GLORIA UGARTEMENDÍA, JULIANA FARIÑA, ÁFRICA MEDIAVILLA Y CONCEPCIÓN DOMÍNGUEZ FORMAN PARTE DE UNA PUBLICACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN MÉDICA QUE HOMENAJEA A LAS PRIMERAS DE LA PROFESIÓN

Pioneras de la medicina

Cuatro extremeñas figuran entre las primeras del país en despuntar en un mundo reservado para hombres. Hoy ellas copan la mayoría de las consultas: en la región el 69% de los colegiados menores de 35 son mujeres

Concepción Domínguez (izquierda) y Gloria Ugartemendía, posan en el hospital San Pedro de Alcántara, donde iniciaron su profesión.

Concepción Domínguez (izquierda) y Gloria Ugartemendía, posan en el hospital San Pedro de Alcántara, donde iniciaron su profesión. / Carla Graw

Cuando África Mediavilla (Mérida, 1941) comenzó a estudiar la carrera de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid, en los años 60, a las mujeres las sentaban en las primeras filas, porque eran las más pequeñas. Las ponían a todas juntas. El resto del aula era ocupada por ellos. Eran unas 15 entre los más de 400 que se formaban en cada clase. Después terminó siendo la primera profesora de la facultad de Cantabria, comunidad en la que ejerció su profesión. Se cultivó en un mundo de hombres pero asegura que «nunca» se sintió ninguneada. Mediavilla, extremeña de nacimiento, apenas pudo disfrutar de esta región pues el trabajo de su padre, militar, les llevó por varios destinos, hasta que se asentaron en Madrid.

Estudió, casi por obligación, el Bachillerato de letras, pero cuando terminó decidió que ella no quería hacer ni Derecho ni Filosofía, sino que quería ser médico. Tuvo que solicitar hasta un permiso especial poder acceder a la universidad porque no había cursado ciencias. Ese «gusanillo» por la medicina le viene de familia. Su padrino y tío carnal era médico, tenía su propio laboratorio, donde ella pasaba las horas. Le gustaba aprender de él. Al final se licenció en 1970 con calificación de sobresaliente y cuatro años después se doctoró, también con sobresaliente ‘cum laude’. Es la única de sus hermanos (son siete, todas mujeres salvo uno) que cursó una carrera universitaria.

Se especializó en Farmacología pero no por lo que aprendió junto a su tío, sino porque en tercero de carrera pidieron a una persona para que colaborara en la realización de prácticas en esta especialidad y ella se ofreció. Lo hizo por necesidad porque se pagaba sus estudios. Su sueldo eran 500 pesetas. «Me pagaba los libros a plazos», recuerda. Después el profesor Jesús Flores, uno de los que mayor prestigio adquirió en la época en Farmacología, la reclamó para poner en marcha el primer servicio de Farmacología Clínica a nivel nacional. Quería montarlo en Santander, en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, y hasta allí se marchó. Terminó siendo jefa del servicio y creó la unidad de ensayos clínicos que a día de hoy sigue funcionando.

África Mediavilla ejerció en Cantabria, aunque nació en Mérida.

África Mediavilla ejerció en Cantabria, aunque nació en Mérida. / EL PERIÓDICO

Puestos de responsabilidad

Mediavilla lleva ya 11 años jubilada pero durante su vida profesional ocupó distintos puestos de responsabilidad relacionados con su especialidad, entre ellos, fue vocal de la Comisión Nacional de la Especialidad de Farmacología Clínica del Ministerio de Sanidad; asesora de la Dirección General de Farmacia y Productos Sanitarios y vocal del Consejo Asesor de la Agencia Española del Medicamento (entre 1999 y 2004). En 2002 fue nombrada presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica, hasta 2007, y desde el 2005 es vocal del Comité de Evaluación de Medicamentos de Uso Humano de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios; puesto que sigue ocupando a día de hoy.

