El Periódico Extremadura

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La recuperación tras un gran incendio forestal

Miravete resurge de sus cenizas

La rehabilitación ambiental avanza con trabajos de limpieza en la sierra y de reforestación en lo más llano. Están plantando 2.000 alcornoques y encinas que formarán un paisaje de dehesa con aprovechamientos en la zona

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Miravete después del incendio del verano de 2022

El entorno de Miravete avanza en la vuelta a la vida siete meses después del fuego que asoló 2.700 hectáreas en uno de los peores incendios del pasado verano. La restauración ambiental del terreno avanza tras casi cinco meses de trabajos de emergencia, que se activaron después de que las llamas quedaran extinguidas, a finales de agosto. Primero se trabajó en contener las cenizas y evitar la erosión, y ahora ya se está abordando una de las últimas fases, con la plantación de 2.000 encinas y alcornoques (unos 20 árboles por hectárea) en la zona más baja (los terrenos entre Casas de Miravete y la autovía A-5) para sustituir la maleza por un paisaje adehesado que impera en esa zona. Que los árboles alcancen cierto porte tardará unos 20 años, pero los plantones comienzan ya a dar vida nueva a una zona arrasada el pasado julio.

«Lo único que faltaría ya es hacer la reparación de los caminos e infraestructuras de toda la zona incendiada y la mejora de las infraestructuras. Todas las que se están abriendo ahora para realizar los trabajos servirán también en el futuro para ese plan de prevención de incendios», señaló este martes el director general de Política Forestal, Pedro Muñoz, en una visita a los terrenos que se quemaron en la zona de Casas de Miravete, Romangordo y Jaraicejo. Ahora mismo se está compatibilizando esa reforestación con los trabajos de limpieza en la sierra, para retirar los árboles calcinados que no lograron sobrevivir a las llamas mientras otros (fundamentalmente alcornoques) muestran ya los primeros brotes. 

En esos terrenos de sierra, con mucho pinar y eucaliptos también, no se plantea repoblar, sino que se está trabajando en retirar los restos quemados y favorecer que se vaya regenerando de forma natural. Algunos de esos árboles se triturarán o se usarán para biomasa; otros se han empleado ya en las primeras fases de la recuperación de emergencia para construir las fajinas (unas líneas paralelas a la ladera para evitar el arrastre por la pendiente y la erosión) que cubren ya toda la cara de Miravete que mira al este, donde comenzó el incendio. La limpieza se centra ahora en la ladera más próxima a Jaraicejo, donde se está despejando la madera abrasada con motosierras. Los mismos trabajos de rehabilitación se están llevando a cabo en la zona afectada de Monfragüe, «aunque con mucho cuidado porque hay nidos de buitres cerca», según explicaron los técnicos que dirigen las actuaciones. 

La fase que aún no se ha iniciado es la que acometerá la rehabilitación de infraestructuras, cerramientos y caminos. Se iniciará en abril, una vez que se concluya con la reforestación (previsiblemente a finales de marzo) y permitirá además «abrir nuevas infraestructuras para crear accesos y cortafuegos, dentro del plan de prevención de Monfragüe en el que estamos trabajando», señaló Muñoz. Está previsto que los últimos trabajos se completen en mayo, según la planificación de la empresa Tragsa, a la que se ha encomendado la recuperación hidrológica y forestal que se está llevando a cabo en la zona, con una inversión de 2,5 millones y unos 120 trabajadores, «fundamentalmente personas de la zona», apuntó Muñoz.

El incendio que se declaró en Casas de Miravete el pasado 12 de julio fue el segundo más importante del último verano, con 2.750 hectáreas calcinadas, 400 de ellas en el entorno del Parque Nacional de Monfragüe. El fuego obligó a desalojar Casas de Miravete, Romangordo e Higuera de Albalat y mantuvo en vilo a Jaraicejo. En todo este territorio las lluvias de los dos últimos meses han contribuido a que el verde se vaya abriendo paso en la parte más llana con nueva hierba; pero los restos del fuego son aún evidentes al levantar la vista: en la falda y el pico de la sierra de Miravete aún predomina la gama de grises en las que el fuego, las lluvias y las tareas de limpieza han envuelto la zona. Los árboles que sobrevivieron comienzan a salpicar también sus troncos negros con los primeros brotes verdes. 

