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Vox mira de reojo

Los de Abascal saben que sostienen el Gobierno del PP y aspiran a tener protagonismo

Hoy deberán darle sus votos

Ángel Pelayo Gordillo saluda, ayer, a María Guardiola al inicio de la primera sesión del pleno de investidura.

Ángel Pelayo Gordillo saluda, ayer, a María Guardiola al inicio de la primera sesión del pleno de investidura. / El Periódico

Antonio Cid de Rivera

Antonio Cid de Rivera

Mérida

María Guardiola habla más de una hora, no se dirige a Vox casi en nada, pero se disculpa en el final de su discurso nada menos que citando al torero Juan Belmonte: «En las grandes ocasiones siempre digo algo inconveniente». Es su forma de decirle a Ángel Pelayo Gordillo, el líder extremeño de Vox, que en aquella rueda de prensa famosa en la que se pasó de la raya fue sin querer queriendo, como decía el Chavo del 8. Siendo ella misma, pero sin intención de herir a nadie y menos a quien tiene que prestarle sus escaños. 

La nueva presidenta extremeña ‘in pectore’ escenificó ayer en su discurso de investidura de la Asamblea de Extremadura lo que pretende ser el modo de gobernar de la legislatura: una alianza con Vox, pero en su justa medida; un modelo que anteponga lo que les une más que lo que les separa, pero que, visto lo visto ayer en el hemiciclo, incomoda a los de Abascal. Se sienten un poco convidados de piedra en una función que, por el momento, no se les otorga un papel protagonista.

Difícil compostura para los de Vox oyendo decir a la líder popular extremeña que asume directamente las competencias en materia de Igualdad y que va a luchar con todas sus fuerzas «contra la violencia de género» (que no intrafamiliar), y que no va a dar «ni un paso atrás» ni permitir «ningún eufemismo» en esta materia. 

Que Ángel Pelayo Gordillo no quisiera ayer comparecer ante la prensa, tras la primera sesión del debate de investidura, describe la situación en la que se halla Vox, comprometido con un acuerdo programático y metido en un gobierno de coalición aunque solo sea con una consejería, pero sin saber muy bien cuál va a ser su cometido. Si su misión consiste en embridar al PP para que gire siempre a la derecha de verdad o acompañar a su gobierno de la derecha ‘moderada’ y evitar así que la izquierda alcance el gobierno de Extremadura. 

En el discurso de ayer María Guardiola solo fue aplaudida por los suyos, por sus 28 diputados. Sus señorías del PP lanzaron vítores en varias ocasiones aunque la candidata no hiciera estridencia alguna y resaltaron lo que ya es una realidad, que el gobierno es para ellos, que ha llegado el momento del cambio después de dos legislaturas. Ni los diputados del PSOE ni los de Unidas Podemos acompañaron a la popular en ningún momento como es normal situándose como bando perdedor. Pero los 5 diputados de Vox no participaron de la fiesta en ningún momento, ni aplaudieron ni se levantaron, como si no apoyaran con un ‘sí’ a la candidata del PP ni participaran de su gobierno.

El discurso de María Guardiola fue conciliador y un tanto generalista, sin entrar en derroteros profundos que se supone se reservará para el debate con los grupos de hoy. Ofreció pactos y habló de cambiar con la tesis nada menos que de Felipe González cuando dijo aquello de que «el cambio es que España funcione». Para ella, «el cambio es que Extremadura funcione». Está por ver que eso sea suficiente para Vox, que sujeta el gobierno y debe sostenerlo 4 años. 

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