VIENTRES DE ALQUILER

No digan maternidad, llámenle explotación reproductiva

¿Qué diferencia hay entre el caso de Ana Obregón y el del matrimonio de Don Benito? «El dinero que han pagado a una mujer vulnerable para arrebatarle a su recién nacido», responde una experta en la materia

Imagen que simboliza el negocio de los vientres de alquiler.

Imagen que simboliza el negocio de los vientres de alquiler. / EL PERIÓDICO

Rocío Sánchez Rodríguez

Rocío Sánchez Rodríguez

Justo el mismo día que se destapa un supuesto caso de compra de un bebé en el hospital de Don Benito-Villanueva de la Serena aparece en la portada de una revista una imagen de Ana Obregón con una recién nacida en brazos saliendo del hospital. Era la manera de anunciar que, a sus 68 años, había vuelto a ser madre. ¿Qué diferencia a ambas situaciones? «La única es el dinero que han pagado por explotar reproductivamente a una mujer vulnerable y arrebatarle a su bebé. A más dinero, mayor protección jurídica para comprar recién nacidos en los pocos países en que está permitido. Ana Obregón ha podido ir a EEUU, donde esa explotación a través de la gestación subrogada es legal y pagar cerca de 200.000 euros por una niña. La pareja de Don Benito organizó el acuerdo en Rumanía y ofrecieron 2.000 euros por el bebé, pero este ha nacido aquí, donde es ilegal y todo se ha desmontado a tiempo. Solo espero que a la mujer que ha dado a luz se la considere víctima de trata y explotación reproductiva, se la proteja y no se la criminalice».

Así lo resume la almendralejense Ana Trejo Pulido, autora del libro En el nombre del padre. Explotación reproductiva de mujeres y venta de seres humanos en el s.XXI y fundadora de la plataforma ‘STOP Vientres de alquiler’.

La importancia del lenguaje

Trejo pone el foco en la importancia de la elección de las palabras a la hora de abordar estos dos casos: «El lenguaje configura nuestra realidad y todo lo que rodea la explotación reproductiva a través de la gestación subrogada es una mentira. Ana Obregón no ha sido madre, sino que se ha comprado una niña. Se presenta esta práctica como algo aspiracional, legítimo y glamuroso, pero cuando los compradores son una pareja de rumanos aparentemente de bajo estrato social, ahí sí se ve que es trata de mujeres y venta de seres humanos. En todos los casos son embarazos no deseados por la propia mujer; se producen por el deseo de terceros y son, por tanto, embarazos forzados por la necesidad económica y la situación de vulnerabilidad».

Ana Obregón no es la primera famosa que usa un vientre de alquiler. Los cantantes Miguel Bosé o Ricky Martin, o el actor español Javier Cámara son otros ejemplos. Hay muchos más: «Se blanquea la explotación de mujeres con fines reproductivos como una práctica legítima, por lo que vemos a ricos y famosos alardear de sus hijas e hijos comprados, sin que aquí, donde la subrogación está prohibida, haya pasado nunca nada. Ahora, con casos como el de Don Benito, la gente se lleva las manos a la cabeza, pero no hay ninguna diferencia sustancial con respecto a lo que ocurre a través de las agencias y las clínicas de subrogación», asegura Trejo.

¿Cómo se ‘legaliza’?

Los vientres de alquiler están prohibidos en España. La ley 14/2006, que regula esta práctica, dice: «Será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero». Pero hay resquicios legales que permiten inscribir a bebés que nacen en otros países. Es a través de la instrucción de 5 de octubre de 2010, de la dirección general de los Registros y del Notariado, sobre régimen registral de la filiación de los nacidos mediante gestación por sustitución para las resoluciones judiciales extranjeras.

De este modo, se debe aportar una resolución judicial del país de origen en la que se determine la filiación del bebé. La mujer gestante renuncia a la filiación materna a favor del contratante.

Según la citada instrucción, es necesario comprobar que no se ha vulnerado el interés superior del menor, ni los derechos de la madre gestante y, sobre todo, verificar que el consentimiento de la mujer se ha obtenido de forma libre y voluntaria.

En países como Ucrania, los tribunales españoles exigen que la gestante haya renunciado expresamente a sus derechos de madre en favor del padre internacional, siempre que este sea a su vez el padre biológico (suele ser habitual que el esperma lo aporte el comprador).

Pero en EEUU resulta más fácil la filiación, dado que el regreso al país de origen se realiza con una sentencia judicial mediante la que se reconoce legalmente el vínculo, algo que también hacen los jueces canadienses.

«Por eso pedimos que se derogue esa instrucción», subraya Trejo. Y critica que aunque la postura del Gobierno es estar en contra de la gestación subrogada, se mira hacia otro lado cuando los bebés proceden de otros países. Habla de «desvergüenza política». «Se transmite una imagen nefasta con respecto al valor de las mujeres, porque se manda a la opinión pública un mensaje muy peligroso: se les dice que hay cierto tipo de violencia, como es la reproductiva, que no se va a perseguir penalmente cuando ocurra en el extranjero».

Más allá de los famosos

Más allá de los casos entre famosos, existe esa realidad de compra de bebés en Extremadura: «Si eres pudiente te vas a Canadá o a EEUU y pagas 15.000 o 20.000 euros; si eres menos pudiente, por 2.000 euros te lo consiguen en Rumanía o Ucrania. Esto es como la prostitución: si tienes mucho dinero contratas a una escort en exclusiva y te vas a un jacuzzi; y si tienes poco dinero, pues vas a buscar una felación en la carretera», manifiesta, por su parte, Flor Fondón, presidenta de la Asociación de Derechos Humanos de Extremadura (Adhex). «Es el cuerpo de la mujeres como mercancía», añade.

«En definitiva -concluye Trejo-, los ricos compran bebés y explotan mujeres en los EEUU, la clase media hace lo mismo en Ucrania; y entre los más pobres explotan a sus propias mujeres y mercadean con sus criaturas. El orden patriarcal es universal».

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