Los retos que afronta la agricultura

¿Habrá agua para tanto regadío?

Disparan la productividad de los cultivos y fijan la población al territorio, pero los regadíos concentran también en torno a un 80% del consumo de agua, un bien cada vez más preciado. En Extremadura han crecido casi un 20% en una década y no tardarán en sobrepasar las 300.000 hectáreas

Extremadura cuenta con alrededor de 300.000 hectáreas de regadío.

Extremadura cuenta con alrededor de 300.000 hectáreas de regadío. / Fenacore

Una hectárea de regadío produce seis veces más que una de secano y proporciona al agricultor una renta que está cuatro veces por encima; el riego tiene además un efecto multiplicador en la economía de las comarcas rurales en las que se implanta al atraer industrias agroalimentarias o empresas de transportes, fijando de esta forma la población al territorio; y su contribución parece igualmente indispensable para ganar en soberanía alimentaria. Pero los regadíos, aparte de estas ventajas, tienen un notable inconveniente: concentran alrededor del 80% del consumo de agua en un país que cada vez se vuelve más árido y donde sus recursos hídricos son más preciados y escasos.

En España hay unos cuatro millones de hectáreas irrigadas. En Extremadura, con datos del Ministerio de Agricultura a 2021, están 290.586 de ellas, después de haberse incrementado más de un 19% en una década. La Junta tiene prevista, además, la puesta en marcha de 16.460 hectáreas adicionales «para continuar su apuesta por el regadío y la eficiencia como fuentes de riqueza y lucha contra la despoblación», sostiene. De esta nueva superficie, 260 hectáreas corresponden al municipio pacense de Villanueva del Fresno, donde en enero finalizaron las obras necesarias. A ellas se suman las del regadío de Monterrubio de la Serena (unas 1.200 hectáreas), que se están ejecutando y que se tiene estimado que acabarán en enero del año próximo. El proyecto de mayores dimensiones es el de Tierra de Barros, que «avanza a paso firme, lo que supone que cada día está más cerca la transformación en regadíos de 15.000 hectáreas, con un presupuesto de ejecución de obra de más de 250 millones», apuntan desde la Consejería de Agricultura.

En un escenario en el que todo apunta a que sequías como la actual serán cada vez más frecuentes y con los embalses extremeños del Guadiana, en cuyas vegas se concentra buena parte del regadío regional, a poco más del 30% de su capacidad sin haber llegado aún a mayo, es razonable preguntarse si a medio plazo habrá agua suficiente para mantener más de trescientas mil hectáreas de regadío en Extremadura. José Miguel Coleto, catedrático de Producción Vegetal de la Universidad de Extremadura, responde afirmativamente a la pregunta, pero lo hace con dos importantes matices.

En primer lugar, defiende que tanto el proyecto de Monterrubio de la Serena como el de Tierra de Barros «deberían reducirse a riegos de socorro, con unas dotaciones de en torno a 1.500 o 2.000 metros cúbicos por hectárea al año». Eso ayudaría a asegurar las producciones tradicionales de esas zonas, sobre todo de vid y olivo, en cantidad y calidad. «Para eso creo que, si hacemos una buena gestión hidrológica, sí va a haber recursos», afirma. «Lo que no podemos hacer es producir maíz en Tierra de Barros, porque nos vamos a seis mil metros cúbicos por hectárea y para eso sí que no los habrá en la mayoría de los años».

«Tierra de Barros y Monterrubio probablemente sean lo último que ya podamos asumir con los recursos hídricos de la cuenca del Guadiana»

José Miguel Coleto

— Catedrático de Producción Vegetal de la Uex

La otra puntualización que hace este experto es la de que cree que con esta nueva superficie «ya hemos llegado al límite. Probablemente sea lo último que podamos asumir con los recursos hídricos de la cuenca del Guadiana». Avanzar más sería exponerse a frecuentes campañas en las que no se pudiese regar, con el consiguiente daño que eso produciría, sobre todo en los cultivos permanentes.

