El reto era importante: el centenar de alumnos de la Universidad de Extremadura asistentes al ‘II ForoEvolución’ no conocieron la creación del Estatuto de Autonomía ni tampoco la de la Universidad de Extremadura, no conciben una región donde ambas cosas no sean una realidad. Había que conseguir que todos ellos, nacidos en su mayoría después del año 2000, pusieran en valor la consecución de ambos hitos y su contribución a la creación de la Extremadura que hoy conocemos.
Sobre el escenario del Aula Magna de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales estuvieron Francisco Duque, rector de la UEx entre 2003 y 2010, y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente de la Junta de Extremadura. Les acompañó el director de este diario, Antonio Cid de Rivera, quien destacó que en este 2023 se cumplen 40 años de la aprobación del Estatuto de Autonomía de Extremadura, el cual nos regaló la capacidad de «decidir nuestro destino», el 50 aniversario de la creación de la institución universitaria y 100 aniversario de la fundación del El Periódico Extremadura, tres efemérides que forman parte de la historia de esta región.
Este foro, patrocinado por la Junta de Extremadura en colaboración con la Universidad de Extremadura, contó con la presencia de la presidenta de laAsamblea de Extremadura, Blanca Martín, el consejero portavoz del gobierno regional, Juan Antonio González y el vicepresidente de la Diputación de Badajoz, Ricardo Cabezas.
Moderado por la periodista de la casa Rocío Cantero, Juan Carlos Rodríguez Ibarra quiso hacer hincapié en que el camino recorrido hasta llegar al punto donde la región se encuentra ahora ha sido largo porque «hace cuarenta años todo estaba por hacer en Extremadura» y aún queda.
Según el expresidente, tenemos que desprendernos de muchos tópicos «empezando por el nombre» dada la falsa creencia de algunos cuando dicen que Extremadura procede de unir las palabras «extrema» y «dura». Según dijo, esto es falso, sería lo mismo que decir que Andalucía se llama así por la unión de las palabras «anda» y «lucía». Ese tópico ha condicionado muchas cosas, como por supuesto la mala prensa impuesta desde antaño. «¿Quién va a venir a una región con esas características. Esto no se corresponde con la realidad. Esa denominación surgió en la edad media para referirse a los extremos del reino de León». Ibarra habló que en 1983 se había producido un grave descenso de la población, al haberse apoyado durante la dictadura de Franco a unas regiones (Madrid, Cataluña, País Vasco…) en detrimento de otras. «Nuestro declive empezó cuando se inició la industrialización de España», aseguró.
La suerte
En cuanto a la parte más positiva del proceso autonómico subrayó: «la suerte es que no había que pensar. Cualquier cosa que se hiciera estaba bien, porque se partía de cero, casi todo estaba por hacer. Con el centralismo nos había ido de pena y con la autonomía pensamos que las cosas podían cambiar», añadió. Ibarra aportó el dato de que el presupuesto inicial de la comunidad extremeña fueron 200 millones de pesetas (1,5 millones de euros), siendo en la actualidad superior a 7.700 millones de euros.
Recordó a los presidentes de la preautonomía Luis Ramallo, Manuel Bermejo, (Juan Bazaga que estuvo a punto de serlo) y él mismo, que presidió una asamblea provisional, en la que estaba también como consejero Pablo Castellano. También recordó los principales puntos de fricción en la redacción del Estatuto de Autonomía, como la paridad de la representación de los diputados de Cáceres y Badajoz y, por supuesto, la capitalidad de la región apostando finalmente por Mérida puesto que Cáceres y Badajoz no se ponían de acuerdo y se buscó una alternativa.
Según afirmó, gracias a todo esta proceso «Extremadura tiene todo lo que puede tener cualquier región. Antes vivir en un pueblo era un castigo, y ahora no. Eso sí, seguimos escuchando un discurso peligroso, que es pensar que nuestros jóvenes tienen que marcharse para formarse bien. Jóvenes: no escuchéis el discurso de que os tenéis que ir de Extremadura».
No hace falta irse
Francisco Duque, por su parte, quiso romper una lanza en favor del joven extremeño en su discurso. «Ahora no hace falta irse de la región para buscar oportunidades y mucho menos para tener una formación universitaria de calidad.», explicó. Apenas unos minutos antes de empezar el acto, se mostró curioso al preguntar si había muchos alumnos en el interior del recinto. «A veces es más importante la actitud que cualquier otra cosa. Mostrar interés por este ejercicio de nostalgia dice mucho de la juventud». «No tenemos que envidiar nada a ninguna universidad, la Uex está perfectamente asentada». Añadió que hace unos diez años se encargó un estudio sobre contribución socioeconómica de la Uex y que los datos objetivos eran muy buenos. A esto hay que sumar el acceso de todas las rentas a estudiar a la Uex.
Valdecañas, de nuevo en debate
«¿Qué ley se incumplió cuando se aprobó el proyecto de Valdecañas?», preguntó ayer a los presentes Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El ex presidente respondía a uno de los alumnos que decidió lanzar una pregunta de por qué, según él, los extremeños son tan conformistas, calificativo que negó rotundamente y se puso como ejemplo a él mismo que, añadió, nunca se calló ante las injusticias que pudieran llegar del gobierno central.
Es verdad, añadió, que no entiende la opinión de algunos extremeños que puedan apoyar el derribo del complejo turístico Isla de Valdecañas.Según él, este complejo se aprobó con todas las bendiciones de la administración, medioambientales y de la intervención de la Junta de Extremadura. Por ello, se sigue preguntando después de tanto tiempo qué ley se incumplió para que haya acabado en este proceso de derribo decretado por el Tribunal Supremo y su recurso ante el Tribunal Constitucional. «¿Alguien puede decirme qué ilegalidad se cometió?», se preguntó, «cuando todos los informes que llegaron a la Junta eran positivos».
En su opinión, no deja de ser curioso que exista un movimiento ecologista en torno al derribo de Valdecañas y, por contra, todo el mundo esté callado con la continuidad de la central nuclear de Almaraz aguas abajo.
Rodríguez Ibarra se refirió igualmente a la refinería de petróleo que el empresario Alfonso Gallardo pretendía construir en Extremadura, en Tierra de Barros, y que el ministro Arias Cañete cambió su resolución positiva porque, según él, se lo pidió José Antonio Monago dado que el gobierno regional del PP dependía de los votos que le permitían gobernar que eran de Izquierda Unida.
Es verdad, apuntó, que anteriormente el PSOE paró el proceso porque la ministra Cristina Narbona no lo consideraba positivo y no le perdonaba que él hubiera dado el visto bueno al plan hidrológico. La ministra llegó a preguntarle a Ibarra por qué la refinería no se ponía en la costa a lo que él respondió «porque Extremadura no tiene mar».