una ancestral tradición pastoril para que el ganado se pueda seguir alimentado

Trashumancia contra la sequía

José Manuel Sánchez es un ganadero de Huertas de Ánimas y ya camina hacia tierras leonesas con 1.700 ovejas merinas. La ilusión de hacer este recorrido se suma a la falta de agua en los campos extremeños

1.700 ovejas viajan desde Huertas de Ánimas a León

Yolanda Jiménez

Se entiende como trashumancia el desplazamiento estacional de ganados por diferentes rutas migratorias. Un movimiento constante de animales, que tratan de abastecerse en las zonas más adecuadas, dependiendo de la época del año. Una cuestión a veces opcional y otras casi obligatoria, teniendo en cuenta la situación actual del campo.

En cualquier caso, esta modalidad pastoril es mucho más para José Manuel Sánchez, ganadero de Huertas de Ánimas, que hace ya una semana partía desde la finca Las Hinojosas, en Cáceres, hasta la provincia de León, con cerca de 1.700 ovejas merinas.

Desde pequeño, soñaba con poder llevar a cabo esta hazaña, sobre todo al escuchar las experiencias de su abuelo, de su padre, José Manuel, y de su tío, Florencio, que vuelven, después de años, a dirigirse a tierras leonesas, esta vez, respaldando a una nueva generación.

No lo hacen solos, junto a ellos, ya camina Francisco Morgado, ganadero veterano en esta práctica, con su hijo y varios amigos y familiares, entre los que se encuentra Carmen, la mujer de José Manuel y su madre, también Carmen.

Algunos realizarán el recorrido completo, unas seis personas. Otros se engancharán al grupo durante los fines de semana o en días concretos, como sus dos hijos pequeños, Cristina y José Manuel, que están completamente familiarizados con este hábito, debido a la tradición familiar.

Tierras secas

A la ilusión de hacer este camino, se suma la sequía que ya amarillea los campos extremeños, como en los meses de verano. «El año es malo y hay que plantearse estas alternativas para poder mantener el ganado en buenas condiciones», explican padre e hijo.

«No es una decisión fácil», cuenta José Manuel. «Cuando dije que estaba pensando en subir a León con 1.700 ovejas algunos me dijeron que estaba loco, sin embargo, me he sentido muy respaldado en todo momento», dice.

De cualquier modo, José Manuel (padre) reconoce que este no es un camino sencillo. Por una parte, «los cordeles ya no son como antes, hay zonas a las que hoy no se puede acceder»; y, por otra, «siempre hay que estar pendiente del tiempo. Un día puede hacer un calor sofocante, otro puede llover y otro nevar», señala.

Teniendo en cuenta estas dificultades y la importancia que tiene para la familia esta decisión, fueron muchos los allegados que acudieron al punto de salida, a las ocho de la mañana del domingo, para despedirse de José Manuel y desearle un buen camino.

Entre ellos, José Blanco, párroco de Huertas de Ánimas, que además de animar a los ganaderos, bendijo a la familia y al ganado, portando en su mano un bastón en forma de cruz. Asimismo, les hizo entrega de una estampa de la Virgen del Rosario, patrona de Huertas de Ánimas. «Que Dios esté con vosotros y que la Virgen os acompañe en este camino», deseó el sacerdote, también conocedor de la zona a la que se dirigen.

En cualquier caso, José Manuel estima que estarán cerca de cuarenta días caminando, siempre atentos a las necesidades del ganado. «Alrededor de las doce de la mañana, las ovejas empiezan a sentir el calor y se paran, hasta las cinco de la tarde, aproximadamente». Durante este tiempo, el grupo aprovecha también para descansar y para preparar la comida. «Es un momento de convivencia y reunión para nosotros», explica.

Una vez que pasan las horas de mayor temperatura, la marcha se reanuda hasta que anochece. Es entonces cuando montan las tiendas para dormir, hasta que la claridad les permite avanzar. «A medida que la noche se acerca, buscamos el sitio más adecuado para poder descansar, tanto nosotros, como las ovejas», aclara.

Llegados a este punto, también destaca la presencia y la labor de los perros que guardarán el ganado de los lobos durante este viaje. Así, concreta que junto al rebaño caminan mastines y los denominados 'perros de carea', que se encargan de dirigir al ganado. En total, doce perros, que se ocuparán de preservar la seguridad de esas 1.700 ovejas.  

También al respecto de las noches de este camino, Mari, tía de José Manuel, que tiene previsto hacer el recorrido completo, junto a Luis, su marido, explica que, afortunadamente, los recursos con los que ahora se cuenta son diferentes a los de antaño. Una ventaja que hubieran agradecido sus antepasados.

