El Periódico Extremadura

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Santiago Cambero Rivero Doctor en Sociología por la Universidad de Extremadura (Uex)

"Hemos perdido la conciencia social: ya nadie se indigna y eso es muy peligroso"

Santiago Cambero, sociólogo de la Uex con su libro 'Rebeldía (inteligente) contra la panicofilia', en Badajoz. SANTIAGO GARCIA VILLEGAS

Se define como «observador, activista y enredador social». Santiago Cambero (Badajoz, 1970) es licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (Uned) y doctor en Sociología por la Universidad de Extremadura, donde imparte clases en la Facultad de Educación y Psicología. Habitual colaborador de los medios de comunicación, presentó ayer en la Asamblea su cuarto libro en solitario, Rebeldía (inteligente) contra la panicofilia, un ensayo que ayuda a comprender las claves del convulso mundo actual del siglo XXI y que, sobre todo, busca remover conciencias. 

Ha presentado su libro en un lugar simbólico: el antiguo hemiciclo de la Asamblea. ¿Qué significado tiene esto para usted?

Ahora que se cumplen 40 años del Estatuto de Autonomía, el hecho de hablar sobre ciudadanía con otros ciudadanos, poner en valor las instituciones públicas y la soberanía popular extremeña. El sitio es perfecto y estar acompañado por su presidenta, Blanca Martín, para mí es perfecto. Le propuse que escribiera el prólogo del libro y ha contribuido con muchas citas politológicas y sociológicas que aportan valor científico. 

Defina qué es la panicofilia.

Es un neologismo que yo he creado para definir ese estado permanente de pánico colectivo, contagioso de forma masiva, que se da en todas las sociedades occidentales, en las que nos estamos acostumbrando a vivir rodeados de incertidumbre e inseguridad. Es el resultado de toda una coyuntura prolongada de crisis: sistémicas, sociales, políticas, económicas, financieras, climáticas, sanitarias, energéticas... Estamos alimentando nuestro cerebro con mensajes catastrofistas que rumiamos y rumiamos y que nos hacen estar permanentemente en alerta. Si no es un volcán es una guerra, una pandemia, un golpe de estado o un temporal. 

Dicho así parece el fin del mundo. 

Todo lo contrario. En el libro intento analizar las claves de este momento socio histórico, una especie de época de cambio o cambio de época consecuencia de ese periodo de recesiones económicas y crisis políticas. Pero si el ciudadano quiere puede salir de esa dinámica. 

¿Se considera panicofílico?

Para nada. Y me gustaría que la mayor parte de la gente que lo pueda reflexionar también salga de ese estado perverso. 

«Extremadura necesita rebeldía para despertar como pueblo frente a los problemas que en común compartimos»

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¿Cómo podemos hacerlo?

En el libro incluyo una especie de decálogo con 10 consejos éticos. El primero, fomentar el pensamiento crítico y proactivo: tenemos que tomar conciencia de la realidad para saber guiarnos en la toma de decisiones vitales. Invertir nuestro tiempo de ocio en actividades sociales y altruistas. Por supuesto vivir en calma, saborear cada instante; aprender cada día algo nuevo; interesarte por otras realidades sociales, más allá de lo que pasa en tu barrio; desconectar de vez en cuando de lo digital; olvidar la perfección. Y un concepto muy interesante: estar acompañado de personas que yo llamo gatillos, que nos inspiran a mejorar y nos impulsan a desarrollar proyectos con confianza. 

¿Cómo ve a Extremadura en este mundo panicofílico?

Extremadura debería tener una sociedad civil más organizada y comprometida, tener esa rebeldía inteligente que de alguna manera nos hiciera despertar como pueblo frente a los problemas que en común compartimos. Somos una comunidad con mucho potencial, pero tenemos una autoestima muy baja, forma parte de la idiosincrasia del extremeño. 

¿Hemos perdido la conciencia social?

Es la clave. El individualismo, el hedonismo... nos han alejado de lo que pasa a nuestro alrededor y no somos conscientes de que hay gente que sufre y necesita nuestra ayuda. Por eso es muy importante, desde muy jóvenes, fomentar valores de compromiso social y participación en la infancia, la familia, en las aulas… Eso va a representar que todos tengamos un sentimiento de libertad indómita y cambio social.

