Escapada única: Este es el monumento de Extremadura que se trasladó piedra a piedra

La iglesia románica de San Juan, en Portomarín (Lugo), o el templo de Debod, en Madrid, son dos ejemplos de monumentos salvados de las aguas del Miño, en el caso del primero, y del Nilo, en el segundo. Ambas construcciones se trasladaron piedra a piedra desde su lugar de origen al actual. Pero ¿sabías que en Extremadura también contamos con un monumento que cambió de ubicación para salvarse de que el Tajo lo sepultara bajo sus aguas?

Estamos hablando de los restos de la ciudad romana Augustóbriga (declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento en 1931). Los romanos levantaron esa villa a orillas del río Toletum (Tajo), en la calzada romana que unía Emérita Augusta (Mérida) y Caesaróbriga (Talavera de la Reina).

En el Medievo, Augustóbriga pasó a llamarse Talavera la Vieja, localidad que se engulló las aguas del embalse de Valdecañas en 1963. Pero, previamente, se salvaron partes de dos templos.

La salvación de los templos romanos de Talavera la Vieja (Talaverilla)

Fueron desplazados, piedra a piedra, a un cerro del municipio de Bohonal de Ibor, junto a la carretera que une Navalmoral de la Mata con Guadalupe. El objetivo se centraba en ubicarlo en una zona por encima del nivel de ocupación del pantano. Lo que supuso que se recolocara a 6,5 kilómetros de su emplazamiento original.

Curiosamente, a este conjunto arqueológico se le conoce como los Mármoles, aunque su material de construcción es el granito. Data del siglo III después de Cristo y sirvieron como modelos para la reconstrucción del tempo de Diana. Estos restos se componen de un pórtico principal con cuatro columnas delanteras y dos laterales. Junto al templo, se hallan tres fragmentos de columnas del templo de la Cilla.

Único testigo de Talaverilla

Aunque los restos de los tempos conforman el único testigo de la existencia Augustóbriga, se sabe que esta ciudad romana contaba con un acueducto y un sistema de canales subterráneos para distribuir el agua desde un depósito. También disponía de las comodidades propias de los asentamientos romanos: termas y calzada.

Talavera la Vieja (conocida coloquialmente como Talaverilla) yace bajo las aguas del embalse de Valdecañas. Cuando la sequía azota, sus restos emergen como único testigo de un pasado vivo para sus antiguos moradores.