En cualquier caso, Coleto también recuerda que «el material vegetal» está aumentando «mucho» su eficiencia. «En los años 80 cogíamos 9.000 kilos por hectáreas de maíz y empleábamos 10.000 metros cúbicos de agua. Ahora con 6.000 metros cúbicos cogemos 14.000 o 15.000 kilos. Hemos mejorado mucho y creo que vamos a mejorar más». A su juicio, «quitando los grandes cultivos extensivos», como los cerealísticos, la agricultura de calidad estará ligada necesariamente en el futuro «a la aportación de agua». Sin ella, aduce, tampoco podrá recortarse la excesiva dependencia europea en materia alimentaria de unos mercados internacionales mucho más «volátiles» que hace unas décadas. 

Los regantes, por su parte, consideran que se les está «demonizando» y que soportan una «campaña de desprestigio». Ni son los «culpables de la sequía», insisten, ni ninguna población española sufrirá restricciones de agua por los cultivos, ya que así lo recogen la propia Ley de aguas y los planes de sequía de las confederaciones hidrográficas, que establecen «claramente» la prioridad «siempre» para el abastecimiento.

Riego automotriz.

Riego automotriz. / Fenacore

Fenacore agrupa a comunidades que suman más de 700.000 regantes y más de dos millones de hectáreas de cultivos en España. Su presidente, Andrés del Campo, hace hincapié en que el criterio que se mantiene desde esta asociación «con carácter general», pero en periodos de escasez de agua «con más motivo», es que cuando se utilizan fondos públicos «hay que priorizar siempre la modernización de regadíos» por encima «de su ampliación». Con las mejoras de eficiencia «se pueden llegar a ahorrar dos mil o tres mil metros cúbicos por hectárea», argumenta. Según las cifras que maneja esta entidad, las optimizaciones que se han ido introduciendo desde el 2000 han permitido reducir la demanda de regadío un 15%. 

En Extremadura, seis de cada diez hectáreas de regadío emplean sistemas de riego localizado, mucho «más eficiente y con unas demandas de agua muy contenidas», asevera el ministerio en un informe. Entre 2011 y 2021 prácticamente se duplicó el terreno que utiliza esta modalidad en Extremadura hasta superar las 176.000 hectáreas. Aún quedan 74.614 de riego por gravedad, donde el gasto es mayor, y es ahí donde Andrés del Campo estima que queda margen de mejora. Con su transformación se «conseguiría un importante ahorro por hectárea», aduce. Luego, el siguiente paso sería la digitalización y el uso de las nuevas tecnologías, siempre que la agricultura siga siendo económicamente «viable» y el profesional pueda asumir así «los costes adicionales» que acarrean, arguye el presidente de Fenacore, que tiene claro que el porvenir de la agricultura pasa por dos vectores: «regadío y tecnología».

«Hay que priorizar siempre la modernización de regadíos frente a su ampliación»

Andrés del Campo

— Presidente de Fenacore

De acuerdo a las cifras recopiladas por Ecologistas en Acción, Extremadura fue la tercera comunidad (tras Castilla-La Mancha y Andalucía) con un mayor incremento porcentual de superficie de regadío en España entre 1996 y 2016 (de 210.488 hectáreas a 267.423, un 27%). Un alza que «es total y absolutamente insostenible. No hay agua suficiente», asevera Santiago Martín Barajas, coordinador del Área de Agua de esta organización. «El crecimiento que está teniendo el regadío en Extremadura es a mi entender una auténtica barbaridad. No habría que poner ni un metro cuadrado más», zanja. Un incremento que, además, «ha sido promovido por la Junta de Extremadura, lo que nos parece una verdadera irresponsabilidad. Sobre todo lo que quieren instalar en Tierra de Barros, ¿con qué van a regar esas 15.000 hectáreas?, ¿con la prensa de Alange? Ahí no hay agua. Va a ser un desastre», pronostica.

Este colectivo ecologista estima que los 4,1 millones de hectáreas en regadío que hay en España deberían quedarse en no más de 3,2 millones. «No es un propuesta radical. Lo radical es gastarte todo el agua de beber en regar», alega.