Desde septiembre

Las primeras actuaciones se iniciaron en el mes de septiembre, poco después de que se aprobara la declaración de Zona de Actuación Urgente, y todas están destinadas a evitar las escorrentías de la cenizas en el terreno. La prioridad inicial era evitar la erosión que podrían provocar las primeras lluvias en los puntos con más pendiente y en eso se centró la primera fase: se extendió paja en las cabeceras de los arroyos (una práctica que se conoce como helimulching) que ahora ya se ha integrado en el terreno; se iniciaron los trabajos de corta del arbolado quemado y se hicieron con ellos las fajinas en las laderas; y se construyeron diques en los arroyos para contener el arrastre de ceniza. Se han levantado 200 presas de ese tipo con gaviones y en muchas de ellas se pueden ver ahora los restos de ceniza y lodo que se han ido depositando con el arrastre y que de no estar habrían llegado al río Tajo y a Monfragüe. Ese era el riesgo en esta zona. 

En el llano se trazaron también entonces unos surcos (caballones) que favorecieron abrir la capa de ceniza (que es impermeable) para que el agua se filtrara en el terreno y recargaran los acuíferos; y ahora se están aprovechando para plantar ahí el nuevo arbolado a base de especies autóctonas (encinas y alcornoques), protegidas con jaulones para evitar que el ganado que hay en la zona dé al traste con la recuperación.

«Creemos que se ha conseguido el objetivo inicial de evitar la erosión y el arrastre de cenizas. Entramos a trabajar con más de cien personas y una docena de máquinas, y cuando llegaron la lluvias en noviembre y diciembre, ya teníamos ejecutadas las actuaciones más grandes, que son las que evitan esas catástrofes que se producen por el arrastre si llueve al día siguiente de un incendio», explicó también Daniel Tabares, jefe de obra de la empresa Tragsa, que ejecuta esos trabajos de emergencia. 

Los esfuerzos se centran ahora en la reforestación que conformará ese nuevo paisaje de dehesa en el llano en el que antes solo había arbustos y maleza: «Se van a plantar unos 2.000 árboles entre encinas y alcornoques, unos 20 por hectárea, pero esto es una obra de emergencia viva y si tenemos opción de plantar más, lo haremos», avanzó el técnico. El propósito de plantar esas especies es que la dehesa que conformen en el futuro pueda tener un aprovechamiento (ganado y corcho) y por tanto sea menos proclive a los incendios; y que se pueda compatibilizar también con los usos ganaderos que tiene ya el terreno, principalmente con vacuno y ovino: «Por ese motivo se están protegiendo las plantas con los jaulones», incidió Tabares.

La campaña de incendios del pasado verano fue la más devastadora de los últimos 25 años según el balance que realizó en octubre el director general de Política Forestal, Pedro Muñoz. En total se arrasaron 10.400 hectáreas en los 233 fuegos que se registraron. Más de la mitad de la superficie quemada correspondió a los dos incendios que se produjeron en la semana del 11 al 19 de julio, en la que coincidieron los fuegos de Casas de Miravete (2.750 hectáreas arrasadas) y el del valle hurdano de Ladrillar (3.241). En Ladrillar también progresa la restauración de emergencia, aunque a menor ritmo. «Las lluvias fueron muy fuertes y la corta de arbolado se tuvo que retrasar aunque ya van avanzando también», explicó Muñoz.

Las claves de la actuación

  1. PAJA PARA EVITAR LA EROSIÓN: Una de las primeras actuaciones consistió en extender una capa de paja en las laderas (helimulching). Se lanzó desde helicópteros, en cargas de 900 kilos de paja que cubren unos 500 metros cuadrados.
  2. DIQUES PARA CONTENER LAS CENIZAS: En los arroyos que hay en la zona de Miravete se han levantado 200 diques con gaviones para retener la ceniza que iba arrastrando el agua y evitar que llegara al río Tajo y Monfragüe.
  3. FAJINAS EN LAS LADERAS: En la sierra de Miravete se han creado ‘fajinas’ con los restos de madera quemada, para que sirvieran de diques y pudieran contener el arrastre y la erosión por el agua de la lluvia.
  4. LIMPIEZA DE LA MADERA QUEMADA: Los trabajos de limpieza se centran ahora en la cara de Miravete que mira a Jaraicejo. Se está cortando la madera muerta y retirando los restos para favorecer una regeneración natural allí.

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