«Mi tío tenía un laboratorio y aprendí de él. Era un mundo de hombres pero nunca me trataron mal»

África Mediavilla

— Especialista en Farmacología Clínica

Es una de las más de cien médicas que aparecen en la publicación ‘Mujeres pioneras en la Medicina’ que ha elaborado la Organización Médica Colegial como homenaje a las que despuntaron en la atención sanitaria, un sector reservado entonces a los hombres. Mediavilla es, de hecho, una de las pocas médicas extremeñas de su edad, pues en la región solo hay colegiadas 36 mayores de 70 años. Y es que, según recuerda en la revista el secretario general del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, José María Rodríguez, la carrera de Medicina estaba prácticamente reservada al género masculino, a pesar de que no existía ningún obstáculo legal que impidiera la entrada de las mujeres.

En Extremadura el 49% de los médicos son mujeres, pero solo hay 36 mayores de 70 años

Desde el 8 de marzo de 1910 en España existe el acceso de la mujer a la universidad en total igualdad de condiciones, tras una Instrucción dada por la entonces consejera de Instrucción Pública, Emilia Pardo Bazán. Sin embargo, hasta finales del siglo XIX el ingreso de ellas a las aulas fue a cuentagotas y con más obstáculos y dificultades que los que se imponían a sus compañeros. De hecho, según reconoce José María Rodríguez en la introducción de esta publicación, se cree que no había impedimentos legales «porque ni siquiera se consideraba la posibilidad de que la mujer se formara en estudios superiores».

Hoy, el 70% son mujeres

Actualmente todo eso se ha revertido y en las nuevas promociones de Medicina el 70% de las alumnas son mujeres. En Extremadura, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el año 2022 el 49% de los médicos colegiados pertenecen al sexo femenino. Sin embargo ellos solo superan en número en las generaciones más antiguas, es decir a partir de los 55 años. Pero entre los menores de 35 el 69% son mujeres; entre 35 y 44 años, el 63,3% y entre 45 y 54 años, el 58%. «Desde la perspectiva del Consejo, y aprovechando el primer centenario del mismo, hemos querido rendir un sencillo pero sincero homenaje no solo a las primeras colegiadas, sino también a aquellas compañeras que han optado por representar a la profesión en los colegios y en el Consejo, así como a otras compañeras que han ostentado puestos de representación en otros niveles» subraya el secretario general de este organismo.

Gloria Ugartemendía, primera pediatra de la provincia de Cáceres.

Gloria Ugartemendía, primera pediatra de la provincia de Cáceres. / Carla Graw

Primera pediatra de Cáceres

Entre esas médicas pioneras hay más extremeñas. En las páginas de esta edición está presente también Gloria Ugartemendía (Tolosa, Guipúzcoa, 1947), la primera pediatra de la provincia de Cáceres. Siempre quiso ser médico: «médico, no médica», recalca. Tenía una prima con una enfermedad degenerativa congénita y siempre quiso aprender para curarla. Estudió el Bachillerato de letras «por imposición de las monjas» porque se le daba bien escribir. Así que, cuando les dijo que quería estudiar Medicina «casi les da un soponcio», recuerda. Su promoción, en la universidad de Salamanca, fue de las primeras que comenzaban a recibir a mujeres en las aulas, aunque la tercera parte de los asientos seguían ocupados por hombres.

«Una prima mía tenía una enfermedad degenerativa, mi sueño era hacerme médico para curarla»

Gloria Ugartemendía

— PRIMERA PEDIATRA DE LA PROVINCIA DE CÁCERES

Después se especializó en Pediatría. Era su ilusión. Y terminó en Cáceres por amor: en la facultad conoció al que hoy es su marido, con el que lleva 51 años casada. Era «un cacereño a tope» que se especializó en Ginecología y ella le siguió hasta su ciudad. Ugartemendía fue la primera pediatra del hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres. Y después tuvo su consulta en el centro de salud Zona Centro de la misma ciudad, por la que pasaron miles de niños. Muchos ya son padres e incluso han seguido sus pasos en la Medicina. «Me ven y me saludan por la calle, mis hijos dicen que cuando salgo parece que voy en campaña electoral», bromea. Fue coordinadora médica, presidenta de la sección de pediatría extrahospitalaria de Extremadura y la primera mujer miembro de la junta permanente del Colegio de Médicos de Cáceres.

