, estilo de vida impersonales, una conciliación nula... Entonces lo que nosotros queremos es presentar a dos personas que tengan, primero, una afinidad y, segundo, cercanía, para que construyan una relación de calidad, duradera y estable. Es un compromiso a largo plazo e, incluso vemos como muchos voluntarios que quizás hayan tenido que dejarlo porque se hayan mudado o por otras circunstancias, siguen estando en contacto con sus personas mayores», remarca satisfecho. 

Edadismo

Y no es tan difícil establecer ese vínculo una vez la amistad se ha creado como dar el paso de unirse a la iniciativa. Así lo señalan tanto Palacios como Verdiguier, ya que no siempre es fácil reconocer que se necesita compañía: «La soledad es un problema que nos va a afectar a todos y que va a ser más severo en las próximas décadas. Tendemos a sociedades más envejecidas y solitarias, con modelos de familia de baja natalidad, de hijos únicos... Por eso los voluntarios nos dicen muchas veces que esto les sirve para aprender a gestionar la soledad y sus propias emociones», expresa Palacios. Así lo corrobora Martínez: «Es concienciarse de la situación que tienen los mayores y que todos vamos a vivir».

Palacios apela además a un necesario cambio de mentalidad en una sociedad que considera «edadista»: «Vivimos en un mundo en el que se tapa la arruga, la cana, cuando eso debería ser símbolo de orgullo y de vida. Se sigue ligando la vejez a la enfermedad y la discapacidad y se les discrimina», lamenta. Por esta razón vuelve a reclamar la importancia de poner en valor un «envejecimiento activo»: «Tenemos también, de hecho, mayores que son ellos mismos voluntarios», señala.

En toda España la organización acompaña a más de 1.600 mayores y, apunta Palacios, más del 80% de los voluntarios son mujeres: «Creo que hay que resaltar aquí también la importancia del género. No es solo que las mujeres vivan más tiempo, sino que muchas de ellas, por sus experiencias de vida, de hacerse cargo de su casa, de sus hijos... Han tenido menos posibilidades de socializarse y cuando llegan a su jubilación se ven solas. Sufren una doble discriminación: por edad y por sexo», afirma.

También recuerda el mal que ha producido la pandemia no solo de manera directa, sino en muchos mayores que han perdido movilidad y capacidades cognitivas por haber estado aislados y de lo que aún a día de hoy se siguen recuperando. Dan fe José Luis y Amalia, que se lamentan de las restricciones que aún hay en la residencia en la que viven para evitar contagios. Por ello, poner fin a ese aislamiento es el objetivo y la complicidad es una gran herramienta. Un tesoro que estos dos mayores animan a que cualquier persona que lo necesite lo pida. Porque en su experiencia saben que pocas cosas hay tan satisfactorias en la vida como un buen café acompañados de grandes amigos.

Lorenzo Martínez (72 años) conversa con José Luis García (76) en una de sus citas semanales en la residencia Real de Navalmoral.

Lorenzo Martínez (72 años) conversa con José Luis García (76) en una de sus citas semanales en la residencia Real de Navalmoral.

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Más hogares unipersonales

España superó en 2020 el umbral de más de dos millones de mayores de 65 años que viven solos, más de 850.000 de ellos son octogenarios. En la región son casi 49.000 los mayores de 65 años que viven en hogares unipersonales y cerca de 10.000 de ellos tienen más de 80 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Las previsiones del mismo INE revelan que una de cada tres personas en Extremadura vivirá sola en el año 2037. Serán un 33,7% de los hogares, cinco puntos más que en la actualidad.

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