El ritmo de expansión que ha seguido el riego «nuestro país no lo va a aguantar. Los recursos hídricos se están reduciendo con el cambio climático. Han caído un 20% en los últimos 25 años, pero es que el consumo de agua sigue aumentando», reitera este ingeniero agrónomo. Sin embargo, más que el consumo del regadío en sí, matiza, «el problema» es la poca agua que vuelve al sistema: «Mientras que en las ciudades el 80% retorna otra vez a los ríos, en los regadíos es el 10%. En realidad menos, porque la proliferación del riego por goteo hace que no haya sobrantes».

«El crecimiento del regadío en Extremadura es una auténtica barbaridad. No habría que poner ni un metro cuadrado más»

Santiago Martín Barajas

— Coordinador del Área de Agua de Ecologistas en Acción

Martín Barajas no cree que exista ya un margen de mejora significativo en la eficiencia para que el ahorro de agua obtenido pueda hacer sostenible, no ya un mayor avance en las tierras irrigadas, sino nutrir las actuales. «Ese margen existía hace 25 años, cuando la eficiencia en la utilización del agua era muy baja, pero ya no. España debe de ser el país del mundo más eficiente en el regadío», razona. Asimismo, asegura que la modernización de las instalaciones conseguida hasta la fecha solo ha servido para que el agua economizada se emplee en construir nuevos regadíos. 

Más de medio centenar de localidades extremeñas se encuentran a día de hoy en situación de emergencia por sequía en las mancomunidades de Tentudía, Los Molinos y Llerena. En ellas viven alrededor de cien mil personas. Para este responsable de Ecologistas en Acción, un escenario en el que las restricciones puedan afectar a las principales poblaciones extremeñas podría llegar a corto plazo, «mucho antes de lo que se piensa. Lo que está pasando ahora en Andalucía te lo cuentan hace 25 años y no te lo crees. O en Castilla-La Mancha, que están discutiendo quién se queda con las aguas residuales de Madrid, algo que nos hubiera parecido un futuro distópico, pero está ocurriendo». 

«Con la situación de sequía que tenemos, claramente hay que reducir riegos»

Pablo Ramos

— Coordinador de Ecologistas Extremadura

«Con la situación de sequía que tenemos, sobre todo en el sur de Extremadura, claramente hay que reducir riegos», coincide Pablo Ramos, coordinador de Ecologistas Extremadura, para quien los proyectos de nuevos regadíos en la región son también «un error». «Cultivos que tradicionalmente eran de secano, como el olivo o el viñedo, se están pasando todos al riego por goteo, que es verdad que es eficiente, pero estamos hablando de muchos miles de millones de litros que se extraen y ya no van luego a ningún río, embalse ni acuífero», sostiene.

En su opinión, «tendría que controlarse mucho más qué se planta y cómo y no dar con tanta alegría como se dan autorizaciones para el riego, algunas al lado de lagunas endorreicas que están en la Red Natura 2000». Ramos critica también el problema que conlleva el empleo de fertilizantes y plaguicidas, que contaminan acuíferos y aguas superficiales. Pone como ejemplo de ello los pozos de las Vegas Bajas del Guadiana, que «están muy contaminados de nitratos».

Acequia de la zona regable del Canal de Orellana.

Acequia de la zona regable del Canal de Orellana.

El olivar es el cultivo con más tierra en regadío en Extremadura, impulsado por las producciones intensivas y superintensivas, que en unos pocos años duplicaron su superficie en la comunidad autónoma. Una evolución que para Martín Barajas ha sido otra grave equivocación que está detrás de buena parte del problema que se ha generado. «En España hay 865.000 hectáreas de olivar en riego, algo que no existía hace 30 años», esgrime. 

Para Andrés del Campo, empero, este cultivo es una opción «ideal» ya que «con poca agua se defiende muy bien. Es de los que por cada metro cúbico aplicado te produce más beneficio. Lo que no se puede es tratar al olivo como si fuera un cultivo de maíz».

El viñedo es el segundo cultivo con más peso, tras ganar en la última década más de 10.000 hectáreas de superficie regada, prácticamente la misma cifra que perdió el viñedo de secano en este intervalo, una reconversión que se realizó con el mismo objetivo: la búsqueda de una mayor productividad.

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