El 70% de los que acceden ahora a la carrera son mujeres. Antes estaba reservada para ellos

Parte de su carrera la dedicó a enseñar a los padres a vivir con sus hijos, con cursos de formación en Cruz Roja y en la Escuela de Padres y de Promoción de la Lactancia Materna. «Lo más importante es la lactancia materna, pero nos ha costado mucho, peleamos por muchos pueblos porque hubo un tiempo en el que pensábamos que nos liberábamos si les dábamos el biberón a nuestros hijos y lo que estábamos era perjudicándolos», apunta la doctora. Lleva ya una década jubilada, «contra mi pesar» porque, si por ella fuera, seguiría en la consulta. «Sobre todo en la pandemia, me hubiera gustado poder ayudar», reconoce. Se ofreció, pero se lo denegaron al ser ya mayor de 70 años.

Juliana Fariña falleció en junio del 2020.

Juliana Fariña falleció en junio del 2020. / EL PERIÓDICO

Primera catedrática del país

La publicación también recuerda a Juliana Fariña (Badajoz, 1946). Se licenció en la Universidad Complutense de Madrid con el Premio Nacional de Licenciados Becarios y se especializó en Anatomía Patológica. Desde 1983 ejerció como jefa de servicio de esa especialidad en el Hospital Clínico San Carlos de la capital de España. Y fue la primera mujer catedrática del país, hito que alcanzó cuando solo tenía 37 años, además de la primera que ocupó un sitio en el Consejo General de Médicos en Europa.

El desarrollo de la ecopsia fue su mayor logro, una técnica de autopsia que obtiene material del cadáver para el estudio anatomopatológico mediante ecografía. A ella se le atribuyen además la descripción de un nuevo tipo de alteración morfológica pulmonar en diabéticos y el desarrollo de una prueba para demostrar, en cadáver intacto, si está infectado por VIH. Falleció en junio del 2020, en plena pandemia del coronavirus. «Desde pequeña siempre me elegían como jefa de algo y he sido una mujer que, a pesar de haberme encontrado en mi vida con muchos no, he procurado superarlos y hacer lo que creía que era necesario, saltando las barreras», dijo en una entrevista en el año 2011. 

Concepción Domínguez fue la primera mujer en formar parte de la junta del colegio de Cáceres.

Concepción Domínguez fue la primera mujer en formar parte de la junta del colegio de Cáceres. / Carla Graw

Primera en la junta directiva

A Concepción Domínguez (Cáceres, 1950), la primera mujer en formar parte de la junta directiva del Colegio de Médicos de Cáceres -solo un año después de terminar la carrera-, la convenció su padre para que estudiara Medicina. Le gustaban las ciencias y tenía dudas entre hacer Bioquímica o Biología. «Mi padre, que trabajaba en sanidad -en la inspección médica- me aconsejó hacer Medicina. Me dijo que si no me servía para trabajar me serviría para aprender en la vida», recuerda. Y le hizo caso.

«Al principio me trataban como una niña pero nunca tuve ningún problema con ningún médico»

Concepción Domínguez.

— PRIMERA MUJER EN FORMAR PARTE DE LA JUNTA DIRECTIVA DEL COLEGIO DE CÁCERES

Dudó después en si especializarse en Ginecología, pero lo descartó porque su marido, también médico, quería ser ginecólogo. Pensó en Pediatría, pero también lo desechó: «Me daban miedo los niños porque no hablaban», reconoce. Al final optó por Análisis Clínicos porque aquello se acercaba más a las carreras que en un principio pensó en estudiar. Y no se arrepiente. Luego su marido tampoco estudió Ginecología, es intensivista y cardiólogo. «Esta especialidad (Análisis Clínicos) me dejaba tiempo para dedicarle a la familia, tenía dos hijos y no aguantaba estar días enteros sin verlos», comenta. Por eso se negó a hacer guardias, para poder conciliar.

Domínguez se formó en el hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres y en el Virgen del Puerto de Plasencia y tuvo que adaptarse a los avances de su especialidad. «Entonces todos los análisis eran manuales, con reacciones químicas que se utilizaban para evaluar los parámetros sanguíneos. Luego vinieron los robots, que lo hacen todo, nosotros lo único que hacemos es validar los resultados y comprobar si coinciden con el historial», explica.

Cuando llegó solo había dos mujeres médicas, el resto eran hombres. «Me trataban un poco como una niña pero nunca tuve ningún problema con ningún médico», asegura. Hoy, en cambio, sería una de muchas porque más de la mitad de los médicos residentes son actualmente mujeres.

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