El Día Mundial del Agua se celebra cada año el 22 de marzo, tal y como fue propuesto por primera vez en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro en 1992, para concienciar sobre la importancia del agua y promover su uso sostenible.

En Cáceres, la disponibilidad de agua ha sido un tema crucial debido a los problemas que de forma histórica ha enfrentado la ciudad debido a su ubicación en la Meseta, más adecuada desde el punto de vista defensivo o estratégico que por disponer de un acceso sencillo al recurso hídrico.

Como bien saben los cacereños, instruidos en el asunto hídrico a base de muchas penurias históricas en la materia, la sequía es el principal problema al que se enfrenta Cáceres en relación con el agua.

Dicha sequía es más consecuencia de la irregular distribución de las precipitaciones que de un reducido valor medio interanual (554 mm/año). A lo largo de los años, la región ha sufrido períodos de sequía prolongados, el último de los cuales se ha producido entre dos valores históricamente elevados de precipitación mensual: 215 litros por metro cuadrado que cayeron en marzo de 2018 y 250 en diciembre de 2022. La escasez de precipitaciones entre ambas fechas ha afectado no solo a la disponibilidad de agua para el consumo humano, sino también a la agricultura y la ganadería de la zona de influencia de la ciudad, que repercuten de manera importante en la economía local.

Durante el mencionado periodo entre ambos llenados hasta la cota máxima admisible del embalse (marzo 2018 – diciembre 2022), que es lo que podríamos considerar un ciclo seco-húmedo, el consumo de la ciudad fue de 37 Hectómetros cúbicos (Cada hectómetro cúbico es un millón de metros cúbicos o, para verlo a otra escala, mil millones de litros de agua) y el agua que fue preciso trasvasar desde el río Almonte para poder atender dicha demanda en idéntico periodo de tiempo de la ciudad fue de 27 Hectómetros cúbicos. La relación entre ambos números refleja que la fracción trasvasada corresponde a un 62% del consumo total. Baste este tosco pero clarificador número para comprobar la gran dependencia de la ciudad de los recursos bombeados desde el embalse de Alcántara.

Se percibe, además, un mayor espaciamiento entre los episodios en los que es preciso verter por el aliviadero los volúmenes de avenida que no son susceptibles de ser almacenados en el embalse. Analizados estos vertidos desde 2015 hasta la actualidad en comparación con periodos anteriores parece percibirse un descenso significativo, aunque es cierto que valores tan escasos y aleatorios se prestan poco al análisis estadístico que pudiera discriminar si la mayor separación entre avenidas es una simple apariencia o un hecho significativo.

Sirvan ambas pinceladas para promover la reflexión en este Día Mundial del Agua sobre el decisivo papel del agua en la ciudad de Cáceres y sobre la importancia de prever actuaciones que se adelanten a la posible evolución desfavorable de su disponibilidad.