¿Qué falla en la sociedad de hoy que ya no cabe ni el debate?

No tenemos tiempo. Vivimos en una sociedad que avanza a una velocidad vertiginosa y no tenemos momentos ni espacios para la reflexión. Eso nos empobrece intelectualmente como personas, individuos y sociedad. Por eso es muy importante que haya diálogo y otros modelos de gobernanza mucho más abiertos donde la ciudadanía sea partícipe de las decisiones públicas y políticas, y que no todo se delegue. Tiene que haber otra forma de entender la política y si conseguimos que esa política sea entendida por la ciudadanía de a pie, vamos a mejorar en la democratización de la sociedad. 

¿Qué papel juega la política?

Muy importante. Ahora cuando se habla de política, a mí como sociólogo me viene la desafección de la ciudadanía hacia la política. Yo ya pronostico que las elecciones del 28 de mayo van a tener unas bolsas de abstencionismo de las más altas que ha habido en España en la última década porque la ciudadanía no está motivada para participar. Ojo, en este estado de panicofilia también me preocupan mucho estos movimientos radicales de ideologías extremistas que están generando discursos de odio y de miedo.

«El 28-M habrá grandes bolsas de abstención: la gente no está motivada para participar en la vida política»

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¿Se alimentan de la panicofilia? 

Evidentemente. A estos sectores les interesa que vivamos en esta panicofilia: nos hace no tener conciencia social y quedarnos postergados donde estamos cada uno. La panicofilia es un caldo de cultivo para generar más odio y miedo. Y frente a eso yo he tomado posición con este ensayo sociológico. En el libro lo explico: no podemos seguir manteniendo la neutralidad, la pasividad. Tenemos que posicionarnos porque de lo contrario estas ideologías se van instalando y se normalizan. Solo tenemos que ver lo que está pasando en América Latina o Estados Unidos:ciudadanos que se rebelan manipulados por esos sectores ideológicos extremistas. Que lo digo claramente, es la ultraderecha. 

¿Y las redes sociales?

Hay buena parte de la sociedad que está hiperconectada. ¿Qué ocurre? Que están apareciendo, como hemos visto con la pandemia, movimientos negacionistas. Niegan cualquier tipo de realidad empíricamente demostrable con datos científicos y empiezan a aparecer creencias basadas en prejuicios, fanatismos o dogmatismos. Y es lo que favorece movimientos como el que ha habido con Bolsonaro en Brasil o hace un año con Trump en Estados Unidos. Aparecen las olas de fake news: interesa la ignorancia, no conocer para que otros nos puedan gobernar desde todos los estamentos que tienen el poder. Hay un término, la agnotología, o la posverdad de la que tanto se habla ahora: cuando los hechos objetivos influyen menos que las emociones y las creencias personales en la configuración de la opinión pública. Una distorsión deliberada de la realidad manipulando a través de las creencias y emociones más básicas de los individuos para influir en la opinión pública y las actitudes sociales. Esto tiene que ver con la demagogia, el negacionismo, el populismo y todas esas formas de propaganda política que están utilizando, muy correctamente por cierto, las tecnologías digitales. 

¿Cree que realmente podemos cambiar el mundo?

Tengo la utopía de que no es que podamos, es que debemos cambiar el mundo. Las grandes transformaciones sociales se han hecho porque la ciudadanía se ha levantado contra el sistema. Creo que es posible, pero tenemos que tomar esa conciencia social que hemos ido perdiendo con el paso del tiempo. Me preocupa mucho pensando sobre todo en las generaciones más jóvenes. Yo doy clases en la Universidad de Extremdaura y muchas veces tengo la sensación de que les da todo igual. Entonces, vienen movimientos como el negacionismo o la posverdad y se imponen en su pensamiento. Ya nadie se indigna, y eso es muy grave. Hemos entrado en una etapa de resignación, de normalización, y tenemos el deber de reflexionar sobre el momento actual y no perder el espíritu de transformación social. Todo empieza por uno mismo. Y creo que este libro, de alguna manera, es una respuesta para hacer esa llamada de atención.

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