«Cuando mi padre y mi abuelo hacían la trashumancia, se dormía al raso. Llevaban cargados los burros con mantas muy pesadas, pero era lo que tenían para protegerse del frío, la lluvia o la nieve. Ahora, tenemos tiendas de campaña y sacos de dormir», sostiene. 

A pesar de estas comodidades, coincide con su hermano en que este itinerario entraña muchas dificultades, dependiendo de los tramos a los que se enfrenten cada jornada. «Habrá días para todo», dice.

Claves del itinerario

Aproximadamente, el grupo tiene previsto recorrer de 15 a 20 kilómetros al día. Así, irán avanzando por la zona de Las Alberguerías, Los Cerralbos, Tierras del Conde, hasta llegar a Jaraicejo, Almaraz, Navalmoral de la Mata y el Puerto del Pico, una de las zonas más espectaculares que tiene este recorrido, por la vistosidad del paisaje, aunque también, de las más comprometidas, por sus características geográficas.

Posteriormente, se aproximarán a Valladolid, Tordesillas y por último, a la zona de Riaño, concretamente, a Acebedo, un pequeño municipio de unos 200 habitantes, situado en la provincia de León, que es el destino final y en el que permanecerán durante los meses de verano. En este sentido, José Manuel recuerda que «es muy importante ajustarse al recorrido marcado por las vías pecuarias, para que el camino sea seguro».

Morgado, que ya ha llevado a cabo este itinerario varias veces y que ha asesorado a José Manuel durante las semanas previas a la salida, cuenta que, «en algunos tramos del recorrido, las ovejas van en fila, porque no hay espacio para agruparse». Así, explica que, «sobre todo, en las zonas de montaña, puedes avistar dos kilómetros de ganado», relata.

Cabe destacar que, estos pasos no resultan desconocidos para muchos ganaderos y pastores de la región, que en algún momento han tenido que trasladar sus cabañas. No todos lo hacen a pie. Algunos optan por el tren o el camión para subir. El plan de José Manuel era hacerlo caminando. «Siempre he tenido esa intención. Además, las ovejas pueden ir comiendo en cada tramo», comenta. 

No obstante, reconoce que en este caso, todo es nuevo para él, ya que a pesar de haber escuchado hacer referencia a esta actividad ancestral y de gran tradición en su familia a lo largo de los años, es la primera vez que va a encabezarla. «Hay que tener en cuenta que también es la primera vez que estas ovejas suben y hay que ver cómo se comportan», dice.

En cualquier caso, José Manuel espera que, a pesar de las dificultades que puedan darse, se llegue al destino de la mejor manera posible y cumpliendo los objetivos marcados. En esto, le tranquiliza la experiencia de las personas que le acompañan.

Otra de las razones que han impulsado a José Manuel a desempeñar esta tarea ha sido, además de continuar con esa tradición familiar, homenajear, de algún modo, a quienes le han inculcado desde pequeño los valores ganaderos que ahora definen su trabajo en el campo: su padre y su tío Florencio.

«Siempre que pensaba en abordar este viaje, me venían a la cabeza mi padre, mi tío y las ganas de que ellos me acompañaran», confiesa. «Ellos dos, junto con mi amigo Francisco Morgado, han sido quienes me han aconsejado para afrontar cada tramo del camino desde su experiencia», reconoce.

Del mismo modo, sostiene que este le parecía buen momento para emprenderlo, dado que los dos tienen no solo la sabiduría, sino la capacidad física para enfrentarse al citado recorrido. «Quería hacerlo antes de que fueran más mayores y no pudieran estar conmigo». 

Esta emotividad se vio reflejada momentos antes de la de la salida, sobre todo, en los ojos de su padre, que entre nervios y emoción respaldó en todo momento a José Manuel, ayudado también por su hermano, cada uno, controlando y conduciendo una parte del nutrido rebaño, en los primeros metros.

Estancia y regreso

Aunque hace escasos días que el grupo salió de su finca, José Manuel ya piensa tanto en la estancia como en su vuelta a la tierra. De esta manera, comenta que una vez que lleguen a Acebedo, se quedarán solo un pastor y él, hasta septiembre u octubre, dependiendo del clima. Es tiempo de que las ovejas aprovechen los pastos de la zona, en definitiva, el objetivo principal.

Una vez que pasen estos meses, el ganadero considera regresar de la misma manera, a pie. Subraya que es una decisión que depende de varios factores, entre los que se encuentra la experiencia de la ida. Si esta es positiva, se dirigirá, con la llegada del otoño, hacia tierras extremeñas, donde espera que la situación haya mejorado.

En cualquier caso, reconoce que una de las cuestiones más difíciles de este periodo y que más le cuesta asumir es no poder estar con su mujer y sus hijos a diario. «Es duro. Ellos vendrán a verme siempre que puedan y que sus tareas se lo permitan, pero nunca será igual que estar en casa», lamenta. 

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